Problemas “en enjambre” para el ganado de la miel

Los apicultores afrontan el 2023 sin descuento al carburante, pero con sequía, plagas, alta competitividad y enormes costes

Daniel, apicultor de Apicelta, junto a su mujer, Angelina, envasando la miel que producen en A Cañiza.

Daniel, apicultor de Apicelta, junto a su mujer, Angelina, envasando la miel que producen en A Cañiza. / José Lores

Desorbitadas olas de calor, plagas agresivas, mayores costes… Los apicultores gallegos llevan tiempo sobreviviendo a las malas temporadas y este año la cosa pinta peor. A la sequía o la velutina, se suma que el ganado de la miel no se verá beneficiado de la prórroga a las ayudas al carburante, extendidas a diferentes ámbitos del sector primario, como la agricultura. Todo ello en un contexto pesimista, de drásticas reducciones en la producción y los ingresos de los colmenares, marcado por la brutal competitividad que llega del extranjero.

“Los botes, las tapas o las cajas para transportar los tarros envasados. Todo ha subido”, indica Daniel Villaverde, copropietario de Apicelta junto a su mujer, Angelina, señalando que los precios que asume su negocio han crecido al menos un 50%. El último inconveniente –a sus ojos– ha sido que les hayan retirado la bonificación de 20 céntimos por litro de combustible que tenían desde el pasado 2022 y gracias a la cual podía visitar su explotación, en A Cañiza, para cuidar a sus abejas –al menos sin costarle un ojo de la cara–.

Por si fuera poco, el impacto de la avispa asiática hace mella en su empresa, como en la de numerosos compañeros de profesión. “La varroa para mí es un juego de niños”, dice al ser preguntado sobre esta especie invasora y cómo afecta a su economía. Según explica, a causa de dicho insecto ha perdido sobre un tercio de sus colmenas: en torno a 60 colonias que, a 150 euros por pieza, alcanzaban un valor que ronda los 9.000 euros. También lo que ha dejado de cosechar y muchas horas de trabajo sin frutos.

“Es tremendo, pero nada. Habrá que seguir así, qué le vamos a hacer”, lamenta, evidenciando que ya se está planteando volver a subir el precio de la miel a sabiendas de que, si lo hace, verá menguado su volumen de ventas. El negocio, que comenzó en los años 80 su suegro y finalmente heredaron él y su pareja en 2009 produce unos 25.000 kilos de este dulce líquido que fundamentalmente se queda en la provincia de Pontevedra (un 95%) en fruterías, pequeñas tiendas de alimentación y panaderías. En estos lugares, pero especialmente en las grandes superficies comerciales en las que hoy en día se concentra el consumo, cuenta con un duro rival que renuncia a la calidad por ser más barato.

Precios “adulterados”

“La competencia que tenemos en los supermercados es un problema importante”, manifiesta Xesús Graña, apicultor y dueño de Cova da Abella, resaltando que estas mieles vienen de fuera; mezcladas de Cuba, China o Rumania. “Gigantescas envasadoras que compran en zonas que sale muy económico producir, e incluso en ocasiones la adulteran, por unos precios irrisorios”, añade, para acto seguido hacer hincapié en que si no les dan una compensación se enfrentarán a gastos que acabarán siendo inasumibles: “Muchos apicultores ya lo están dejando, muchos están cerrando”.

Daniel, apicultor de Apicelta, junto a su mujer, Angelina, envasando la miel que producen en A Cañiza.

Daniel, apicultor de Apicelta, junto a su mujer, Angelina, y la miel que producen en A Cañiza. / José Lores

Esto lo dice al ser cuestionado sobre la retirada del descuento al carburante para su sector; conforme afirma “una mala noticia porque, al fin y al cabo, las abejas son ganado”. “No usamos gasóleo agrícola porque no necesitamos tractores, pero sí que necesitamos llegar a los colmenares y repartir la miel”, subraya. En su caso, al tener explotaciones en la costa y el interior, debe moverse con frecuencia, algo que ahora le resultará más caro. Y todo ello teniendo en cuenta que para ir a este tipo de sitios suelen ser precisos vehículos todoterreno, que consumen más que los automóviles convencionales y también por el tipo de entorno en el que se manejan.

A los problemas que afronta la apicultura gallega, suma otro tan preocupante como lo es el cambio climático. La menor racha de precipitaciones y la llegada de episodios de calor cada vez más fuertes como consecuencia de la sequía impactan en la productividad de las abejas y además afectan a la floración. “La flor necesita agua para producir néctar. Si no hay agua, a lo mejor hay bastante flor, pero no hay néctar. Y si no hay néctar, no hay miel”, comenta al respecto. “Este año fue malo y de aquí en adelante vamos a tener más años como este y va a haber que adaptarse”, advierte, pero si en nuestra latitud “aun vamos a aguantar”, las zonas del sur serán las que lo tengan “más complicado”.

La mitad de beneficios

Desde la Asociación Galega de Apicultura (AGA) reflejan que la producción de miel en la comunidad autónoma se ha reducido al 70% y estiman que los beneficios ligados de este producto han caído a la mitad por la mayor actividad de las plagas y el aumento de los costes. “Llevamos unos años que se puede decir que son malos, no solamente en Galicia, sino en toda España”, indican fuentes de la entidad, comentando –como el anterior testimonio– que “entra muchísima miel de fuera a precios muy baratos. Miel que a lo mejor no cumple las características que sí se exigen aquí”.

En la misma línea se expresan desde el Consello Regulador da Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Mel de Galicia, recordando que “las explotaciones apícolas son explotaciones ganaderas” y denunciando que la retirada de la bonificación de los 20 céntimos por litro de carburante “no tiene lógica”. Tal como reivindican, la miel también debería estar entre los alimentos con IVA reducido –como ha pasado con diferentes bienes de primera necesidad como las verduras, así como el aceite o la pasta– puesto que “es un alimento interesante a añadir en una dieta saludable” y bajar su precio haría “que los consumidores aumentaran el consumo”.

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