Construido en madera, parado desde hace varios años y cargado de historias, el catamarán Crucero de Hío regresará a la actividad. El barco, un viejo conocido de las rías de Vigo y Pontevedra, donde operó transportando pasajeros de un lado al otro o conectando con las islas Cíes y de Ons, vuelve a la vida para poner rumbo a su próxima misión: Mauritania. Un armador español ha encargado a Industrias Navales A Xunqueira (INAX) la puesta a punto de esta embarcación con más de 40 años de antigüedad para ofrecer servicios de transporte en el país africano. Para ello, la obra incluye también una parte de habilitación, con la inclusión de camarotes y cocina, entre otros trabajos. A este barco se le sumará en los próximos días dos unidades pesqueras, cuyo destino será el mismo.
El Crucero de Hío fue uno de los barcos que hacía rutas en la Ría de Vigo, donde se dio a conocer en el año 1979. Junto al barco gemelo Crucero de Síngulis (botado un año más tarde por parte de los astilleros de Ríos, donde ahora se ubican Metalships & Docks y Montenegro), hacía las rutas entre la ciudad y Cangas (y hasta las Islas Cíes) para la compañía Cruceros Ría de Vigo, cuyo gerente era Jesús Pérez Rodríguez.
Tal y como recoge la hemeroteca del decano en aquella época, cada unidad costó 30 millones de pesetas, tenían casi 24 metros de eslora (y seis de manga) y una capacidad para transportar a 250 pasajeros.
Aunque también llegó a trabajar a partir de 1985 entre A Coruña y Ferrol, las zonas de trabajo habituales del Crucero de Hío eran la Ría de Vigo (principalmente) y la de Pontevedra. Bajo contrato de arrendamiento pasó por las manos de diferentes empresas, como Vapores de Pasaje, Navitur o Naviera Mar de Ons.
Sin embargo, los años acabaron pesando y su actividad se redujo drásticamente con la llegada de nuevas unidades. El Crucero de Hío acabó finalmente en manos de su último dueño, Manuel Ferradás, que lo operó en los meses de verano entre Ons y Bueu, localidad que fue su último puerto registrado. Fondeado en Beluso durante seis años, el catamarán estaba en venta prácticamente para el desguace hasta este verano, cuando lo compró otro armador gallego, cuya identidad no ha sido desvelada.
Xunqueira se encuentra trabajando intensamente en devolver el brillo perdido a este barco histórico de la ría, que estaba “casi desahuciado” tras tantos años a sus espaldas y el largo período de inactividad. En el astillero de Moaña le quitaron los asientos, trabajaron en la habilitación (creando un par de habitaciones) y le instalaron una cocina. Está previsto que en su nuevo destino, en Mauritania, sirva de barco de pasaje, principalmente centrado en el sector pesquero (como barco nodriza).
En los últimos años no son pocos los barcos gallegos que han acabado tanto en ese país africano como en Marruecos, aunque se trata principalmente de pesqueros. Los armadores, ante las dificultades que sufren de viabilidad por las cuotas pesqueras y la falta de relevo generacional optan por vender sus unidades. De hecho, Xunqueira recibirá en los próximos días dos pesqueros de más de 20 metros de eslora, desde Francia, y que tendrán con destino Mauritania.