Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nieves y Ramón, con su vaca Cantora (O Pino).Xoán Álvarez

Explotaciones

La jubilación sentencia a las lecheras

Ganaderos como Ramón y Nieves, forzados a deshacerse de sus vacas ante la ausencia del relevo generacional del que adolece el campo gallego

En San Mamede de Ferreiros (O Pino) el verde cobra fuerza. Lejos del ruido y la polución de las ciudades, reina el silencio y se respira fresco. Quizá por eso Ramón Balado, ahora ya jubilado, decidió asentar allí su explotación. Por su pureza, el contacto con la naturaleza. La simplicidad del rural, su belleza. Una vez se casó con Nieves marcharon para esta parroquia coruñesa, donde comenzaron desde cero un auténtico proyecto de vida. Se trataba de crear una granja lechera. Ahora vende sus últimas cabezas para carne por la falta de relevo.

“De aquella se hacía la mili. Vine en el 78, no había tractor y teníamos 10 vacas”, comenta en declaraciones a FARO, dando cuenta de que partieron con muy poco para, poco a poco, generar mucho. Con el tiempo llegó la maquinaria, diseñaron y fabricaron las cuadras… Y hasta su propia casa. “Un proceso muy largo” que se extendió entre dos siglos y cuyo punto final comenzó a escribirse en diciembre.

Fue entonces cuando la pareja optó por deshacerse de sus vacas, a finales de 2022 más de 100. Al querer jubilarse y no dar encontrado profesionales que pudiesen hacerse cargo de la explotación, no les quedó otra. La mayor parte lecheras, las vendieron para incrementar la producción láctea de otra granja. El resto, unas 20 novillas y otras tantas de avanzada edad, continúan con ellos a la espera de acabar en el matadero. Más pronto que tarde.

La idea de Balado es “parar” este año. Él ya lo ha hecho por unos problemas de espalda que le impiden trabajar, mientras su mujer es quien ahora toma las riendas de un negocio que se sumará a las miles de pequeñas empresas vinculadas al sector agrario que ya han desaparecido en España. “No podíamos seguir con la explotación, teníamos que buscar trabajadores y no había”, resume sobre los motivos que les llevaron a deshacerse de sus vacas: “Toda la vida estuvimos trabajando aquí. Ni luna de miel, ni vacaciones, ni un día libre en toda nuestra vida. Ahora estos pocos años que nos quedan paramos y con algo que teníamos ahorrados más la jubilación nos dará para seguir viviendo”.

En cuanto a por qué no llega relevo, considera que la principal razón se debe al sacrificio que implica el campo. Y a sus 66 años evidencia que en su oficio lo que se lleva es “trabajar y trabajar”. “Tengo una hija que está trabajando en Santiago que ha visto como nosotros no descansamos. Ella en una empresa no es que vaya a ganar más, pero tiene otra calidad de vida que no tenemos nosotros. Nuestra calidad de vida fue cero, hay que reconocerlo”, destaca, haciendo hincapié en que “la gente joven no viene porque aquí estás amarrado los 365 días”.

“Nos lo ponen muy difícil”

De la misma opinión es Ana Canto, que en su caso cuenta con una explotación de más de 20 hectáreas en terras chás (Castro de Rei). De las 170 vacas que llegó a tener para producir leche a las 90 que posee ahora y que dedica a la venta para carne han pasado décadas, y con ellas ha llegado el cansancio y las ganas de poner fin a su actividad. Como sus compañeros de sector, deshaciéndose de las cabezas que todavía están alimentando.

“Nuestro mayor problema siempre fue encontrar empleados”, explica, afirmando que cerrarán su granja y alquilarán las instalaciones a otro ganadero. “Si no tienes empleados tienes que trabajar los 365 días, y ya lo hice muchos años”, dice, recordando que cuando era joven lo “más bajo” que existía era dedicarse a la ganadería.

“Antes nadie quería dedicarse al campo, hoy es un trabajo digno”, subraya Canto, de 60 años. Aunque a pesar de los avances tecnológicos, de las mejoras que ha experimentado el sector, resalta que uno de los peores inconvenientes que actualmente se encuentran es la falta de servicios. De una cobertura decente, tiendas u ocio cercano... De conexiones rápidas para poder desplazarse... De todos los privilegios de esas ciudades menos silenciosas y frescas, pero más y mejor adaptadas a las necesidades humanas... “Nos lo ponen muy difícil”.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.