La barrera del votante centrado

Parecía que de esta vez la historia se escribiría de forma diferente, parecía que después de una campaña impecable, arriesgada y abierta, el BNG podía tener la posibilidad de acceder a la Presidencia de la Xunta de Galicia, parecía que Pontón sería capaz de incorporar a suficientes votantes no nacionalistas para que los resultados fueran exitosos.

Y lo fueron, fueron unos resultados históricos, los mejores resultados de la historia del nacionalismo, un resultado que hubiera querido para sí el propio Beiras, un resultado que justifica el enorme trabajo realizado por el equipo de Pontón, pero no fue suficiente.

Lo más fácil es echar la culpa al desastroso resultado del PSdeG, a esa agonía permanente en la que entraron los socialistas en Galicia después de la marcha de Touriño, y de la que parece que el PSdeG no se recuperará en años, envuelto en esa bandera del municipalismo que todo lo cubre, hasta la ausencia permanente de un proyecto gallego.

Falló el PSOE, sí, pero eso no es nuevo en Galicia; lo nuevo tenía que ser el definitivo éxito del BNG, su capacidad de traspasar el centro político, porque de nada vale este enorme éxito si es solo resultado de un intercambio de votos intrabloque, es decir dentro de la izquierda.

El problema del BNG ha vuelto a ser el centro político, como le ocurrió a Beiras. Pontón ha hecho el trabajo más difícil, cambiar la imagen y la performance del BNG, ahora tiene que ensanchar las líneas rojas de la organización nacionalista, para que los votantes de centro puedan votarla.

Es cierto que Pontón ha llevado al BNG a donde nunca estuvo. La enorme diferencia entre la situación actual y la de Beiras es que el BNG ha consolidado su espacio estructural y ha cambiado de forma definitiva las dinámicas que tenía en el pasado. Y eso, seguramente, no podían hacerlo ni Beiras ni Quintana, porque no eran de la UPG.

Pontón ha tenido las manos más libres, es otro BNG, aunque sea de la UPG; ahora la UPG tiene que decidir si abre el partido al centro político, y eso significa tener una respuesta diferente para el tema del soberanismo y también para el tema de la lengua, las preguntas de Rueda. No es sólo un tema de contenido, ni Galicia va a ser independiente ni el gallego es un problema en Galicia, lo que falla es el relato, el rancio toque de superioridad moral y principista que ofende a los votantes centrados.

Pontón tiene que rematar el diseño del BNG, como Rueda tiene que hacer su propio PP, ambos se lo han ganado a pulso, y el PSdeG tendrá que repensar su futuro, otra vez, mientras sus votantes esperan. Porque de no ser así, empezarán a surgir numerosas iniciativas como la de Jácome, localismos de diversa índole, que entiendan que es más útil para sus propios municipios alguien que se dedique en exclusiva a defender los intereses de su pueblo que alguien que está sometido a la disciplina de los grandes partidos.

Aparentemente no ha cambiado nada, pero en estas elecciones se está produciendo un cambio global de escenario, que ya no permitirá repetir las recetas de antes, a no ser que se quiera tener los mismos fracasos, que a veces aparentan ser éxitos.