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40 años del triunfo de “Por el cambio”

El 28 de octubre de 1982 el PSOE cosechaba un apabullante resultado electoral que aupó a Felipe González a la presidencia del gobierno. Diputados gallegos electos en esa legislatura consideran que ese hecho marca la consolidación de la democracia y el inicio de la modernización de España

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Felipe González durante un mitin en 1982, en Vigo, acompañado del alcalde Manuel Soto y de los candidatos a diputados. FDV

El jueves 28 de octubre de 1982 el Partido Socialista Obrero Español llegaba por primera vez a la presidencia del gobierno con un apabullante resultado electoral que le otorgaba 202 de los 350 escaños del arco parlamentario, “la mayoría absoluta más aplastante que se ha dado en todas las legislaturas desde la institución de la democracia de la Constitución de 1978”, destaca José Vázquez Fouz, cabeza de lista del PSOE al congreso por Pontevedra y uno de los tres diputados electos por la provincia ese año junto a Isidoro Gracia y Jesús Bahíllo. El actual alcalde de Vigo, Abel Caballero, también conseguía su acta de diputado por la provincia de A Coruña, pues en ese momento trabajaba de catedrático en la Universidad de Santiago. En Galicia, los socialistas consiguieron nueve escaños, frente a los trece de Alianza Popular y los cuatro de UCD.

Felipe González se convertía en el primer presidente de izquierdas de la democracia actual al frente de un partido que todavía se definía como marxista –años después de estar en el gobierno cambió su denominación a socialdemócrata–. Su eslogan “Por el cambio” había penetrado en el electorado y recabó un apoyo masivo cuyas claves radicaron, según apuntan los diputados gallegos electos, en varios factores: el fallido golpe de estado del 23- F de 1981 y el temor a que pudiera repetirse un intento similar, los errores “tremendos” producidos por la escisión de la UCD y “la difícil gobernación de España por parte del presidente Calvo Sotelo que en ese momento no contaba ni con el apoyo de los suyos”, indica Vázquez Fouz, quien añade el enorme trabajo y entusiasmo de los militantes e implicación del electorado, incluso el ajeno a la opción socialista en ese momento.

Pegada de carteles con el lema "Por el cambio".

Pegada de carteles con el lema "Por el cambio". FARO

Ambiente en la calle

En la calle había un ambiente de disgusto, una situación económica complicada por los retrasos en las reformas económicas como consecuencia de la situación política y que pese a los pactos de la Moncloa alcanzados en la legislación anterior no impidieron que Miguel Boyer, ministro de Economía con el PSOE de González, encontrase las arcas vacías”, explica Vázquez Fouz.

Francisco Santomé entonces concejal de Cultura del gobierno socialista del Ayuntamiento de Vigo encabezado por el alcalde Manuel Soto, describe el ambiente que se vivía en Vigo, donde el equipo de gobierno se encontraba volcado con su partido a nivel nacional y con la doble responsabilidad de gobernar y a la vez soportar las protestas sindicales en ese momento protagonizadas por los trabajadores del astillero Ascón, que reventaban todo cuanto acto público institucional se produjese. “Desde la izquierda había grupos que nos increpaban llamándonos españoleiros, en una época en que aún no existía el BNG, y en la que pertenecíamos a un sindicato, a la UGT. La gente se echaba a la calle con mucha fuerza. La situación se suavizó cuando implicamos a CC OO en el partido”, relata.

Cartelería de la campaña de Felipe González.

Cartelería de la campaña de Felipe González. FARO

La noche electoral

Santomé vivió la noche electoral en el Hotel Ciudad de Vigo, donde Isidoro Gracia, número 2 de la lista al congreso, seguía los resultados por la televisión acompañado del alcalde Soto. “Lo primero que sentí al conocer el triunfo fue preocupación porque me di cuenta de la responsabilidad que se nos venía encima. Bajé a dar una rueda de prensa y me aparté un poco de la celebración que se prolongó hasta las dos o tres de la mañana. Al día siguiente, ya me dije ‘a ver, por dónde empezamos’ y me cogí el Dyanne 6 para asistir a unas elecciones sindicales en una empresa de Vilagarcía”, relata el ingeniero sindicalista que había sido el primer presidente del comité de empresa de Citroën elegido democráticamente y que repetía como diputado tras haber formado parte de la candidatura socialista a petición del máximo responsable de UGT a nivel estatal, Nicolás Redondo.

