Carnaval: un tiempo entre costuras

Festivales y fiestas de disfraces marcan la temporada alta para modistas, mercerías y tiendas de alquiler

Fátima Fernández, cosiendo un disfraz.

Fátima Fernández, cosiendo un disfraz. / Bernabé/Javier Lalín

Ana Cela

Ana Cela

En casa de Fátima Fernández la máquina de coser se enciende estos días antes de que la noche se haya ido a dormir. Esta modista de Dornelas (Silleda) se sienta frente a ella y ya ni mira el reloj. Es el agotamiento el que anuncia cuándo llega el momento de parar. “A veces estoy hasta las ocho y media de la tarde o así y paro porque ya no puedo más”, explica. Como en su caso, muchas otras modistas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes se entregan estos días al desenfreno del Carnaval. Para ellas es temporada alta, como lo es también en las tiendas que se dedican a la confección y venta de telas para lucir de lo más original en la pasarela más imaginativa del año.

¿Aguja o pistola de silicona? Quien tenga hijos en edad escolar se debatirá estos días entre estas dos herramientas para confeccionar las primeras galas de estas fiestas. Aunque la traca final llega mañana viernes, a lo largo de esta semana en muchos colegios los estudiantes han comenzado a lucir disfraz, aunque no sea al completo. Maña y disponibilidad horaria son igual de importantes en la aventura de confeccionar estos atuendos en casa. Sin embargo, son muchos los que se encuentran con que lo que parecía fácil, no termina siendo tan sencillo, de manera que las modistas son el salvavidas de muchos progenitores sobrepasados.

Una de las creaciones de Lolita e Carmiña.

Una de las creaciones de Lolita e Carmiña. / Bernabé/Javier Lalín

Diferencias

“Está funcionando bien”, apunta Lolita Novoa, de la firma Lolita e Carmiña de A Estrada. El negocio bulle estos días de actividad. La gente busca en él tela para hacer sus disfraces o, directamente, llevarse el traje hecho. También hay muchos encargos que consisten, en esencia, en arreglar por entero la prenda que se compró por internet y que causó un chasco monumental. “Muchos no tienen nada que ver con los que hacemos. Se están llevando muchas desilusiones”, apunta Lolita, con 45 años de experiencia en este sector. Defiende que el disfraz confeccionado “no es comprable en nada” con los que se compran hechos. “Los que hacemos van a la medida, personalizados...hay un abismo”, opina.

Foam, fieltro, raso y tela polar es lo que más se demanda en estas fechas. Coincide en ello María del Carmen Rozados, del establecimiento estradense As túas labores, que también subraya la importancia que tienen los festivales escolares en los encargos que se atienden estos días. Asume que los bazares orientales son una competencia grande. Aunque reconoce que el Carnaval es la temporada más alta para su negocio, confiesa que el volumen de actividad no es “ni la mitad ni la tercera parte de lo que fue”. “Cando empecé a trabajar estábamos tres y no dábamos hecho estos días. Hoy estoy yo sola y, puede haber momentos de mucho trabajo, pero llego”, afirma. Cuenta con dos modistas para atender los encargos y anima también a los clientes a que se atrevan a confeccionar sus propias galas para estas fiestas.

Teresa Taboada alquila los disfraces que ella misma confecciona.

Teresa Taboada alquila los disfraces que ella misma confecciona. / Bernabé/Javier Lalín

De alquiler

Teresa Taboada sabe mucho de confeccionar disfraces. La responsable de Modas Teresa, en Lalín, lleva toda la vida dedicada a la confección. En la capital dezana su tienda es conocida por ofrecer la posibilidad de alquilar esas prendas que se buscan para convertirse en príncipe o en sapo, según la preferencia de cada quien. El surtido de disfraces es muy amplio y todos han sido elaborados por la propia Teresa. Reconoce que ya perdió la cuenta de los años que lleva dedicada al sector, aunque calcula que no está lejos de las cuatro décadas solucionando la papeleta a quien quiere disfrazarse por un precio módico. En su caso, por 20 euros se ofrece disfraz para todos los días de Carnaval, del viernes al miércoles.

“Si lo hay de alquiler, a la gente le gusta alquilarlo”, explica Teresa, que el resto del año está especializada en la confección de trajes regionales. En su tienda, conejos, elefantes o tigres rivalizan en llamar la atención del consumidor con los de caballeros o damas medievales, por poner solo algunos ejemplos. Con esta solución, no hay margen ni para la desilusión ni para las quemaduras con la pistola de silicona, que a estas alturas de la semana están a la orden del día.

Telas de Carnaval en As túas labores.

Telas de Carnaval en As túas labores. / Bernabé/Javier Lalín

De la máquina de Fátima salen vaqueros, brujas o el clásico Mickey Mouse. Esta modista de Trasdeza no solo hace los disfraces completos, sino que pone su saber hacer al servicio de coser prendas que después decora el usuario con tanta ilusión como maña. Hace más de un mes que ni ella ni su máquina de coser se toman un respiro. Muchos son encargos de última hora, que atribuye al hecho de que este año el Carnaval parece haber llegado con el turrón de Navidad todavía a medio digerir. Sin embargo, pese al cansancio, esta modista reserva fuerzas y ánimo para hacer también los disfraces a su propia familia.

Las comarcas cuentan también con una importante oferta de disfraces listos para llevar en multitud de jugueterías y bazares. Cuando la fantasía inspira, cada uno ha de calcular sus posibilidades y opciones. Aguja o pistola de silicona. Estandarizado o confeccionado a medida. De factura propia o en manos de un profesional. La pasarela del Carnaval tiene mucha tela que cortar y todavía más puntadas que dar. Solo la imaginación le pone límites.

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