Eficiencia

Ocho décadas reinventando el frío

Frivigo, que posee la única fábrica de hielo para barcos de la ciudad, se dispone a implantar un nuevo sistema de doble congelado con el que ahorrará más energía

Profesionales de Frivigo descargan parte del hielo que comercializaron este lunes.

Profesionales de Frivigo descargan parte del hielo que comercializaron este lunes. / Marta G. Brea

Es verano y en O Berbés hace calor. Los pequeños barcos que faenan por los alrededores de la ciudad vuelven con mercancía y también, de paso, a por un poco de fresquito. Se acercan a las instalaciones que Frigoríficos de Vigo (Frivigo) posee en la dársena número cuatro; allí repostan hielo a tutiplén, palada tras palada hasta llenar sus capachos, y tal como llegan se van. A lo largo del día pasan por la planta decenas de personas que repiten el mismo proceso. Son marineros quienes se presentan, en busca de gélidas escamas para conservar su producto, pero también peixeiras o personal de las lonjas. Se necesita hielo cuando los buques salen a faenar, para garantizar que las capturas que pican se mantienen en buen estado hasta que llegan a puerto. Una vez arriban, el material recibe otra capa escarchada hasta que es subastado, los distribuidores lo compran y le ponen una tercera. Parte entonces a diversos puntos del país. Desde la red de supermercados de la urbe olívica y su área de influencia hasta el todopoderoso Mercamadrid.

La compañía que preside José Antonio Llorca es esencial por una razón de peso, regenta la única fábrica de hielo para el sector pesquero que alberga Vigo. “Si nosotros cerramos, muchas embarcaciones dejarían de venir a descargar aquí”, reconoce, aunque eso no ocurrirá. Pese a la caída de la flota y a su modernización –algunas naves ya cuentan con sus propias máquinas de hielo, por no hablar de los arrastreros congeladores y sus gigantescas líneas para tratar el pescado a bordo–, el negocio es completamente rentable. Han sabido reinventar el frío para combatir la merma de la demanda, centrándose en reducir sus costes energéticos.

Lo hicieron hace cinco años, cuando cubrieron su planta con un colosal tejado de paneles solares de 150 kilovatios de potencia, y lo volverán a hacer en breve, incorporando un sistema de doble congelado con el que enfriarán el agua antes de que llegue a los generadores de hielo, ahorrando entre un 13% y un 15% de la electricidad que consumen. “Es una inversión asumible para la sociedad”, resalta su máximo responsable. El contrato está firmado y colaborarán con una empresa gallega para consolidar esta mejora que incluirá, entre otros aparatos, nuevos compresores frigoríficos.

Un cliente echa varias paladas de hielo en un capacho.

Un cliente echa varias paladas de hielo en un capacho. / MARTA G. BREA

La compañía, que cuenta con máquinas para la carga directa a los barcos y aspersores de hielo para camiones, así como venta asistida al por menor, tiene además tres túneles de congelación con una capacidad para 75 toneladas. En total, en un solo día, puede producir 200, 125 más, si bien en estos momentos la demanda media se rebaja a la mitad y ronda los 100.

No obstante, jornadas de calor como la que ayer plasmó el sol sobre Vigo ayudan a que aumente el movimiento. “Se vende más porque en las embarcaciones se derrite antes. Y en las lonjas, aunque estén climatizadas, en vez de hacer nueve grados como sucede en invierno igual hay 18”, explica por su parte Vicente Arias, director técnico de Frivigo. A ello, como punto positivo, se suma la pesca a la ardora. Buques que “van y vienen en el día con pequeños pescados que necesitan mucho hielo”.

Así las cosas, hay días que venden 130 toneladas, puede que 160, y otros en los que la cifra se acorta a las 90 o menos. En este sentido, para contrarrestar el inevitable descenso de la demanda, el profesional también insiste en la importancia de ganar en eficiencia, en su caso buscando soluciones en aquellos campos donde es posible. “Al final una tonelada de hielo es una tonelada de agua, no puedes abaratarla por ningún lado. En la energía sí que puedes intentarlo. Siempre estamos con proyectos de optimización, implantando herramientas más novedosas para disminuir el gasto”, comenta.

Gracias a esa filosofía corporativa, la planta ha logrado seguir en pie de forma ininterrumpida durante más de ocho décadas, desde que fue creada en 1940 para focalizarse en la elaboración de hielo. Posteriormente fue extendiéndose a otros sectores, modernizándose durante todo este tiempo. Ampliando su catálogo y prestando servicio de almacenamiento frigorífico, o poniendo a disposición de sus clientes salas especializadas para el procesado de productos del mar frescos y congelados.

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