La ciudadanía ejerciendo su derecho al voto. FDV

Para Jesús Bahíllo, el tercer diputado electo por Pontevedra también presente en el Ciudad de Vigo, el triunfo no fue una sorpresa. El politólogo procedente del PSP –Partido Socialista Popular, de ambiente universitario– sabía que estaría en el futuro gobierno porque así se lo había asegurado su amigo Javier Solana, uno de los hombres de más confianza de Felipe González. Por eso había pedido una excedencia por cargo público en su trabajo en el concesionario de la Mercedes, permiso que alargó otros cuatro años para formar parte de la siguiente legislatura y luego regresar a su puesto de trabajo para fundar años más tarde el Club Financiero de Vigo, el germen del actual Círculo de Empresarios de Galicia, del que fue presidente hasta su jubilación.

"En plena campaña pudo haber un intento de golpe de Estado; sabíamos con qué nos enfrentábamos pero estábamos dispuestos"

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Esa noche del 28-O “Alfonso Guerra ya nos había adelantado los resultados antes de que lo hiciera Dozón, el ministro de Interior, por un sistema de cuenteo de los votos por mesas que él hacía. Lo viví con cierta emoción porque era un cambio importante para España después de la trayectoria tan tempestuosa del siglo XX y de la dictadura de Franco”, dice Bahíllo.

Entusiasmo

En la sede del PSOE en Santiago, Abel Caballero esperaba ganar las elecciones pero no alcanzar los 202 diputados y el entusiasmo que se desató. “Durante el recuento empezó a llegar gente y tuvimos que salir a la calle, donde acabamos haciendo una celebración colectiva. Fue una ola de progresismo y entusiasmo imparable, un momento excepcional en lo personal y excepcional en lo político para España”, manifiesta.

Alegría, pero también discreción son las palabras que elige Vázquez Fouz para describir la celebración del resultado en el cuartel general de los socialistas de Pontevedra, en Marín. “Estábamos exultantes por las expectativas que generaba para el país, pensábamos más en el futuro que en el presente y sobre todo queríamos separarnos de ese pasado de carencias”, explica.

Temor a la reacción de los poderes fácticos

El temor a la reacción de los poderes fácticos por la llegada de la izquierda al poder también estaba presente en las mentes de muchos.  “Sabíamos a quién nos enfrentábamos y lo que nos estábamos jugando, que era mucho más que perder un puesto de trabajo como cuando convocábamos huelgas, pero estábamos dispuestos a hacerlo. Tras el golpe de estado del 23-F hubo otro intento en plena campaña electoral del 82”, afirma Isidoro Gracia. “En Lavadores, en Vigo, había una residencia de oficiales del ejército en la que se reunían cargos cada vez que jugaba la selección española; recibí un encargo de un diputado nuestro de la UMD (Unión de Militares para la Democracia) para acompañar a agentes de inteligencia del CNI y conseguir las matrículas de los que se reunían allí”, relata.

Al otro lado ideológico, Pablo Egerique, comenta que recibió el triunfo del PSOE “con cierto resquemor, inquietud y extrañeza”. “Nunca habíamos vivido un gobierno de izquierdas en España y los primeros días nos preguntábamos qué iba pasar, era como si hubieran venido los demonios”, dice. Esa incertidumbre enseguida se disipó y dio paso a la tranquilidad. “Hubo un comportamiento de la sociedad y una convivencia mucho más tranquilos que ahora, algo que pude comprobar más tarde cundo entré en la política activa a partir de 1985 como diputado en el Parlamento Gallego y compartí coche a Santiago con diputados socialistas”, relata. “Visto con la perspectiva de 40 años después, diría que entonces no existían esas dos Españas de las que se habla ahora, que parece que han resucitado a Franco y los políticos están todo el día insultándose”, añade a sus 86 años el abogado y asesor fiscal en 1982 que luego ocupó varios cargos políticos por el PP, entre ellos el de delegado de Estado para el Consorcio de la Zona Franca de Vigo, hasta su jubilación.

