Galicia se impuso en el debate

Los candidatos durante el debate electoral.

Los candidatos durante el debate electoral. / Álvaro Ballesteros

Irene Bascoy

Irene Bascoy

La carencia de médicos en Primaria, la carestía de la vivienda, la lista de espera para entrar en una residencia de mayores, la fuga de empresas al norte del Portugal, la emigración de universitarios, la salud mental de los jóvenes, cómo revitalizar el campo gallego, cómo frenar la crisis demográfica, el modelo de negocio eólico, el uso del gallego en las aulas, los peajes de la AP-9 ... de todo esto y mucho más se habló ayer en el debate de la TVG. Y poco de Puigdemont, la amnistía, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Al fin, Galicia se impuso en la campaña del 18F. Bravo.

El debate fue animándose con el paso de los minutos y según los candidatos entraban en calor. En mi opinión, debían haber calentado antes, pero las inquietudes del día a día de los gallegos se pusieron encima de la mesa. Cada candidato ofreció sus recetas para Galicia, y los telespectadores son ahora los que deben decidir quién les convenció más.

Un debate electoral siempre es un riesgo. Y ayer Alfonso Rueda se encontró con cuatro candidatos de la izquierda que se ignoraron por completo y fueron a por el aspirante del PPdeG. Cuatro candidatos glosando uno detrás de otro las carencias de Galicia, y solo una voz para defender la visión contraria y exponer que la alternativa a su proyecto pasa por un bipartito o un tripartito. La cuestión es que el candidato del PPdeG sabía cuál era el escenario que se iba a encontrar, pero no perfiló una buena estrategia de ataque. Bastaba con remarcar las contradicciones entre los potenciales socios de coalición. Que las hay. No lo hizo, o no lo hizo lo suficiente.

El todos contra Rueda no benefició ayer al aspirante del PPdeG, que además le costó entrar en el cuerpo a cuerpo con sus rivales. Cuando bajó al barro, eligió como oponente a Ana Pontón. Sacó el programa electoral del BNG y acusó a la líder nacionalista de querer “imponer el monolingüismo” en la educación. También le recordó su relación, foto incluida, con Bildu, y el apoyo a presos de ETA “que mataron a gallegos”.

La candidata nacionalista se revolvió en su sitio, y remarcó que el Bloque “siempre ha estado contra ETA” y que su objetivo es que los niños salgan de las aulas sabiendo hablar gallego. Fue el momento en que Pontón rompió el tono presidencialista que moduló durante todo el debate. Atacada, se defendió y su inflexión fue la de portavoz de la formación frentista, no de líder de la alternativa. Ahí Rueda se apuntó un tanto.

Un debate electoral siempre es un riesgo. Y ayer Alfonso Rueda se encontró con cuatro candidatos de la izquierda que se ignoraron por completo y fueron a por el aspirante del PPdeG. Cuatro candidatos glosando uno detrás de otro las carencias de Galicia, y solo una voz para defender la visión contraria y exponer que la alternativa a su proyecto pasa por un bipartito o un tripartito

Ya en 2009 cuando Alberto Núñez Feijóo logró su primera mayoría absoluta la cuestión lingüística fue un arma de desgaste contra el bipartito, manifestación incluida a la que asistió el propio Rueda entonces. Quince años después, el PP vuelve a emplear la lengua gallega para restar opciones electorales a los nacionalistas.

Los veinte años de experiencia de Ana Pontón en el Parlamento explican su oficio en el debate. Y José Ramón Gómez Besteiro, que podía estar más desentrenado, sorprendió con su tono tranquilo, buscando colocar su mensaje socialdemócrata y galleguista. Marta Lois se esforzó en colarse en el binomio Pontón-Besteiro. E Isabel Faraldo fue la más combativa. Ella no fue a perfilarse como alternativa de gobierno, ella fue a atizar al PP.

La pregunta es si el debate ayudará a la oposición a movilizar a su electorado abstencionista. La maquinaria partidaria del PP ya se encarga de tensar a los suyos.

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