De campanas y campaneros

Los investigadores Luis Ferro y Xosé Troiano realizan un inventario y estudio de todas las existentes en A Estrada: 149 campanas de 28 maestros fundidores

Imagen del congreso de toque manual de campanas celebrado en A Estrada.

Imagen del congreso de toque manual de campanas celebrado en A Estrada. / Cedida

Ana Cela

Ana Cela

Hace pocos días que el país entero se puso de acuerdo en la importancia que tienen las campanas. Este consenso se perpetúa cada año el 31 de diciembre, justo cuando las campanadas de medianoche anuncian la llegada de un nuevo año. Entre gritos y pitos, los españolitos/ Enormes, bajitos, hacemos por una vez/ Algo a la vez, dice la célebre canción de Mecano. Y es que, al margen de la noche de Fin de Año, las campanas no siempre tañen a gusto de todos. Pese a ello, su potencial comunicativo es innegable, como lo es su capacidad para transmitir alegría, alarma o pesar, en función del código que aplique el campanero. Las campanas son un elemento patrimonial de gran importancia y A Estrada, que en que 2023 se convirtió en sede del Primeiro Congreso sobre Toque Manual de Campás, puede presumir de atesorar múltiples y ricos ejemplos.

¿Cuántas campanas suenan en A Estrada? Pues unas 150. Nada menos. El dato se extrae de la investigación realizada por Luis Ferro Pego y Xosé Troiano Carril, con unas conclusiones recientemente publicadas en el último volumen de Miscelánea Histórica e Cultural, la publicación anual del Museo do Pobo Estradense “Manuel Reimóndez Portela”. Ambos investigadores realiza un análisis sobre las campanas, incluyendo el inventario de todas las existentes en el amplio término municipal estradense, junto con una relación de sus maestros fundidores. En total, recogen la existencia de 149 campanas y 28 fundidores, siendo Juan Manuel de la Vega –vecino de Orazo– el primero de ellos, a finales del siglo XVIII.

“No solo tenemos campanas en las iglesias: en los pazos y casas hidalgas de A Estrada cuelgan campanas. Unas se encuentran en las capillas palaciegas y otras en la puerta de entrada para llamar”, explican los autores.

Recuerdan que en época medieval las campanas se apartaron del ámbito religioso para asociarse a la justicia feudal, de manera que había personas que, por su posición distinguida, tenían el derecho a ser recibidas con el sonido de las campanas cuando se acercaban a una población o asistían a un acto público. Más tarde, ya en el siglo XX, las campanadas acompañaban a los vecinos en momentos de alegría y tristeza, alertando de peligros y avisando de desgracias. Marcaban el ritmo de trabajo y testimoniaban el ir y venir de los trenes.

A la izquierda, campana fundida en Orazo por Juan de la Vega en 1808. A la derecha, campana desaparecida en la capilla de San Roque, en Codeseda. Cedidas

A la izquierda, campana fundida en Orazo por Juan de la Vega en 1808. A la derecha, campana desaparecida en la capilla de San Roque, en Codeseda. / Cedidas

Aunque en ámbitos urbanos su sonido se escuche ahora solo acompañando el trabajo del reloj –y no siempre–, en el ámbito rural el lenguaje de las campanas todavía sigue estando muy presente, con ese tañido inconfundible que anuncia difunto en la parroquia o con esa algarabía con la que se las escucha anunciando los días de fiesta.

El encuentro celebrado en mayo de 2023 por la Asociación Campaneiros de Galicia buscó continuar el trabajo por recuperar los antiguos toques de campanas existentes en diferentes lugares del país, después de que en 2022 la Unesco declarase el toque manual de campanas español como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El artículo de Ferro y Troiano ahonda en la reseña de algunos de los toques de campana más conocidos, incidiendo en que existen diferencias entre parroquias y concellos. “Incluso en parroquias vecinas se tocaba diferente para distinguir de qué iglesia parroquial era la misa o el difunto”, expresan.

El “habla” de este instrumento de percusión resulta inconfundible en cualquier lugar del mundo. Aunque el uso de las campanas para realizar anuncios es muy antiguo, recuerdan los autores de este inventario de campanas y campaneros de A Estrada que la iglesia católica comenzó a utilizarlo en un tiempo relativamente tardío. “El uso de las campanas aparece en la iglesia occidental en el siglo VII y, en la oriental, parece que no se usaron antes del siglo IX, apareciendo las primeras campanas en Santa Sofía, en Constantinopla.

La pieza publicada por Luis Ferro y Xosé Troiano en Miscelánea se guarda, también, aspectos tan interesantes como leyendas vinculadas a las campanas de A Estrada. Una de ellas alude a la campana de Liripio. Cuenta que hace mucho tiempo un mendigo escuchó tocar la campana y preguntó a los vecinos dónde estaba. Le indicaron que en la iglesia y el mendigo cayó de rodillas gritando al cielo que esa era la campana del trueno. Así que cada vez que había tormenta tocaban la campana muy fuerte para espantarla. Campá de Liripio, cando empezas a tocar, nin que foras un feitizo, vai a tronada para o mar, recogen.

Después de hacer inventario de las campanas que existen en A Estrada, los dos investigadores siguen ahora la pista de los maestros fundidores, deteniendo de manera especial su observación sobre los establecidos en la parroquia de Orazo entre los siglos XIX y XX. Como queda avanzado, el primero de ellos que pudieron documentar es el montañés Juan Manuel de la Vega Campo, nacido en el año 1743.

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