La falta de relevo generacional en el sector pesquero y la acuicultura (como el marisqueo) es uno de los principales retos que enfrenta la industria en Galicia. Lejos quedan las cifras de afiliados (tanto por cuenta propia como por cuenta ajena) de principios de siglo, con más de 30.000 personas en el Régimen Especial del Mar. Hoy son menos de 20.000, cifra que la actividad lleva rondando desde 2015 sin apenas variaciones. Esta falta de reemplazos merma los efectivos que forman las tripulaciones de la flota, cuyas unidades también van desapareciendo de los muelles de la comunidad. La fotografía que deja el sector del mar es que por cada trabajador en activo en Galicia hay casi dos jubilados.
Los datos que recogen las estadísticas de la Seguridad Social reflejan que Galicia tiene a cierre de junio 19.971 afiliados a este régimen, de los que 11.175 son por cuenta ajena y el resto, 8.796, por cuenta propia. Hace un año, tras el estallido de la pandemia y en máxima carga de trabajo del sector, considerado esencial, el número de trabajadores era de 20.107; un año antes, 20.807, más de 800 personas más.
En lo que se refiere a las jubilaciones, Galicia cuenta con 31.970 pensionistas por el Régimen Especial del Mar, 1.200 más que hace una década según el Instituto Galego de Estatística (IGE). En cambio, la cifra de altas es más de la mitad que entonces. El pasado junio cerró con 59 personas más en este sistema frente a las 67 de hace un año o a las 131 de 2011. También respecto a entonces el valor medio de las pensiones se ha incrementado, situándose ahora en un promedio de 1.288,31 euros frente a los 1.057,6 de entonces, 230 euros más alta.
Si bien la pandemia supuso un revés importante para el sector del mar por la caída de actividad de su principal cliente, el canal Horeca, la herida viene de atrás. Los armadores, en boca de la patronal Cepesca, vienen demandando desde años la necesidad de atraer a los jóvenes. Lo hacen ante la seria dificultad de encontrar cómo completar sus tripulaciones, en especial en los puestos de responsabilidad.
Merma de flota
De hecho, los armadores señalan esta realidad como una de las causantes de la pérdida de barcos que se producen en España y, particularmente, en Galicia. Junto a las escasas cuotas en ciertos caladeros o a las restrictivas normativas en segmentos de flota como el palangre, las estadísticas de la Secretaría General de Pesca señalan que la comunidad autónoma perdió en cinco años más de 200 pesqueros (el grueso de artes menores) y más de 650 en una década. De hecho, el conjunto del estado bajó por primera vez de las 9.000 embarcaciones (8.839) a cierre de 2020, con casi 1.700 buques menos que en 2011.
Para intentar frenar esta situación las asociaciones y administraciones han lanzado iniciativas para intentar captar nuevo personal que apueste por vivir del mar. En los últimos años tanto la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI) como Puerto de Celeiro pusieron de su parte para ayudar a lanzar cursos de formación profesional (FP) dual junto al Instituto Politécnico Marítimo Pesqueiro do Atlántico y el IES Universidad Laboral de Culleredo, respectivamente. Otras asociaciones apostaron por lanzar apps en las que aglutinar ofertas de trabajo de sus flotas o realizar charlas entre los más jóvenes explicando las ventajas del sector. Todo para voltear la realidad de un sector histórico y arraigado a Galicia que, si nada lo remedia, se queda sin relevo.