El Gobierno conservador de Portugal obtuvo ayer un cerrado rechazo de la oposición y los sindicatos al plan de austeridad anunciado el viernes al país, que nadie está dispuesto a consensuar, como pidió el primer ministro, Pedro Passos Coelho.

Las grandes centrales y los partidos de izquierda, entre ellos el socialista (PS) que encabeza las encuestas sobre intención de voto, acusaron al Ejecutivo de insistir en una "receta" que ha sumido al país en una espiral de recesión y desempleo y hará imposible el pago de su deuda, que supone ya un 125 % del PIB. Pero Passos Coelho defendió ayer que sus medidas de austeridad, para ahorrar 4.800 millones de euros en tres años con reducción de pensiones y de 30.000 funcionarios, jornada laboral más larga en la Administración y un año más en la edad de jubilación, hasta los 66, son necesarias para que Portugal pueda permanecer en la zona euro.

El líder conservador recordó al PS la "responsabilidad" que tienen los partidos que pueden gobernar Portugal de cumplir los compromisos del país, sujeto al rescate financiero de 78.000 millones de euros que pidió hace dos años, poco antes de que los socialistas perdieran el poder en elecciones anticipadas. "O estamos y cumplimos o no estamos", subrayó Passos Coelho en referencia a la permanencia de Portugal en la moneda común europea, y al avisar de que el coste social y económico de abandonarla "sería inmenso". Pero el PS, al igual que los sindicatos y las fuerzas marxistas del Parlamento, se apresuró a rechazar las medidas y la invitación al diálogo con el argumento de que son "más de lo mismo", recaen sobre trabajadores y pensionistas y no combaten la recesión y el desempleo, que se ha duplicado en tres años, hasta el 18 %. El mayor sindicato luso, la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista), con unos 700.000 afiliados, calificó las nuevas medidas de "brutales" y anunció protestas y movilizaciones.