Nueva Pescanova no ha logrado digerir los excesos de una expansión que causó, en la antigua matriz, la mayor quiebra no inmobiliaria de la historia mercantil de España. Por este motivo, como avanzó FARO, lanzó en julio un plan de refinanciación para liberarse de los restos de la deuda concursal. El proceso, homologado por el juzgado de lo Mercantil, prevé la capitalización de hasta unos 650 millones de euros “a fin de permitir la viabilidad de la sociedad en el corto y medio plazo”. Pero no todos los invitados a esta hoja de ruta están de acuerdo. Bank of America Merrill Lynch y Merrill Lynch International han presentado una demanda de impugnación al considerar que la operación se ha planteado para “aumentar el control del accionista mayoritario”, Abanca, y “eliminar cualquier riesgo de subordinación que le pudiera surgir en el futuro”. La vista judicial está fijada para el 7 de enero.

De acuerdo al escrito presentado por ambas entidades, al que ha tenido acceso FARO, Nueva Pescanova “no tiene un problema de liquidez en la actualidad”. Consideran asimismo que esta operación tampoco mejoraría los ingresos de la multinacional. “No nos encontramos ante una operación que busque la sostenibilidad de la deuda a cambio de la viabilidad de la compañía”, ahondan, en una demanda de 80 páginas con copiosa documentación anexa. “Incluso yéndonos a un escenario liquidativo, de venta hoy de las sociedades operativas titularidad de Nueva Pescanova o del grupo en su conjunto, el resultado sería una mejor cuota de recuperación para los acreedores”. Esto es, una venta por piezas o por el holding completo sería más beneficioso que esta ampliación de capital, a criterio de los denunciantes. Fuentes próximas a la compañía presidida por José María Benavent consideran de hecho que, si el Mercantil atiende a los requerimientos de Merrill Lynch, la amenaza de “liquidación” es real, seis años después de haber evitado un riesgo similar.