O Corpiño volvía a celebrar su día grande, por segundo año consecutivo, bajo la supervisión de los miembros de Protección Civil de Lalín. Sin embargo, y a diferencia de lo acontecido en 2020, cuando las restricciones eran más severas, los fieles que participaron en la misa solemne pudieron pasar por debajo del anda de la Virgen, que salió del templo hasta el altar improvisado en la carballeira, recuperando así uno de los rituales de la jornada. El propio alcalde de Lalín, José Crespo, que llegó al santuario a pie desde la capital dezana junto a otros romeros,fue el encargado de organizar esa parte del evento religioso en compañía de la concejala de Sanidade, Eva Montoto, y el responsable de Protección Civil, Víctor Blanco.

Los devotos fueron pasando bajo una imagen que los miembros de su cofradía trasladaron desde el altar mayor improvisado en el palco de la música hasta lo más alto de la carballeira que adorna el recinto. 

Por segundo año consecutivo, la pandemia obligó a establecer controles de aforo. De este modo, el número de feligreses desplazados hasta el santuario lalinense rozaría las 1.500 personas, que ocuparon las sillas repartidas por el recinto donde tuvo lugar la misa de campaña. Familias enteras volvieron a cumplir con la tradición incluso en forma de peregrinación. Es el caso de la familia Galego, que acudieron a su cita puntualmente vestidos todos del mismo modo Llegaron a tiempo de oír misa y, también, saludar a su tío sacerdote, que fue uno de los que concelebraron la misa, que fue cantada por el coro del Corpiño.

El vicario general de la Diócesis de Lugo, Mario Vázquez, fue el encargado de presidir la ceremonia en nombre del obispo acompañado por, entre otros, José Criado, rector del santuario, que en todo momento ofreció información a los presentes, sobre todo, durante el paso bajo el anda que tanto agradecieron los devotos.