Gallegas a la vanguardia

"La ciencia en Reino Unido es colaborativa, competitiva y moderna"

La sonense Alba Fernández Sanles, investigadora en Ciencias de la Salud Poblacional en la University College London, participa en un gran estudio británico para medir el impacto del Covid persistente

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Le mueve la curiosidad científica por entender cómo influyen el estilo de vida y otros factores externos en la salud humana y la aparición de enfermedades, pero también su compromiso con la sostenibilidad, la igualdad y la equidad social. Alba Fernández-Sanlés (Xuño, Porto do Son; 1988) conjuga todos estos valores e intereses en su intensa trayectoria personal y profesional. Además de ser investigadora en la Unidad MRC Lifelong Health and Ageing de la prestigiosa University College London (UCL), es la responsable del departamento de Divulgación de la Asociación de Científicos Españoles en Reino Unido (SRUK/CERU), colabora con ONGs y forma parte de la octava edición del proyecto Homeward Bound, que busca formar una red de científicas de todo el mundo y que culminará con una expedición a la Antártida.

Y sus inquietudes y conciencia social no la dejan quedarse ahí. A raíz de la crisis ambiental generada por el vertido del Toconao y ante la impotencia de no poder acudir a limpiar las playas de su municipio de origen, Alba impulsó la creación de un consorcio que aúna a científicos y ciudadanos y que acaba de publicar en la revista Marine Pollution Bulletin un artículo sobre el impacto de los pellets en la costa gallega.

También verán la luz en unos meses los resultados de un proyecto sobre el Covid persistente en el que ha participado, “un esfuerzo titánico” que ha implicado a investigadores de todo Reino Unido y de diferentes disciplinas y que seguramente tendrá “un gran impacto” en las políticas de salud pública.

Apasionada por la naturaleza desde niña, Alba quería ser investigadora y se especializó en Biología molecular en la Universidad de Santiago. Después se fue a Barcelona y Granada para seguir formándose y se sobrepuso a dos pésimas experiencias laborales en la ciudad condal que le afectaron anímicamente para seguir sus sueños y doctorarse en Biomedicina por la Pompeu Fabra. Bajo la dirección del catedrático Roberto Elosúa, desarrolló una tesis en el Instituto de Investigación Médica del Hospital del Mar sobre epigenética –cambios en la expresión de los genes que no alteran el ADN y pueden estar influenciados por el estilo de vida– en enfermedades cardiovasculares y salud cardiometabólica.

Divulgando ciencia con la ONG Native Scientics en la Embajada de España en Londres

Divulgando ciencia con la ONG Native Scientics en la Embajada de España en Londres. / Native Scientists

Su siguiente paso fue la Universidad de Bristol, una de las mejores en epidemiología del mundo, pero se incorporó a finales de febrero de 2020, poco antes de la irrupción de la pandemia, así que los proyectos previstos perdieron prioridad frente a los relacionados con el Covid.

“Había una incertidumbre enorme y fue todo un reto, pero también un periodo muy fructífero porque en Reino Unido me encontré una manera de hacer ciencia distinta. Aquí es colaborativa, competitiva y moderna. Es verdad que en Barcelona hay más recursos y también se hace buena ciencia, pero aún así España siempre tiene el problema de la financiación. Aunque haya mentes brillantes, equipos multidisciplinares e ideas fantásticas siempre faltan fondos para los proyectos o la estabilidad del personal. Aquí no es tan fácil la progresión, pero siempre hay recursos”, compara.

A principios del año pasado, Alba se trasladó a Londres, al departamento de Ciencias de la Salud Poblacional de la UCL, una de las mejores del mundo. La investigadora sonense recuerda que fue precisamente en la capital británica donde los estudios de John Snow sobre los brotes de cólera en el siglo XIX marcaron el nacimiento de la epidemiología moderna.

“En lugar de estudiar la enfermedad en un individuo, un tejido o una célula, lo hacemos a nivel de poblaciones y, en un mismo grupo, convergemos biólogos moleculares, fisiólogos, médicos, psicólogos, economistas, sociólogos... Y es fascinante integrar todas estas disciplinas en las mismas preguntas. Los experimentos de laboratorio son muy importantes, pero no están libres de sesgos. Sin embargo, si detectas algo en una investigación observacional con cientos de miles de personas es más probable que eso esté pasando realmente”, comenta.

