“Mi reino por un menú del día”. O, más bien, por una modificación de la orden con la que la Xunta decretó el cierre total de la hostelería en Galicia para contener el avance de la pandemia. “Figúrate un camionero que trabaja de noche, con toda la fatiga. No puede parar a tomar un café, a hacer sus necesidades”. Es un clamor en la voz de Alberto Vila, coordinador de la Federación Galega de Transportes (Fegatrans).
“Podemos aguantar un día o dos, pero no más”.
“Si antes parábamos a comer en A Mezquita, ahora lo hacemos en Padornelo. Los que podemos, claro"
La imagen se repite, de los camiones de Alberto Martínez y Juan Carlos Barciela a la caseta de obra habilitada por Civis Global para los operarios que trabajan en la futura planta de Frioya en Mos.
Es rotundo: “Estamos peor que los perros”. Ayer tocaron callos caseros, macarrones y carne. Solo que, para algunos, al menos existe la opción de almorzar caliente y sin un volante Iveco de mesa de comedor. “Tienen que habilitar unos servicios mínimos”, coincide el presidente de la Federación Gallega de la Construcción (FGC), Diego Vázquez Reino.
“Durante el confinamiento –recuerda Vila– se reconoció el trabajo de los transportistas, quedó evidente que somos fundamentales, y garantizamos el abastecimiento de los supermercados. Pero parece que se han olvidado”.
Los transportistas consideran que no se les están dando “condiciones dignas” para ejercer su trabajo, máxime después del “esfuerzo” realizado durante toda la pandemia. Cuando hay suerte, hay quien puede ir a casa; no es habitual.

“Yo soy apto para entrar en un supermercado, un centro comercial, y para entrar en una oficina a entregar el albarán o lo que sea. Pero para comer yo solo en un sitio en el que podamos ir de uno en uno, no”, condena el responsable de Fegatrans. Se queja Barciela, además, de las pocas facilidades que ofrecen grandes compañías de distribución en sus plataformas. “Pides que te dejen acceder a un servicio, pero solo permiten pasar a sus trabajadores. Así estamos”.
“¿No es más seguro comer en un restaurante con servicios mínimos, tomando todas las precauciones, que en una caseta?”, se pregunta Vázquez Reino. La habilitación de puntos de servicios mínimos para este tipo de trabajadores ya fue una reclamación durante el cerrojazo de primavera, en los primeros envites del COVID, al igual que la posibilidad de que cuadrillas pudiesen compartir furgoneta. “Hay que hacer las cosas bien y habilitar comedores. Estamos en invierno, nos están forzando a comer a la intemperie”.