Egerique fue uno de los perdedores de aquella noche del 28 de octubre de 1982. Se presentaba de número 2 en la candidatura provincial de UCD porque así se lo había solicitado el cabeza de lista Sancho Rof, pese a no militar en esa formación y presidir el Partido Liberal en la provincia, el cual no se presentó a esas elecciones y acabó integrándose en 1989 en el PP. “Aquella noche me llevé un disgusto por el batacazo tremendo para la UCD, que pasó de más de 120 escaños a 12. Estábamos en la sede de la calle Michelena en Pontevedra dando por hecho que yo no saldría, aunque estuve a punto porque en el recuento de las últimas mesas en Vigo el escaño estaba disputado entre mi amigo Alberto Durán (Alianza Popular) y yo; finalmente recayó en él”.

Operarios descargan las urnas.

Operarios descargan las urnas. Magar

La campaña

La victoria del PSOE ponía el broche de oro a una intensa campaña electoral en la que la caravana de con el eslogan “Por el cambio” y el emblema del puño y la rosa recorrió toda España. “Éramos recibidos con mucho entusiasmo, había un color especial en aquellos mítines, ofrecíamos la sociedad española un programa con mucha ilusión, muchas reformas y mucha capacidad para transformar a la sociedad”, indica Vázquez Fouz, quien recuerda como épicos los mítines de Tierno Galván y Felipe González, el cual en la campaña anterior , la de 1979, “hizo cuatro mítines en un mismo día en la provincia: en Lalín, Vilagarcía, Pontevedra y Vigo”.

Caravana electoral del PSOE en el centro de Vigo. FDV

Por su parte, Isidoro Gracia recuerda la campaña electoral de 1982 como "muy cansada” y al igual que su líder llegó a dar cuatro mítines en una jornada. “Le saqué todo el partido que pude a mi Dyanne 6”, comenta. Y recuerda las dificultades para llevar a cabo ese tipo de actos electoral en una Galicia donde imperaba la derecha y tan solo Vigo y A Coruña eran las islas socialistas con sendos alcaldes de ese partido. “En Mondariz –donde reside tras su jubilación– tuve que dar el mitin subido a un banco porque el alcalde había amenazado con mandarnos a la guardia civil”, comenta. Y sobre el que ofreció Felipe González en el pabellón de As Travesas, en Vigo, recuerda estar tratando de apaciguar los ánimos de unos compañeros sindicalistas del naval que habían acudido a manifestarse.

El asentamiento de la democracia

La victoria del PSOE en 1982 “significó el asentamiento de la democracia, un año después del golpe de estado, y marca el inicio de la modernización de España, que pasa a ser un país moderno en el ámbito europeo y tres años después entra en la CE”, sostiene Abel Caballero, quien añade que “fue el momento de la política social, de las inversiones, de las infraestructuras –aeropuertos, carreteras, trenes de alta velocidad–. Se inició un cambio imparable en el país”.

Votantes escogiendo papeletas.

Votantes escogiendo papeletas. Magar

El actual regidor de Vigo y uno de los dos diputados del PSOE en 1982 que sigue activo en la política junto al ministro de Cultura, Luis Planas, indica que en aquella legislatura se establecen las bases para todo lo que se construyó en un futuro. “Hasta 1982 España vivió aquella transición con una paralización total en el ámbito de la economía. Por citar ejemplos de nuestro entorno, no había autovías en Vigo en 1982, a Madrid íbamos por una carretera de dos carriles y en las cuestas, uno; el tren tardaba doce horas en llegar Madrid, el aeropuerto tenía una pista que no daba para que aterrizaran las modernas aeronaves. Por tanto, el 82 significó el cambio total que sigue ahora. Se estableció aquel impuso que tiene que continuar y que llevamos adelante, sentó las bases para la España moderna que tenemos en ese momento”.

