La llegada del mal tiempo, incluidas lluvias, pueden dar un respiro en los próximos días a los montes gallegos, tras una semana negra en que han vivido un auténtico infierno. Las altas temperaturas y los fuertes vientos jugaron a ser cómplices de los incendiarios, que tras descansar en julio, se pusieron a la faena en agosto con un balance desolador. La sombra del recuerdo de la ola de incendios de 2006, la última gran plaga de fuego vivida en la comunidad, planeó la semana pasada sobre muchos. Un total de 1.970 incendios entre el 3 y el 15 de agosto de hace diez años habían devastado más de 80.000 hectáreas.

No llegó a tanto por suerte, pero en una semana ardieron en Galicia más de siete mil hectáreas, el 90% de todo lo quemado el año pasado y lo equivalente a que todo el municipio de Tui quedase convertido en cenizas. Solo en tres días, ardieron en la provincia de Pontevedra más de 1.200 hectáras, superando la cifra de todo lo que se quemó en la misma provincia el año pasado. Montes abandonados, sin dueño conocido, multiparcelados en "anacos sin rentabilidad", en un rural en declive, también forman parte de la ecuación que junto al calor y la mano del hombre explican el por qué de los incendios en la comunidad, año tras año.

Centenares de incendios provocados en toda Galicia, que en esta ocasión se han cebado en la provincia de Pontevedra, fuegos que surgían al atardecer o de noche, dificultando las labores de extinción, focos de aparición simultánea que exasperaban a los vecinos y los bomberos, incendios que resurgían tras ser apagados, ... han convertido la segunda semana de agosto de 2016 en un infierno. Más de 2.500 vecinos tuvieron que ser evacuados de sus casas, muchos más sufrieron las contraindicaciones de respirar el humo del fuego y los que peor lo pasaron cuentan noches en vela con mangueras y cubos de agua en la mano para impedir que las llamas alcancen sus hogares. Los habitantes de Arbo, Soutomaior, Redondela, Poio o Cotobade vivieron horas de angustia. La semana empezó con la máxima alerta en Pontevedra, pero luego la acción incendiaria se extendió a A Coruña (Santiago, Narón, Ribeira, ...) y Ourense (Avión, Pobra de Trives, Cualedro, ...) y en menor medida Lugo.

La Xunta ya prepara medidas para restaurar los suelos quemados y frenar su erosión, y créditos para ayudar a los damnificados. Y los servicios de extinción continúan en alerta.