El PPdeG renunció a abrochar la campaña sin apelar a todos sus posibles caladeros de votantes. A los que oscilan entre cualquiera de los tres partidos de la derecha, desde luego, pero también a una bolsa de electores que tradicionalmente decantó la balanza por el PSOE y que, con los pactos que posibilitaron la moción de censura, se distanciaron de Pedro Sánchez. Son los "socialistas de corazón", como los definió ayer Alberto Núñez Feijóo: aquellos que siempre apostaron por líderes que "no tenían otro objetivo que servir a España" y que militaron en una izquierda diametralmente opuesta al nacionalismo. "A esos tenemos que pedir el voto", aludió.

Poco antes de viajar a Madrid para arropar a Pablo Casado en el mitin de cierre de campaña, Feijóo aterrizó en Vigo. Desde allí, aprovechó para recordar las críticas de Abel Caballero y Carmela Silva al Sánchez de las primarias, pero también para hacer hincapié en la existencia de un votante "huérfano" -nostálgico del PSOE de la pana de Felipe González y Alfonso Guerra- que ya no se identifica con un partido "ocupado por el egocentrismo, el populismo, el nacionalismo y el independentismo".

Un perfil, en fin, que en tiempos también fue invocado por Ciudadanos y que vuelve a escena en los últimos minutos de la carrera electoral, cuando todas las miradas se enfocan en la batalla que libran PP, Ciudadanos y Vox. Es la guerra del "voto útil". El mandatario se preguntó "para qué vale" entregar apoyos a los de Rivera o Abascal, si ante la expectativa de no verse traducidos en escaños, pueden acabar favoreciendo la continuidad de Sánchez en La Moncloa: "Todos esos votos se pondrán al servicio del PSOE". Una estrategia, la de fragmentar el voto, que "nunca perdonará" a sus rivales.

La misma idea la ilustró con una particular metáfora: el parchís. "Si tiramos el dado y sale tres, la ficha azul (PP) mueve tres posiciones", introdujo. "Ahora bien, si a la ficha azul, a la amarilla-naranja de Ciudadanos y a la verde de Vox le salen una; son las mismas tres, pero solo avanzamos una casilla". Feijóo extendió su argumento al Senado, donde la posibilidad de que el PSOE recupere la mayoría obstaculiza una eventual aplicación urgente del 155 en Cataluña.

Y ahí, en el plano territorial, el PPdeG no consiente lecciones. Ni de los "patriotas" que dicen "barbarides" como desmantelar el Estado autonómico, una idea de Vox, ni de los partidos que cuestionan el compromiso de los populares con la unidad, caso de Ciudadanos, que la semana a Feijóo de gobernar "como un nacionalista". "¿Nos van a enseñar a nosotros cómo se preserva Galicia del nacionalismo y el independentismo? Esto es una broma", proclamó

Al mismo guion se ciñó Ana Pastor. La candidata popular al Congreso por Pontevedra acusó al "estadista" Sánchez de promover la desmovilización con una campaña "larga y manipulada", pero también "plana" para que al candidato socialista no se le vean "los defectos". A esto le llamó la "Operación Disimulo": una maniobra promovida por el "SOE del corazoncito"que trataba de imitar la simbología empleada por Barack Obama en Estados Unidos. "Pero no cuela", zanjó Pastor. La expresidenta del Congreso también volvió a poner en valor el legado de Rajoy y tranquilizó a los suyos ante las encuestas: "Las nuestras dicen que vamos bien".

Previamente, la candidata a la alcaldía, Elena Muñoz, animó a votar al PP para desarrollar a Vigo "dentro una España fuerte" y recalcó, en vísperas de la cita con las urnas, "que con el PSOE a los vigueses nos va mal".