Las bases de la España moderna

Vázquez Fouz coincide con la valoración de Caballero y añade que la legislatura de 1982 sirvió para planificar las infraestructuras que ya había diseñado Indalecio Prieto para que el país no tuviera solo comunicación de aspecto radial, de Madrid a las ciudades de la periferia, sino también de carácter transversal: “Uniendo Barcelona con A Coruña a través de la Transcantábrica, el norte con el sur a través de la Vía de la Plata, Andalucía con el Levante y éste con Cataluña”.

Jesús Bahíllo por su parte comenta: “El cambio respondió a las expectativas que teníamos. España pasó de ser un país en blanco y negro a ser multicolor, se homologó a las democracias internacionales avanzadas, se proyectó al exterior como nunca lo había hecho –ahí Felipe hizo un labor importantísima-, las políticas sociales y fundamentalmente el sistema nacional de la salud pública de Ernest Lluch, del que estamos disfrutando ahora, fue un éxito, y luego las infraestructuras, con los fondos europeos, cambiaron España”. “Por lo menos los ocho años que estuve de diputado fueron extraordinarios, la cosa se complicó un poco en el 93 a raíz de Roldán y demás”, comenta este exdiputado, que actualmente no milita en el PSOE. “Me di de baja por la política de Sánchez con los nacionalistas, me desvinculé de ese partido socialista, no del PSOE que conocí”, aclara.

Cola ante un colegio electoral. FARO

El que sí continúa como militante es Isidoro Gracia, quien aporta la importancia que tuvo para la socialdemocracia europea, que apoyaba al PSOE, el triunfo de Felipe González y sus años en el gobierno. “Estamos viviendo de los réditos que la socialdemocracia consiguió en los años 80 y 90, una buena parte de los 450 millones de europeos disfrutan del estado de bienestar por las decisiones que se tomaron entonces y algunas de las cuales se han ido diluyendo. Se alcanzaron cotas de poder y cambio real para la inmensa mayoría de la gente. Algo que repetía cuando iba de campaña era “educación para todos, sanidad para todos y pensiones para todos”. Lo sigue habiendo pero cada vez con menos medios. En España en 1976-77 tenían derecho a pensión menos del 50% de los que trabajaban, sanidad aún menos; se ha pasado a que todo el mundo tenga pensión, contributiva o no, asistencia sanitaria universal y educación gratis hasta los 16 años. Estoy muy preocupado, mis nietos no van a disfrutar un buena parte de lo que yo peleé”, manifiesta Isidoro Gracia.

“Muchas de las cosas que se consiguieron entonces se han ido diluyendo, y una de las trincheras que nos quedan son los sindicatos, buenos, malos o regulares, porque cuando uno ve un salvavidas no le importa el color que tenga”, advierte el ingeniero, tecnólogo y sindicalista.

"Trabajar con Felipe fue muy fácil; para él la clave era modernizar, nos pedía impresiones y apostaba por introducir en España las grandes novedades que había en Europa"

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Desde una perspectiva a la izquierda del PSOE, Carlos Núñez, militante y fundador del Partido Comunista en Galicia y concejal en Vigo en las primeras elecciones democráticas y en 1983, ofrece su valoración sobre el triunfo del PSOE en 1982 y años posteriores: “Los resultados electorales del 82 quedan lejos de actualidad, en que contamos con un Gobierno unitario y progresista. Aquellas elecciones se celebraron en una democracia en peligro: ambiente de ultraderecha golpista, crisis económica, paro, atentados… Elecciones que marcaron la autodestrucción de UCD, escasos resultados de la izquierda real y la abrumadora presencia de un PSOE felipista ganador que no hizo concesiones unitarias de futuro”.