Actualmente, Alba está implicada en estudios sobre infecciones y su impacto en la salud y, dentro del gran proyecto sobre Covid persistente, forma parte del estudio Deep Phenotyping, en el que participan voluntarios de dos grandes cohortes –grupos de individuos que comparten una característica común y se observan durante un periodo de tiempo– de Reino Unido. ”Una es de gemelos y otra, con sede en Bristol, reúne datos de mujeres embarazadas reclutadas a principios de los 90. Y se las ha seguido desde entonces a ellas, a sus hijos y nietos, y a las parejas que han ido teniendo a lo largo de estos años”, detalla.

“Comparo los casos de personas de esas cohortes diagnosticadas con Covid persistente con las que no lo han tenido para estudiar si la enfermedad tiene algún impacto a largo plazo en órganos y sistemas. Los resultados son interesantes y ofrecerán información para el diseño de políticas de salud. A lo largo de este año, ya se han publicado otros estudios sobre el impacto en cognición y en marcadores inflamatorios, pero es necesario seguir investigando”, apunta.

Un claro ejemplo de lo que los estudios epidemiológicos pueden aportar gracias a los datos de los voluntarios recogidos a lo largo de años. “Animo a todo el mundo a participar en estos estudios y a donar parte de tu tiempo y de ti”, señala Alba, que también aboga por representar a todas las poblaciones. “La ciencia ha sido muy colonialista y se ha olvidado de otras etnias o grupos sociales más desfavorecidos, pero cada vez hay un mayor esfuerzo por tener en cuenta la diversidad. Y si estamos hablando de que el estilo de vida, la cultura o la dieta pueden tener un impacto en la salud esto resulta clave”, subraya.

La investigadora se convertirá el próximo enero en la primera científica gallega que participará en la expedición a la Antártida de Homeward Bound. Alba Aguión, cuyo ejemplo la inspiró, fue la pionera en 2019 tras ser seleccionada para formar parte de esta red internacional que impulsa la colaboración de expertas en diferentes ámbitos para enfrentar los retos actuales, pero la pandemia frustró la campaña al Polo Sur.

En Londres con camiseta de Animosa, que patrocina su viaje a la Antártida

En Londres, con camiseta de Animosa, que patrocina su viaje a la Antártida / Cedida

“El programa me despertó mucho interés porque aborda tres temas que me apasionan. El cambio climático y la sostenibilidad; la visibilización de las mujeres científicas, la historia nos debe que ocupemos nuestro lugar; y un nuevo liderazgo. Hasta ahora, los líderes políticos, empresariales y en todos los ámbitos nos han llevado ante problemas muy graves. Y es necesario otro estilo más inclusivo y diverso, que implique a la comunidad. Un liderazgo más de colaboración y menos de egos”, defiende Alba, que fue seleccionada en esta octava edición junto a otras 107 mujeres de 17 países y 21 nacionalidades que deben poner en marcha su propia campaña de crowfunding para financiar el viaje.

Animada por estos mismos valores, en su tiempo libre, la sonense también coordina el departamento de Divulgación de SRUK/CERU, desde donde impulsa iniciativas como un libro de cuentos que ya ha logrado enviar a colegios de Ribeira. “Me gusta hacer ciencia inclusiva no solo entre los científicos, sino también con la comunidad para que llegue a todos. Los comunicadores y divulgadores son esenciales, pero nosotros también tenemos la obligación de llevar lo que hacemos a nuestro entorno de origen o en el que vivimos. Así se aumenta la cultura científica y ayudamos a que todos estemos más informados para tomar decisiones y participar en debates”, sostiene convencida.

Alba sigue muy vinculada a su tierra, a la que le gustaría volver algún día para establecer una cohorte de nacimiento con mujeres gallegas embarazadas para llevar a cabo estudios epidemiológicos. “A filla de Rosamari do Lourenso ou dos Roxos” e “neta de María a ghalantiña”, como se presenta en su campaña de Homeward Bound, toca la pandereta y baila los sábados con la Rede Galega no Reino Unido (REGA-UK). Y es la impulsora de Vieira, la iniciativa voluntaria para la innovación e investigación del Atlántico que nació tras la crisis del Toconao como “fruto de un esfuerzo colectivo”.

“La gente se estaba organizando en grupos de Whatsapp para limpiar las playas, solo la población estaba haciendo frente al desastre. Yo me sentía impotente y pensando en cómo podía ayudar desde aquí se me ocurrió crear un consorcio del que formamos parte científicos y también ciudadanos. Es colaborativo, transparente y estamos abiertos a más personas que quieran aportar”, destaca. Además de publicar su primer artículo científico, la red también ha enviado una propuesta al Parlamento europeo para inspirar cambios en las políticas de transporte que frenen este “problema recurrente a nivel internacional”. “Es una causa justa”, insiste, “que necesita ser visibilizada”. 

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