“Para, no loquees, para, para ahí. ¿Estás loca, ahora?”. Con estas palabras intentaba María Barcala calmar a su vaca, retenida en una zona encajonada del río Deza desde el viernes, y que ayer a las 16.30 horas logró abandonar la pendiente, atada por una cuerda, flanqueada por sus dueños y entre los vítores de la veintena de vecinos y medios gráficos. Pudieron guardar silencio hasta que el animal estuvo a salvo. Pero la tensión vivida estos días salió ayer en forma de una salva de aplausos y algún que otro “¡Bravo!”.

Manuel Vilariño y María Barcala, con la vaca, antes de emprender la subida. Bernabé/Javier Lalín

Lola, que fue bautizada así por los medios de comunicación, estaba tan ansiosa de dejar la ribera del río que cubrió velozmente tanto el camino abierto por dos excavadoras como parte de la pista forestal que conduce al cauce del río, y por la que presumiblemente acabaron en el Deza ella y otras dos reses, en la noche del jueves al viernes. “Estaba harta de estar ahí. No le va mal andar”, explicaba uno de los presentes. Después, fue trasladada a su granja de Bascuas (a unos 5 kilómetros de distancia) en un remolque. Y es que el animal tras dormir varios días a la intemperie y sin apenas moverse, tenía las patas hinchadas y podía padecer neumonía.

Remata así una odisea de cinco días, y también un calvario, para María y su marido, Manuel Vilariño, para su hija Marina y buena parte de los vecinos de la parroquia, volcados totalmente con la alimentación y el cuidado de este animal. Con la familia estuvo también desde el primer momento el alcalde, Luis Taboada, quien ya el viernes desplazó a la zona operarios municipales para rescatar a las tres vacas encontradas en el cauce del río y quien contactó durante el fin de semana con los palistas para abrir la pista y allanar la pendiente en la que estaba el animal. Las otras dos vacas habían conseguido salvar la pendiente, pero Lola no. Está con una preñez bastante avanzada y había luchado ya mucho para salir del cauce del Deza. Para sacarlas del agua, Taboada recuerda que se emplearon cuerdas y poleas, tirando entre todos los vecinos.

Tras el ascenso, la vaca fue transportada en un remolque hasta la granja en Bascuas. Bernabé/Javier Lalín

La única opción para salir

Allanar la pendiente que separaba a Lola de seguir viviendo era la única forma de conseguir rescatarla. Y esto se consiguió en un tiempo récord, porque las palas comenzaron a trabajar este lunes a primera hora de la mañana, en una zona estrecha y muy rocosa, bajo la supervisión de un agente del Seprona. La estrechez del camino obligaba a que una excavadora fuese picando las rocas y piedras y otra, más ancha, pudiese allanar el material. Mientras tanto, los vecinos se turnaban para llevar comida y paja a Lola, para acompañar al veterinario en sus revisiones diarias y, también, para dormir junto a la vaca por la noche, acompañados por una radio para espantar a las alimañas y por el ruido del agua que tanto caracteriza al cauce del Deza. Y no olvidemos que las temperaturas, a estas alturas del año, rozan los cero grados de madrugada.

La vaca, que tiene más de dos años de edad, había escapado de una finca anexa a la vivienda de sus dueños el jueves por la noche. Salió de la parcela junto a otras dos reses, también preñadas. Los dueños creen que pudo haberlas asustado el lobo, de ahí que rompiesen el vallado. Los tres animales fueron localizados en el cauce del Deza, en la zona conocida como Pozo Negro, a mediodía del viernes, gracias a que varios vecinos detectaron sus huellas por las pistas forestales. Los propietarios se quejaron de la escasísima ayuda del 112, de la Guardia Civil y de Benestar Animal. Recalcan, sin embargo, la tremenda colaboración de los vecinos, así como del regidor y de todos los medios que puso a su disposición.

El alcalde, Luis Taboada (derecha) junto a uno de los palistas y varios vecinos. Bernabé/Javier Lalín

¿Por qué no podían intervenir los Bomberos?

Marina Vilariño, hija de los dueños de la vaca, dejó claro que no quería que personal del 112 o del 062 “vengan a tirar de la vaca”, sino que propusiesen ideas para quitar a Lola de la zona en que estaba retenida. La explotación, que está integrada en la cooperativa Cobideza, cuenta con un seguro para sus animales, pero tenía muy claro que quería rescatar a las tres con vida. Miembros de los bomberos con sede en Silleda se desplazaron el lunes a la zona de Pozo Negro, y confirmaron a esta Redacción que la propuesta del Concello, allanar un camino, era la única válida. Y vaya si lo fue.

¿Por qué los bomberos no podían intervenir en este rescate? La zona está muy encajonada y no permitiría colocar una tirolina para rescatarla. Es imposible enganchar al otro lado un cable de acero. Y en cuanto a usar un helicóptero, la presencia de árboles y la estrechez del cañón impediría al vehículo moverse con seguridad. Es más, por esta zona pasa un tendido eléctrico, como recuerda tanto Luis Taboada como los bomberos. “La única solución es la que están haciendo”, apuntaba ayer por la mañana el gerente del Consorcio de Bombeiros, Juan José Muñoz. Recuerda que el servicio sí ha participado en otros rescates de animales, como el de una vaca en una antigua mina en Gurgueiro, Agolada, en 2020.