“Tras aquel éxito electoral alcanzado en el 82, el solitario gobierno socialista entra en declive ante amplios sectores sociales: su conversión al atlantismo de la OTAN, aumento de la desigualdad social y enfrentamiento con los sindicatos por el diseño económico, erróneo enfoque autonómico…; o la incapacidad de arrojar luz sobre los restos del franquismo en la maquinaria del poder”, concluye Núñez.

El carisma de González y Guerra

Las dos figuras más carismáticas de aquel PSOE de 1982 eran Felipe González Márquez y Alfonso Guerra, dos líderes que “se complementaban muy bien y que marcaron una forma extraordinaria de hacer política, si bien es cierto que Felipe se convirtió de repente en el gran líder histórico de España con un poyo inconmensurable que nunca más tuvo nadie después de él, según indica Abel Caballero. El que fue ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones entre 1985 y 1988 recuerda que en la primera reunión del grupo parlamentario socialista elegido en 1982 “nos dijo que él era un hombre moderado y quería hacer una Transición moderada en España; aquello lo cambió todo”. “Trabajar con él era muy fácil porque entendía enseguida todo la primera; para él la clave era modernizar, nos pedía impresiones y apostaba por introducir en España las grandes novedades que había en Europa”, añade Abel Caballero.

No entiendo las barbaridades que a veces se ven en las redes sociales en relación a Felipe González, sobre todo, que fue el gran estadista español del siglo XX, sin ninguna duda”, lamenta Vázquez Fouz . “Y desde luego, de Alfonso Guerra, que era su mano derecha y al mismo tiempo promotor de muchas ideas, diálogos y debates, un hombre de una enorme cultura y astucia política, un político nato, con instinto. Ahora se nota en falta gente de esa talla. En el PSOE de entonces había un equilibrio entre las personas que estaban por las ideas y las que estaban por el poder, era un partido tolerante, muy plural, muy concentrando en que los debates eran necesarios y de ellos salían las decisiones importantes”.

Tras manifestar que con el que ha tenido y mantiene la relación es con Alfonso Guerra, Isidoro Gracia valora la figura de Felipe González. “De jefe le seguiría donde me pidiera, pero de socio no lo querría. Tenía visiones a cinco o diez años que yo era incapaz de vislumbrar, pero me di cuenta de que su análisis era correcto. A él no le importaba sacrificar por el camino cosas para conseguir algo, yo no tenía esa sensibilidad, venía del sindicalismo de a pie, mi visión era más cortoplacista. En una comida en la que estábamos hablando de cómo controlábamos el INI, que estaba en manos de gente que no creía en la industria pública, tecnócratas muchos de ellos del Opus Dei, me dijo con su gracejo andaluz: ‘No se pueden pisar todos los callos de una sola vez’". “No es cierto que ellos- González y Guerra- impusieran sus criterios al grupo parlamentario. En más de una ocasión les hicimos cambiar de opinión y salieron de las reuniones con nuevas propuestas que presentaban a la ejecutiva del partido. Uno de esos casos fue cuando logré sacar adelante la regulación del precio máximo del petróleo en base a las medias de los mercados internacionales, algo que al secretario de Comercio de Miguel Boyer le repugnaba porque pensaba que no sentaría bien en Europa”.

Felipe González y Adolfo Suárez. FDV

Por su parte, Bahíllo destaca la figura de Javier Solana, al que considera “la mano derecha” de González. De su trabajo de diputado, Bahíllo se muestra especialmente satisfecho de varios logros: haber conseguido la cobertura de desempleo para los marineros de barcos de menos de cien toneladas y, sobre todo, la autovía de Madrid al sur de Galicia, ya que el plan inicial era formar una “Y” en Monforte y de ahí bajar a Vigo y continuar a A Coruña. “El ministro Cosculluela nos pidió que le demostrásemos con un estudio que no hacer ese ramal perjudicaría al sur de Galicia. Manuel Soto, el Ayuntamiento de Vigo, pagó cinco millones de pesetas a una consultora de Madrid para que nos hiciera el informe y con él se hizo la autovía”, explica.

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