Siete años después de los incendios que arrasaron la Serra da Groba en el verano de 2006, los montes de los municipios pontevedreses de Santa María de Oia, O Rosal y Tomiño sufrieron ayer de nuevo los devastadores efectos de un incendio de dimensiones históricas. El fuego, que tuvo su origen el lunes por la tarde en Burgueira, atravesó en menos de veinticuatro horas los cerca de 15 kilómetros en línea recta que separan la parroquia oiense del límite entre los municipios de O Rosal y A Guarda, donde se abrió un cortafuegos que logró contener las llamas.

En su avance, errático debido a los continuos cambios de viento y a la fuerza del nordés que, sobre todo de madrugada, dificultaron el trabajo de los más de 600 efectivos desplazados a la zona, el incendio dejaba ayer un balance provisional de cerca de 2.000 hectáreas de monte quemado, según indicó el alcalde de Oia, Alejandro Rodríguez, que ofreció una cifra muy superior a la que dio a lo largo del día la Consellería de Medio Rural, cuya última estimación provisional fue de 1.200 hectareas arrasadas.

Aunque todavía activo y en nivel 1 por su cercanía a varios núcleos de población, la Xunta daba por estabilizado el fuego a media tarde de ayer, una situación que, según fuentes gubernamentales, no había variado al cierre de esta edición.

Desde la tarde del lunes, Medio Rural desplazó a tres técnicos, 26 agentes forestales, 43 brigadistas, 33 motobombas, 8 palas excavadoras, 13 helicópteros y 7 aviones. Con ellos colaboraron efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que aportó desde la madrugada un total de 356 militares procedentes de León y Zaragoza. Los medios de Defensa actuaron con 16 autobombas, 6 vehículos nodriza, un helicóptero ligero HU-26 con funciones de mando y control y dos helicópteros "Cougar" configurados para lanzamiento de agua. Además, cinco hidroaviones Canadair procedentes de la base de Villares de Jadraque (Guadalajara) realizaron más de 200 descargas a lo largo de la jornada.

Burgueira y Loureza fueron los primeros lugares en experimentar la virulencia del fuego, que se originó a las 18.45 horas del lunes. Los vecinos vivieron en ambas una tarde y sobre todo una madrugada de pesadilla cercados por las llamas, que obligaron a evacuar de sus casas a más de 200 personas.

Tampoco durmieron en zonas de O Rosal como O Folón, Fornelos, Couselo, Novás o Portecelo, por las que el fuego se propagó con rapidez y donde al igual que en Oia los residentes emplearon los medios a su alcance para evitar que el fuego se propagase y dañase sus viviendas.

Cambios constantes en la dirección del viento obligaron a modificar sobre la marcha las estrategias empleadas para atajar el incendio. La singularidad del mismo, aseguró la conselleira de Medio Rural, Rosa Quintana, -que siguió el operativo en O Rosal desde el lunes junto al vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda- sorprendió incluso a los técnicos que, dijo, "nunca vieron algo igual".

Los principales esfuerzos se centraron ya por la mañana en el control del fuego en la zona alta de San Xián y Portecelo, donde se creó un cortafuegos que impidió que el incendio se adentrase en el municipio de A Guarda y afectase al parque del monte Aloia. Mientras, en las zonas ya devastadas por las llamas el viento volvía a avivar algunos focos, lo que obligó a realizar labores de refresco y control en toda la superficie quemada.

El intenso trabajo del operativo permitió estabilizar el incendio a media tarde. "Está bastante controlado y apenas hay llamas importantes", aseguró César Muro, teniente general de la UME, que acudió a O Rosal acompañado por el subdelegado del Gobierno, Antonio Coello.