Alberto Núñez Feijóo fue investido ayer presidente de la Xunta, por segunda vez, con el único apoyo de los 41 escaños del PP. El pleno estuvo cargado de tensión, tanta que ningún diputado de la oposición -que votó en contra en bloque- saludó a Feijóo al concluir el pleno. El titular del Gobierno gallego se esforzó en solicitar repetidas veces pactos con los grupos minoritario hasta en ocho ámbitos, pero al mismo tiempo se empleó a fondo en desacreditar todas las propuestas que le planteaban, sobre todo para rehuir de las políticas de austeridad y apostar por el endeudamiento y el gasto para reactivar la economía y preservar los servicios sociales. Frente a estas demandas, Feijóo insistió como nunca en sus conocidas recetas de austeridad, control férreo del déficit público y solvencia de las cuentas públicas, de las que dijo que además fueron avaladas por los gallegos en las elecciones.

El control del déficit -no gastar más de lo que se ingresa-, destacó el presidente, "es la mejor política social que se puede practicar" porque se "blindan" los servicios públicos, prepara el terreno para la creación de empleo neto, permitir que el "crecimiento sea del 100%", pagar las facturas y evitar que la comunidad quiebre. "Cumpliré con mi deber si dentro de cuatro años Galicia no está en quiebra", declaró en su intervención, para acto seguido añadir que trabajará "para que no haya tutelas ni hombres de negro en Galicia", en referencia a los inspectores que acuden a los territorios que solicitan un rescate financiero.

De nada valieron las advertencias de la oposición de que con las políticas de austeridad solo se conseguirá empeorar la recesión, aumentar el paro y recortar las prestaciones públicas. Feijóo rechazó todos estos avisos y además acusó PSOE, BNG y AGE de ser incapaces de plantear propuestas "coherentes" que pudiera asumir, al tiempo que dedicó la mayor parte de sus intervenciones a echar por tierra las postulados de la oposición. Al portavoz de AGE, Xosé Manuel Beiras, fue al que menos atención dedicó en sus réplicas, quizás para no darle tanto protagonismo a un diputado que domina como nadie la oratoria y el dominio escénico, pero sí se explayó con Pachi Vázquez (PSOE), al que censuró sin contemplaciones por sus propuestas y su gestión durante el bipartido, y sin embargo, fue también a quien más guiños le realizó para intentar llegar a acuerdos, enfatizando la necesidad de llegar a entendimientos con el PSOE, como para garantizar la solvencia de la autonomía.

Feijóo propuso pactos para desarrollar una gran proyecto agroindustrial en Galicia con el sector lácteo y el forestal como base, conseguir una mejor financiación autonómica, desarrollar la Lei do Solo, ordenar el mapa municipal o defender los intereses de Galicia en la negociación de los fondos europeos. Pero ninguna oferta prosperó porque los tres grupos exigieron cambios radicales en las políticas económicas de la Xunta. "Pido ayuda en el momento de mayor dificultad en 30 de años de historia de la autonomía. Ya sé que son retos histórico, pero no lo pido por mí, sino por Galicia. Os necesito para arreglar los sectores claves de Galicia", decía.

El presidente afeó las excesivas "descalificaciones" que, a su juicio, recibió de la oposición, especialmente de Beiras, y censuró la "nula autocrítica" que hicieron a pesar de sus malos resultados electorales. En consecuencia, dijo que si el nueva legislatura iba a ser una "carrera de descalificaciones" él se bajaba del podio. "Escucho más referencias a destruir en los discursos que a construir", reprendió a los grupos minoritarios tras recibir palabras como saqueo, expolio, franquista, Gestapo, cámara de gas o torturas.

"A pesar de lo que se diga en esta Cámara y de algunos comportamientos, Galicia saldrá adelante", añadió Feijóo, convencido de que con o el sin apoyo de la oposición, los gallegos superarán la crisis. Aseguró que él al menos pondrá todo el empeño, como lo hizo en la anterior legislatura, en la que apenas saboreó alegrías. "Desde 2009 no he tenido grandes noticias en ninguna semana, repito, en ninguna semana", admitió. Su toma de posesión se producirá mañana en el Parlamento.