El menú del día recupera su condición de valedor de los locales de la restauración. Con su retahíla de fieles y esporádicos habituales, llena los mediodías de los locales en los centros de las ciudades. Sus parroquianos, asiduos de las oficinas y de las largas jornadas lejos de casa, recuperan ahora un hábito que con la pandemia habían colgado. Los trabajadores vuelven a los restaurantes en busca de dos platos a un precio económico ante el que redimirse.
En los últimos quince meses de pandemia, los menús diarios de los restaurantes perdieron una tercera parte de sus clientes. Las restricciones a la movilidad y a la propia hostelería propiciaron que si antes de la pandemia un 35% de trabajadores almorzaba, al menos una vez a la semana, de menú del día; la cifra se contrajera hasta un 22% durante la crisis sanitaria. Sin embargo, desde la caída del estado de alarma se atisba una recuperación progresiva en las comidas de mediodía, pese a las restricciones de aforo.
“No es la locura de hace un año pero poco a poco va aumentando”
“Los trabajadores están dejando el táper y optan por otras opciones alternativas como restaurantes”, explica Marta Munné, consultora de AECOC Shopperview. Todavía queda mucho camino por andar, “no es la locura de hace un año pero poco a poco va aumentando”, coincide el dueño de Casa Cándido en Chapela, Francisco Pérez. El suyo es un negocio de tercera generación, tan constante en los menús del día que suponen la totalidad de lo que venden de lunes a viernes. Sus clientes son trabajadores de las empresas que se localizan en las proximidades de la localidad pontevedresa.
De media sirven entre 40 o 50 menús diarios. Una cifra similar a la que refiere Pablo Rodal, dueño de The Othilio Bar y Melitón en Vigo, que cuenta como días buenos cuando se alcanzan los 60 menús. Esta partida, la de los menús de mediodía, representa aproximadamente el 30% de la facturación de su negocio.
“Los miércoles y los viernes son los días más fuertes”, detalla Rodal. “Lunes y martes, posiblemente, los más tranquilos”
El menú del día tiene un peso especial para un segmento muy específico, “está enfocado a la gente trabajadora que no puede volver a casa a comer”, expone César Ballesteros, presidente de la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra (Feprohos).
“En zonas urbanas el menú está acotado a un precio asequible, entre los 8 y los 21 euros”
Pese a que no tiene por qué ser un perfil necesariamente barato, los menús del día acostumbran a serlo. Los estrechos márgenes de beneficio que un restaurante puede obtener del menú del día condicionan la propia rentabilidad del negocio. “Yo me estoy planteando quitarlo”, reconoce el dueño del histórico vigués Komercio, Manuel Fernández Domínguez (Lito). “La rentabilidad es muy baja. Nuestro menú es de 12 euros, si cuentas lo que pagas al camarero, el coste de la materia prima, los gastos del local… al final le ganas un euro al menú”, reflexiona. “Creo que todos los locales con menú de mediodía por debajo de 12 euros el beneficio es nulo o casi”.
El longevo local, que vio la luz en 1911, valora que el menú del día es al final “una forma de atraer a clientes, pero tenemos vecinos que lo han quitado y les va mejor”. Puestos a innovar parece que muchos han encontrado en las bondades del reparto a domicilio una nueva vía de ingresos, y no necesariamente a través de las principales compañías de delivery.
“La gente cogió la inercia y ahora siguen pidiendo el menú a casa, aunque esté el local abierto"
La experiencia ha sido un grado en este cómputo y, al ver que la comida llegaba caliente y en buen estado, muchos negocios se sumaron a la ola del take away. “Ahora atendemos de media a tantas personas en el local como en el restaurante”, asegura Rodal.
Dejando atrás un poco la comida hecha en casa, los platos preparados de los supermercados se presentan como la principal competencia para los menús del día, avanza Munné. El teletrabajo y los ERTE mantienen todavía esta vuelva a la restauración tímida entre semana. “Antes se iba a la oficina, ahora no tanto. El menú del día es uno de los grandes perjudicados de la hostelería”, contextualiza Ballesteros.