"¿No te gusta esta comida? ¿Te preparo otra cosa?" Esta es una frase que, aunque más de abuelas y abuelos, también se cuela entra madres y padres. Muchas veces, la presión de pensar que un niño no está comiendo lo suficiente, que se queda con hambre o que no va a crecer los suficiente hace que las familias cedan. Y, también hay que decirlo, para evitar discusiones -que en realidad deberían ser explicaciones- cuando el reloj apremia a la hora de comer.

Si bien es cierto que hay que escuchar a los más pequeños en cuanto a sus necesidades, desterrando mitos y sin obsesionarse con cantidades, sí que es importante fomentar una dieta variada y equilibrada. Los pequeños también tendrán sus gustos y preferencias, pero es clave para establecer unos hábitos alimenticios saludables desde que se inicia la alimentación complementaria fomentar el consumo del mayor número de alimentos interesantes nutricionalmente (no pasa nada si un niño tarda en tomar azúcar refinado, sal, ultraprocesados...)

Para ello, una de las claves es establecer un menú para toda la familia. "Lo ideal es que el niño coma lo mismo que sus padres" expresa Odile Fernández, doctora experta en nutrición. ¿Pero cómo? Adaptándolo a las habilidades de los niños. "Si es muy grande lo que pretendemos darle se le corta en trozos, teniendo en cuenta el tamaño de su manita. Si está muy duro se elige la parte más blanda", apunta.

También se pueden adaptar los ingredientes, "si tiene sal nuestra comida, intentamos apartar una parte sin sal para el niño o echarle la sal a nuestra comida después de servir la ración del pequeño", añade. Es más, este sistema también puede ayudar a los adultos a mejorar la calidad de sus comida y llevar una dieta más sana.

"El hecho de que el niño coma lo mismo que nosotros va a hacer que se acostumbre a comer sólido temprano, que pruebe gran variedad de alimentos y si nuestros hábitos son saludables le estemos inculcando desde que es pequeño una alimentación saludable, con beneficios para su salud a corto y a largo plazo", comenta la experta en alimentación infantil.

Y cuando decimos lo mismo no significa reducir el recetario pensando en lo que le gusta o puede comer un niño. "Deberíamos comer todos lo mismo, por ejemplo, un cocido de garbanzos, o un potaje de lentejas, comemos lo mismo y después podemos ponerle sal o picante. O en caso de la fruta le damos una fruta, troceada, no hace falta que le demos puré o batido. Con los trozos de fruta sería perfecto", concluye.