El puente que lleva al olvido

Seis años después de recibir uno de los premios Gran de Area por su puesta a punto, Ponte Ledesma vuelve a estar cubierto de maleza

Las zarzas y las hiedras cubren ya los sillares y los contrafuertes del viaducto.

Las zarzas y las hiedras cubren ya los sillares y los contrafuertes del viaducto. / S.S.

Salomé Soutelo

Salomé Soutelo

Durante siglos, Ponte Ledesma fue paso obligado de los comerciantes de vino de O Ribeiro a Compostela (este viaducto aparece mencionado en el Códice Calixtino como Ponte Letesma), ya que en Ponte Ulla había que salvar el cauce en barca. Por aquí transitaron también los vendedores de aceite del concello lucense de Quiroga, también hacia Compostela, y de su agradecimiento quedan dos olivos plantados junto a la iglesia cuando se remató su construcción, en 1735.

Pero poco parece importarle todo esto a la administración, ni que Ponte Ledesma fuese escenario de una contienda, el 9 de marzo de 1809, de 2.000 labradores contra el que entonces era el mejor ejército del mundo, el de Napoleón. Desde fuera, las zarzas y las hiedras (esta vez no hay tojos, como en 2015) van creciendo entre los sillares de los contrafuertes y los pilares, y se ven ayudados por algún que otro árbol nacido en pleno cauce pero demasiado cerca de la pasarela. Por dentro, es admisible que los líquenes y la humedad vayan tiñendo de negro los sillares, pero no las hierbas y el verdín que se acumulan en los desagües de la plataforma.

La plataforma luce hierbas y verdín en sus desagües.

La plataforma luce hierbas y verdín en sus desagües. / S.S.

Y decimos que a la administración, tanto la local como la autonómica, parece no importarle la relevancia histórica, arquitectónica y turística de este puente porque ya en 2017 la oposición política de Vila de Cruces y de Boqueixón, los dos municipios que une, pusieron en marcha sendas solicitudes para que fuese declarado un Bien de Interés Cultural (BIC) y nada se sabe de esta tramitación. Por eso, en la pasada campaña electoral de mayo, Veciñ@s de Boqueixón anunció que retomará esta iniciativa.

Habrá que pelear por ello, igual que se peleó en su momento para que la Xunta accediese en junio de 2015 a encargar un proyecto en el que contemplar todas las labores de mantenimiento. Los trabajos se materializaron en 2016, retirando la vegetación que nacía entre los sillares, recuperando algunas piedras caídas en el lado de Gres, sellando algunas juntas con mortero de cal y talando árboles que crecían en el lecho del Ulla. El lavado de cara fue de tal envergadura que en 2017 esta intervención recibió uno de los 11 galardones Gran de Area, que concedió el Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia.

Poco o nada queda ya de esa intervención. Los vecinos desde entonces siempre instaron a labores periódicas de mantenimiento y también a una iluminación adecuada para cruzar de noche: el foco colocado en el lado de Gres está demasiado alto y ciega a los que vienen hacia él.

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