El edificio que abrió el debate en el corazón de A Estrada
Construido a comienzos de la década de los 90, el moderno diseño de Carlos Fernández Coto fue una nota discordante en la histórica calle Calvo Sotelo
El desarrollo urbanístico del casco urbano estradense ha estado marcado por el caos durante muchas décadas. Las lagunas que iba dejando la cambiante normativa urbanística permitieron llevar a cabo proyectos que hoy, con el PXOM en vigor, serían imposibles. Por uno de esos resquicios legales se coló a comienzos de los 90 un enorme edificio, tan rompedor como cuestionado en su época. El número 25 de la histórica calle Calvo Sotelo fue y sigue siendo una nota discordante, una anomalía urbanística que ha ido sumando detractores con el paso de los años. Con la perspectiva que ofrecen tres décadas de distancia, el debate está servido, ¿es el edificio más feo de la villa o una incomprendida demostración de arquitectura moderna en el corazón de A Estrada?
El edificio que cualquier estradense puede reconocer con solo una imagen fue en su día el más alto del casco urbano estradense. En una calle marcada por las tradicionales casas de finales del XIX y comienzos de siglo XX con dos o tres plantas se levantó una construcción de siete pisos. El diseño del edificio realiza una apuesta por la arquitectura más moderna de la época, utilizando materiales como el hormigón visto, el aluminio rojo, el vidrio o el granito rosa. Destaca por su fachada, con una impactante galería hacia la calle principal, enmarcada a sus lados con enormes jardineras de granito.
El encargado de diseñar este moderno edificio fue el por entonces joven arquitecto estradense Carlos Henrique Fernández Coto, cuya casa natal se encontraba justo al otro lado de la calle. “Fue un diseño rompedor. Sin duda, el edificio más rompedor de toda la villa. Eso hizo que muchos no lo entendiesen. Los únicos que lo hicieron fueron los propietarios”, reconoce el estradense, quien remarca que la arquitectura moderna suele generar ese tipo de respuestas. Fernández Coto señala sin embargo que lo verdaderamente cuestionable no es este edificio, sino todos los que se levantaron en los últimos años en la calle Calvo Sotelo que siguen una tendencia “historicista”. “Hay edificio que imitan la forma de construir del siglo XIX pero no estamos en ese siglo. Yo nunca haría eso”, explica.
El arquitecto pone ejemplos para justificar esta idea omo la nueva Praza da Feira, criticada en su momento pero que considera una gran obra arquitectónica que se terminará valorando con el tiempo. “La arquitectura moderna, igual que el arte moderno, es complicada de apreciar. Cuando Gaudí hizo su primer edificio en Barcelona fue muy criticado. Muchos nos lo entendían. Hoy, personas de todos el mundo van a Barcelona y se sacan fotos con sus edificios”.
Hasta aquí los datos y los argumentos, un poco de luz en un debate estético y atemporal. Mientras, el número 25 de la calle peatonal Calvo Sotelo seguirá captando miradas curiosas. Eso, no se puede negar que lo ha conseguido.
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