Se acabó preguntar quién da la vez

El estradense Rafa Carbia reenfoca el negocio de la pescadería: cierra punto de venta y la lista de Whatsapp que activó en pandemia será su mostrador para ajustarse a los nuevos hábitos de consumo

El estradense Rafa Carbia, durante un reparto.

El estradense Rafa Carbia, durante un reparto. / BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Ana Cela

Ana Cela

Los hábitos de consumo han cambiado tanto que el que no avanza con ellos, sencillamente, se queda atrás. El cliente está cada vez más acostumbrado a comprar cuando tiene tiempo para hacerlo y, sobre todo, del modo que más cómodo le resulte. La oferta no solo tiene que ser amplia y de calidad, sino rápida y ajustada al ritmo de vida del comprador, nunca al revés. El estradense Rafa Carbia ha sabido verlo y encontrar su propio caladero en esta aguas.

Ayer, a través de las redes sociales, decía adiós al punto de venta que desde hace ocho años tenía en la vecina localidad de Cuntis y comunicaba a sus clientes que se ceñirá a la distribución de pescados y mariscos a través de la cartera de clientes que ha ido construyendo mediante Whatsapp, un mostrador virtual por el que apostó durante la pandemia y que ahora le permite ajustarse a las nuevas formas de consumo.

“La sociedad está en constante cambio y buscamos adaptarnos a vuestros hábitos. A partir de ahora, nuestro enfoque será ofrecer calidad y comodidad”, anunció Rafa Carbia a sus clientes. “Aunque ya no podréis visitarnos en persona, ¡no os preocupéis! Vamos a mostraros en vídeo y fotos diarias todas las especies que tengamos, para que podáis disfrutarlo desde la comodidad de vuestro hogar”, expuso. Con ello, este estradense resumió su propia filosofía para reenfocar el negocio de la pescadería, en el que creció desde que nació.

Carbia trasladó que las personas que acuden ahora a la pescadería cada día para llevarse a casa los productos que él compra en la lonja durante la noche “son cada vez menos”. Incidió en los tiempos han cambiado y que ya no es habitual que alguien se quede en casa para ir a comprar el pescado fresco por la mañana y esperar pacientemente a que se lo limpien. “Ahora trabajan los dos y les resulta más cómodo que le lleves el producto a casa. Van conociendo nuestro producto y nosotros a ellos: sus gustos y preferencias”, indica. Detalla que a muchos de sus clientes se le sirve el pescado de tarde, para que lo tengan para dejarlo preparado para el día siguiente. Es una de las comodidades de un sistema que, a grandes rasgos, permite adaptarse a la vida del cliente. “Consiste en dar servicio a la gente que no puede ir a la pescadería y darle las facilidades que no encuentra”, señala.

Desde la pandemia

Rafa se levanta cada día –mejor dicho, cada noche– a las 02.30 horas. Viaja desde A Estrada hasta A Coruña para comprar el pescado y el marisco llegado de la Costa da Morte. “Lo bueno hay que ir a buscarlo”, ríe. Repite esta rutina de martes a sábado. El 70% de su negocio se vincula al sector de la hostelería. Sin embargo, cuando este se encontraba afectado por las restricciones de apertura de la crisis sanitaria del coronavirus, esta pescadería apostó por activar una lista de Whatsapp con la que atender la demanda de los particulares.

La apuesta funcionó tan bien que unos 200 clientes se mantienen en este sistema de compra, muy cómodo para el consumidor –puede adaptarse a las nuevas formas de pago, realizando un Bizum o transferencia, por ejemplo, y recibe en su propia casa el pescado fresco, limpio y ajustado al corte que desea–, toda vez que supone un ahorro de costes fijos para el comerciante. “Si no te adaptas a lo que la gente busca, vas mal”, asume Carbia.

La confianza del consumidor en el servicio y, especialmente, en la calidad del producto que se le suministra se convierte en aliado perfecto para la comodidad de poder realizar la compra sin salir de casa y sin tener que esperar ni turno ni tiempo de atención. Al final, la fórmula se ajusta perfectamente a los nuevos patrones del consumidor.

Si este nuevo sistema de la pescadería Rafa Carbia va con los tiempos, también se adapta a una nueva forma de entender que un negocio puede hacerse compatible con la conciliación. Carbia trabaja cuando muchos duermen, cierto, pero muchos días puede ir a buscar a sus hijos al colegio, ayudarlos con los deberes o acompañarlos a las actividades extraescolares. Y esa es una riqueza que no tributa, pero que engrandece. “Antes si tenías un negocio cerrado por la tarde pensabas en qué diría la gente”, apunta este estradense, consciente de que esa mentalidad está superada. Se dice que el cliente siempre tiene la razón, pero está claro que el vendedor también puede marcar sus tiempos. Si ambos están abocados a entenderse, este nuevo sistema de pescadería resulta perfecto para adaptarse los unos a los otros y, con ello, a las nuevas formas de comprar y de vivir.