La transición hacia el vehículo eléctrico, toda una revolución en el sector de la automoción, no afecta solo a los grandes fabricantes. Las inversiones que está realizando grupos como Stellantis se reproducen también en las firmas proveedoras, que de igual forma tienen que adaptarse, bien sea para intentar hacer piezas cada vez más ligeras que rebajen el peso extra que supone llevar las baterías o, directamente, para pasar de hacer componentes para los motores térmicos y empezar a enfocar los negocios hacia los sistemas eléctricos. En Vigo y su área son varias las empresas que tienen que dar ese paso y que corren el riesgo de quedarse atrás. BorgWarner, una de las más relevantes, trabaja de forma incansable a través del centro tecnológico situado en Porto do Molle para que esto no se produzca e ir ganando los nuevos pedidos de grupos como Ford, FCA (actual Stellantis) o Renault, sus principales clientes. Y mientras esto no se produce –se espera que comiencen en 2026–, la firma ha logrado un megapedido que asegura la carga de trabajo para los próximos años. El contrato, logrado el pasado año con BMW, llevará a la planta de Vigo de la multinacional estadounidense a máximo de plantilla y también de ventas, duplicando incluso lo logrado en los últimos años, hasta los 200 millones de euros.
BorgWarner Vigo atraviesa una época que, como poco, es extraña. La electrificación del automóvil está suponiendo todo un desafío para una planta especializada en piezas que reducen las emisiones de los motores térmicos y, además, ve como el grupo invierte fuertemente al otro lado de la raia, en Viana do Castelo. De hecho, una de las últimas inyecciones de dinero en el país vecino (para ampliar la fábrica en 7.000 metros cuadrados) se anunció en plena pandemia, a finales de 2020, apenas un mes después de que acordase con los sindicatos un ajuste de plantilla en la factoría de Zamáns mediante 60 bajas incentivadas (se había planteado inicialmente un expediente de extinción de empleo para 103 trabajadores) tras la caída de las ventas de coches diésel. Y el año pasado se concretaron otros 25 millones de euros para una tercera fábrica, con 300 empleos aparejados.
BorgWarner realiza en sus instalaciones olívicas módulos EGR que reducen las emisiones contaminantes (los NOx). Y es precisamente este tipo de componentes las que ahora hará para BMW. En concreto, se trata de una pieza recall, es decir, para sustituir en motores que se encuentran ya en funcionamiento, de coches ya vendidos.
Según pudo saber este periódico, el número de piezas contratadas por el fabricante alemán es de aproximadamente 2,5 millones y corresponden a varias referencias, para varios motores. Con ello, y según confirman fuentes de la empresa, BorgWarner llegará en Vigo a récord de facturación (hasta los 200 millones de euros) y de plantilla. En la actualidad, emplea a unas 800 personas entre las dos instalaciones.
“Hemos sido capaces de capear el temporal gracias a la adquisición de nuevos proyectos que nos permiten incluso volver a crecer en el corto plazo hasta máximos históricos”, reconocía este verano el anterior gerente (ahora en México) de la planta, Pablo Alarcón, en una entrevista publicada por Global Industry, revista especializada de la patronal Asime.
A mayores de este megapedido de BMW, la firma actualmente está también inmersa en otro proyecto denominado HR12, que tiene que ver con motores a gasolina para Renault. De concretarse, sería el primer pedido centrado en sistemas de gasolina de BorgWarner Vigo. Por el momento, ya se han realizado las preseries.
Cero emisiones
Tras sortear el bajón en ventas con este encargo, la multinacional sigue trabajando en conseguir pedidos centrados en vehículos de bajas o cero emisiones, que protagonizarán el mercado en los próximos años. Según el plan industrial para Vigo, la idea es comenzar con piezas para coches eléctricos en 2026, si bien todavía esto no está definido.
Eso sí, los desarrollos no paran en Borgwarner, que en 2021 anunció su unión con el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG) para lanzar una nueva unidad mixta de investigación (UMI) centrada en la movilidad sostenible que, con una inversión de 3,6 millones de euros.
