El último anuncio incorporado a los principales portales inmobiliarios con las opciones de compra disponibles en el concello de Baiona muestra “un singular chalet unifamiliar independiente de piedra silvestre con parcela privada”, el sueño de muchos después de dos años largos de pandemia, pero apto para pocos bolsillos. Tiene 388 metros cuadrados construidos, cinco habitaciones, cuatro baños, parcela y piscina. A pesar de una reciente rebaja de 100.000 euros, hacerse con esta joya en la parroquia de Sabarís cuesta casi 550.000 euros. Hay, evidentemente, alternativas sustancialmente más baratas. Y también mucho más caras entre los cerca de 300 inmuebles libres en uno de los epicentros ahora mismo del bum del mercado de la vivienda en Galicia. Entre enero y septiembre del pasado año, en la localidad se vendieron 192 pisos y casas, un 92% más que en el mismo periodo de 2020, según los últimos datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. No es una excepción. Desde que se calmó la primera oleada del coronavirus, la demanda está disparada, sobre todo en los concellos de costa, donde se están cerrando más del doble de operaciones que en las principales ciudades de la comunidad.
A falta de conocer el balance del último trimestre del ejercicio, el volumen de ventas en Galicia rozó las 17.900 unidades, lo que supone un incremento anual del 37,3% y un 21% por encima también de 2019, antes de la irrupción del COVID-19. Los siete ayuntamientos más poblados concentran el 47% las transacciones. En todos suben las ventas, pero con grandes diferencias entre ellos y distanciados de la velocidad de recuperación que lleva el litoral.
La subida en Vigo fue del 39,6%, hasta los 1.879 inmuebles. La compra de viviendas avanzó un 30% en A Coruña (1.800); un 53% en Lugo (821); un 11,7% en Ourense; el 28% en Santiago; y ligeramente por encima del 40% tanto en Ferrol (561) como en Pontevedra (546). Salvo la capital gallega, que sumó únicamente 10 vecinos, adelgazaron su censo a lo largo de 2020 por el evidente éxodo hacia las localidades de su entorno, especialmente aquellas con mar. “Una de las consecuencias de la pandemia es esa, que la gente que vivía en un piso en el centro de las ciudades está cambiando su modelo de vida –cuenta Diego Esquer, director territorial Noroeste en Gesvalt–. Si antes tenían esas zonas como destino para verano, ahora directamente van a vivir allí”.
De entre los municipios gallegos que superan las 80 viviendas vendidas entre enero y septiembre de 2021, destacan, además de Baiona, los casos de Sanxenxo (324 inmuebles), donde el incremento anual llega al 88%; Sada, con un ascenso del 62% (220), Viveiro, un 83% más (223); o Ribeira, con un alza del 78,6% (209). En esos mismos porcentajes e incluso por encima se mueven Poio (78%) Ares (73%), Burela (251%), Barreiros (88,7%), Boiro (70%), Miño (131%), Ribadeo (89%), O Grove (81%) y Malpica (51%). Buena parte de ellos son, precisamente, los núcleos mejor parados de esos movimientos de huida desde las ciudades, como recoge la última actualización del padrón oficial de habitantes, que todavía refleja los cambios de domicilio del pasado 2021.
“Influye también el factor de los precios porque es verdad que han subido en los ayuntamientos más grandes de Galicia”, indica Esquer. “Comprar un piso de tres o cuatro habitaciones ahora en Vigo puede ir de los 300.000 a los 350.000 euros –continúa– y hay gente que esté dispuesta a invertir la diferencia con lo que le puede costar un chalé en el Val Miñor, entre 400.000 y 450.000 euros, y disponer de él todo el año sin gastos en una segunda vivienda para las vacaciones”.
El resto de los indicadores confirman la buena salud del mercado inmobiliario en Galicia. La firma de hipotecas aumenta a un ritmo del 25%. Entre enero y octubre del pasado año se crearon unas 2.700 viviendas entre obra nueva y rehabilitación y 2.900 en esos mismos meses de 2020, mientras que en 2019 apenas se pasaron de las 2.000. “Consideramos probable que las tendencias que surgieron en la pandemia se mantengan durante el próximo año, con un incremento de la demanda hacia viviendas de mayor tamaño y ubicadas en barrios periféricos y municipios limítrofes a las grandes capitales”, señalan los expertos de Gesvalt en su informe de tendencias para 2022, atentos a lo que pueda influir “aspectos como la inflación, el aumento de los costes de producción, la recuperación de la economía o la nueva ley de vivienda”.