Colgados del cable
La asociación Apatrigal usa una imagen de A Estrada como ejemplo de feísmo por cableado aéreo | Un paseo por las calles centrales muestra que los edificios más históricos de la villa viven entre marañas negras
La Asociación para a defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal) compartió hace unos días una imagen de una histórica casa de A Estrada. No lo hizo sin embargo para mostrar su belleza, sino como ejemplo del feísimo de los cables aéreos que impiden poner en valor como se merece esa vivienda restaurada. Su publicación encontró un gran número de comentarios llegados desde diferentes puntos de Galicia. Esta contaminación visual en forma de cableado que sobrevuelan nuestras cabezas no es un problemas estradense, sino que se repite en toda Galicia y con difícil solución.
El presidente de Apatrigal, el estradense Carlos Henrique Fernández Coto, explica que ha habido concellos que han intentado luchar contra este feísmo pero no han sido capaces de lograr nada. Ese hecho demuestra la dificultad de terminar con una práctica muy extendida y asumida, tanto por parte de las compañías suministradoras como por parte de los propios vecinos, la dotación de servicios en los hogares mediante cables aéreos y no a través de instalaciones subterráneas.
“Los compañías siempre han tenido lo que se podría llamar derecho de pernada. Parece que tienen algún permiso o trato especial que les permite llenar todo de cables sin que nadie les diga nada. En las urbanizaciones nuevas están obligados a enterrarlas pero pueden llevar los cables por zonas históricas, incluso por encima de los concellos”, manifestó recordando casos de Muros o Rianxo, que se rebelaron con más o menos éxito. A los cableados habituales de luz y teléfono se han unido además las cajas de plástico que han comenzado a aparecer pegadas en las fachadas para los nuevos contadores.
Esta proliferación sin control de cableado aéreo es especialmente cruel en zonas históricas, como puede ser el caso de la zona vieja de Santiago. En A Estrada, salvando las evidentes diferencias con la capital de Galicia y partiendo de la imagen de ejemplo de Apatrigal, la situación tampoco es la mejor. Siguiendo un camino desde la Plaza de la Farola hasta la Porta do Sol, donde se encuentra la mayor concentración de casas históricas de la villa –algunas de ellas centenarias– no hace falta un ojo muy atento para ver los cientos de cables que las recorren. También aparecen pegadas a la piedra las cajas de contadores.
En otros puntos, se pueden ver masificaciones de cables que parten en direcciones difíciles de precisar. Llama la atención sin embargo el daño que muchas de estas instalaciones hacen a la piedra, con ganchos y anclajes que no respetan la historia que hay tras ellas.
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