La reina de la fiesta

El furor por las calabazas lleva a establecimientos de A Estrada a vender los excedentes de producción de fincas familiares para abastecer la demanda de este símbolo de Halloween

Las nietas de María Luz García, Soraya y Natalia, posan con algunas de las calabazas crecidas en esta finca de Guimarei.

Las nietas de María Luz García, Soraya y Natalia, posan con algunas de las calabazas crecidas en esta finca de Guimarei. / Bernabé/Javier Lalín

Ana Cela

Ana Cela

Pasada la festividad del 12 de octubre, comienza la cuenta atrás para celebrar Halloween, el Día de Todos los Santos, la Fiesta de Difuntos o el Samaín. Cada casa decide qué nombre quiere ponerle pero, lo que a estas alturas es ya innegable es que esta fiesta gana cada año en protagonismo. El Truco o trato, que tanta envidia generaba a generaciones que ya peinan canas a través de la industria del cine norteamericano, gana cada otoño adeptos, como lo hace la decoración tenebrosa que le es propia a esta fiesta, tanto en los escaparates como en los hogares. De hecho, Halloween se liga íntimamente al Día de Todos los Santos, pero también bebe de festividades celtas como el Samhain, en las que se festejaba el fin de la cosecha y se recordaba a los difuntos y a los espíritus. En todo este escenario en el que las fronteras entre el mundo de los vivos y los muertos se hacen difusas, hay una hortaliza que se ha convertido en protagonista indiscutible. La calabaza es la reina de la fiesta.

Jeanette Valiñas García regenta una librería-juguetería en A Estrada. En su puerta de la Rúa Castelao sorprende esos días un montón de calabazas de gran tamaño junto a una pizarra que anuncia su venta a un euro el kilogramo. Esta comerciante decidió dar el paso de vender una producción que creció en la finca familiar de Guimarei y que, en un principio, tenía el cometido de adornar el escaparate de Pintaletras para Halloween.

La reina de la fiesta

La reina de la fiesta / FdV

Valiñas explica que, a estas alturas del año, las calabazas se convierten en material escolar. Y es que los centros educativos de la zona piden a sus alumnos que las lleven al colegio decoradas para montar exposiciones. El caso es que las calabazas cultivadas por la madre de esta comerciante, María Luz, tienen un tamaño mayor y la apariencia de la típica calabaza que se ha convertido en todo un icono de la fiesta que se celebra la noche del 31 de octubre.

Después de años recibiendo recomendaciones para que vendiese estas hortalizas, Jeanette ha dado el paso y las calabazas están teniendo buena aceptación entre sus clientes. Cada una de ellas pesa entre 10 y 15 kilos y son de una variedad comestible. De hecho, María Luz tiene el congelador hasta los topes de las hortalizas que ha ido recogiendo en su huerta.

“Si no se abre, casi aguanta todo el invierno”, explica esta estradense, que cultiva esta variedad de calabazas desde hace tres años. Siembra su finca entre abril y mayo; hacia julio comienzan a verse las calabazas y entre septiembre y octubre llega el tiempo de recolección. Explica esta vecina de Guimarei que no se trata de una hortaliza que precise cuidados, pero sí todo el espacio posible porque “las plantas crecen muchísimo”. Algunas de las calabazas de María Luz viajaron hasta Madrid y, a buen seguro, adornarán alguna casa para este Halloween o harán una enorme cantidad de crema.

La reina de la fiesta

La reina de la fiesta / Ana Cela

Soraya y Natalia, las nietas de esta productora, jugaban ayer entre las calabazas que aun continúan en la finca, aunque la mayor parte de la cosecha ya ha sido retirada. Tienen claro que decorarán algunas de ellas para celebrar la fiesta del 31 de octubre. Es más, Soraya tiene elegida una “calabaza bebé” que es un icono en sí misma.

En Pintaletras se comercializará el excedente de la producción de esta finca, tanto para quienes quieran llevar a la exposición del colegio una calabaza de este tamaño como para aquellos que tengan previsto decorar un espacio con esta hortaliza para Halloween.

Si la intención es decorar este fruto del otoño pero no abunda la creatividad, Pintaletras cierra el círculo ofertando un taller de pintura y decoración de calabazas para el próximo sabado, 21 de octubre. En esta jornada se abordará –también– la historia de la calabaza de Halloween. Muchos vinculan la imagen de esta hortaliza, hueca y con un rostro siniestro, a la historia de Jack o’lantern, un viejo astuto que burló al diablo y pagó por ello el precio de vagar por el mundo con un farolillo fabricado con un nabo en cuyo interior ardía una brasa eterna. Esos faroles se usaban también en el mundo celta como un amuleto, una protección frente a los malos espíritus. Se cree que la tradición fue llevada a Estados Unidos, donde las abundantes calabazas se tallaban ya para usarlas como máscaras, en este caso bebiendo de la literatura fantasmagórica, con La leyenda de Sleepy Hollow. Sea como fuere, las calabazas como las que cultiva María Luz en A Estrada son un símbolo de una fiesta que cada año se vive más y mejor. Larga vida a la reina.

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