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“Hay aspectos sobre el hormigón que siguen siendo un misterio”

La doctora en Química Laura Caneda Martínez investiga en la universidad francesa Gustave Eiffel cómo llevar a cabo la impresión 3D del segundo recurso más consumido en el mundo tras el agua

Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel.

Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel. / Cedida

Sandra Penelas

Sandra Penelas

La construcción de nuestro mundo, el de ahora y el del futuro, depende en gran medida del hormigón. Es el segundo recurso más consumido en el planeta, tras el agua, y por ahora carece de alternativa, así que la comunidad científica busca maneras de convertirlo en un producto más sostenible y reducir su impacto ambiental. Laura Caneda Martínez (A Coruña, 1987) es investigadora en la universidad francesa Gustave Eiffel, cerca de París, y forma parte del grupo liderado por uno de los mayores expertos mundiales en su fabricación mediante impresión 3D.

No existe un material de construcción mejor y su uso es tan elevado que tiene una contribución importante a las emisiones de CO2. Por eso, cuando hablamos de consumo de recursos, contaminación y cambio climático cualquier medida debe tenerlo en cuenta para que sea realmente eficiente”, destaca.

A pesar de ser un material tradicional, añade la experta, todavía ofrece muchas incógnitas: “Hay aspectos sobre el hormigón, incluso los más básicos, que continúan siendo un misterio”.

Antes de estudiarlo en el laboratorio, Laura trabajó como jefa de Calidad en una constructora tras graduarse como ingeniera técnica de Obras Públicas por la UDC en 2009, en plena crisis. “En el instituto me gustaban el dibujo técnico y las matemáticas y cuando empecé la carrera estábamos en la época de vacas gordas de la construcción. Pero al acabar ya no era tan buena idea. Aún así encontré empleo, pero no me gustó nada. Me comía el alma porque era todo lo contrario a lo que hacemos los científicos. Nadie se planteaba preguntas”, recuerda.

Aún así no se decidió a dejar un buen trabajo en aquel momento tan convulso. Hasta que sufrió un accidente en una obra. “Me lesioné las cervicales. No fue muy serio, pero me mareaba mucho y me fallaba la vista, por lo que no podía conducir, que era algo necesario. Así que ya tenía las excusa para poder hacer otra carrera. Cuando tenía un mal día en el trabajo pensaba que si estudiaba Química me iba a convertir en la persona más feliz del mundo. No lo soy, pero he mejorado bastante”, comenta entre risas Laura, que ya está casi del todo recuperada.

Acabó la carrera con matrícula de honor y premio extraordinario de la UDC y se incorporó al mundo de la investigación a través de un grupo dedicado al diseño de fármacos para imagen médica. Pero no consiguió financiación para hacer su tesis y se trasladó a Madrid, al Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, del CSIC, donde pudo combinar su doble formación en ingeniería y química.

Y ahí se reencontró con el hormigón. El trabajo de Laura estaba relacionado con el uso de desechos industriales para su fabricación: “Una de las formas más sencillas de reducir su impacto es sustituir parte del material por otro que acabe dando unos productos parecidos. Y los residuos de las minas de carbón tenían las propiedades que buscábamos”.

1Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel

Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel. / Cedida

Es un “ejemplo claro” de economía circular: “Retiras residuos que no están aprovechados y generas un nuevo recurso que te permite fabricar un cemento que genera mucho menos CO2 y que además tienen una durabilidad mayor. Por tanto, la vida útil de las estructuras será más larga, se tardará más tiempo en demolerlas y se generarán menos residuos. Desde el inicio hasta el final, es una opción mucho mejor desde el punto de vista medioambiental”.

Desde que se incorporó a la Universidad Gustave Eiffel en febrero de este año, Laura se enfoca en la impresión 3D del hormigón, una tecnología muy incipiente en el ámbito de la construcción pero con mucho potencial. 

“El hormigón se fabrica habitualmente con encofrados que le dan forma y lo protegen durante los primeros días, cuando es más vulnerable. Pero en la impresión 3D los eliminas y entonces el material se seca más y le salen grietas. Por eso estoy trabajando en entender cómo funciona este fenómeno y en buscar formas de evitarlo como el uso de fibras de polipropileno”, detalla.

La mayoría de los investigadores de su grupo son ingenieros, así que sus conocimientos como química son muy valiosos para los estudios que desarrollan. Y ella colabora además con el jefe del laboratorio, el profesor Nicolas Roussel. “La impresión 3D requiere unas propiedades de hormigón en estado fresco muy particulares. Tiene que ser lo suficientemente fluido para poder bombearlo por una tubería, pero una vez que sale por el extrusor tiene que mantener su forma y el peso de las capas que se van acumulando encima sin colapsar. Es muy complicado y entonces lo que hacemos es añadir aditivos plastificados al principio y aceleradores de hidratación. Es un juego con mucha química detrás”, explica.

2Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel.

Laura Caneda, en el campus de la Universidad Gustave Eiffel. / Cedida

La Universidad Gustave Eiffel se creó en 2020 como resultado de la fusión de varias instituciones académicas, así que cuenta con gente de trayectoria reconocida. “Los recursos son mayores que en España. En Francia hay poca burocracia y mucho más nivel de financiación”, compara.

También destaca el buen ambiente laboral que se ha encontrado en el laboratorio de Roussel: “A veces los grupos tan buenos son muy competitivos y apenas ves al director, pero aquí todo lo contrario. La atmósfera es muy buena, hay mucha colaboración entre nosotros y nos vemos todas las semanas con el jefe”.

"En Francia hay poca burocracia y mucho más nivel de financiación para investigación que en España"

Laura tiene una beca postdoctoral de la Xunta, que implica trabajar durante dos años en un centro extranjero antes de regresar a Galicia. En su caso, será al grupo gCons de la UDC, que ha iniciado una línea relacionada con la utilización de recursos para fabricar cemento con menos impacto medioambiental. 

Por ahora, los proyectos con hormigón aditivo se reducen a la fabriración de arrecifes y viviendas unifamiliares. “También se hacen piezas para luego aplicar en obras, aunque todo tiene un carácter más bien experimental. El futuro está en la impresión 3D, pero no sé si encontraré trabajo en España o en Galicia en este ámbito. Es muy complicado e igual tengo que seguir en Francia un par de años más. La beca de la Xunta está muy bien pero la estabilización sigue siendo difícil”, comenta.

Laura Caneda, en su laboratorio

Laura Caneda, en su laboratorio. / Cedida

Laura reside en la pequeña ciudad de Noisy-le-Grand y está aprovechando su estancia en el país galo para recorrerlo y disfrutar de su gastronomía, aunque se ha llevado alguna que otra decepción. “Tenía la idea de una cocina sofisticada y elegante pero el otro día fui a Lyon, que se supone que es la capital gastronómica de Francia, y servían callos rebozados y salchichas llenas de tripas. Eso sí, los postres aquí están estupendos”, admite divertida.

Laura, en una de sus excursiones por Francia.

Laura, en una de sus excursiones por Francia. / Cedida

A Laura le sorprende el alarmante déficit de mujeres en los estudios tecnológicos y científicos: “Nunca me trataron diferente en ninguna de las carreras que hice. Es verdad que en el área de química tiende a haber más mujeres y la química del cemento es un área liderada, en general, por investigadoras en España y en Europa. Pero no entiendo por qué no hay más alumnas, en el instituto muchas veces tenemos mejores notas y podemos optar fácilmente a este tipo de carreras”. 

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