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Rocío Rodríguez Torres nn | Investigadora estradense

“Veo detalles y situaciones en el mundo de la ciencia que desprenden machismo”

Trabaja desde 2015 en la Universidad de Dinamarca, donde prepara su doctorado sobre la contaminación marina de los microplásticos

“Veo detalles y situaciones en el mundo de la ciencia que desprenden machismo”

–¿Cómo y cuando llegó usted a Dinamarca?

–Estudié Ciencias del Mar en la Universidad de Vigo y durante mi licenciatura hice una estancia o Erasmus en Noruega. Desde esa experiencia me gustaron los países nórdicos y quería volver a aquí. Era sin embargo pronto. Volví para Galicia para terminar la carrera y después hice un máster en Vigo de Gestión de Desarrollo Sostenible. Después tocó empezar a buscar trabajo. Era el año 2015. Primero lo hice en España pero no me apareció nada en el trabajo que yo quería hacer. Probablemente pudiese encontrar en otros campos pero no en el que estaba formada. En ese momento decidí que, además de solicitar trabajo, iba a solicitar becas para ver si de esa manera lograba meterme en el mundo de la ciencia. Así fue como surgió la posibilidad de venirme a Dinamarca.

–¿En qué consistía esa beca para trabajar en el país nórdico?

–Todo surgió a través de una iniciativa europea para un proyecto de cooperación para adquirir experiencia internacional. En mi caso fue con una beca llamada Galeuropa, bastante conocida, de la Xunta de Galicia. Era una beca por cuatro meses y, como me gustaban los países nórdicos, decidí buscar algo por esta zona. Busqué en varias universidades y vine a dar a la Universidad Técnica de Dinamarca porque aquí trabajan en temas de ecología marina. Me pareció un buen sitio para coger experiencia.

–Desde esos cuatro meses iniciales hasta ahora ya han pasado sin embargo unos cuantos años.

–Sí, al acabar los cuatro meses me quedé. Me ofrecieron un puesto como asistente de investigación, ayudando en diferentes proyectos de doctorado o posdoctorado. Eso me permitió trabajar con diferentes científicos, ayudando principalmente en el laboratorio. Después de unos años trabajando en eso me ofrecieron el doctorado, que es lo que estoy haciendo ahora.

–¿En qué consiste ese doctorado en el que está trabajando?

–Debo reconocer que tuve bastante suerte con él. Siempre estuve muy interesada en la contaminación marina, tanto química como orgánica. Sin embargo, nunca fui capaz de trabajar en algo relacionado con eso. Sin embargo, justo en mi universidad salió un doctorado para analizar el impacto de los microplásticos en las cadenas tróficas marinas. En cuanto lo vi, lo solicité. Al final conseguí por fin meterme en esto. El día 1 de marzo hará dos años que comencé con él, así que me queda un año para finalizarlo. Después ya veremos qué pasa. A ver si consigo un posdoctorado, y si es relacionado con la contaminación, mucho mejor.

La estradense, durante su trabajo.

–¿Qué conclusiones va sacando en su doctorado?

–Yo estudio los organismos plantónicos. Son organismos microscópicos que viven flotando en el agua. Son la base de las redes tróficas en el mar porque son la comida de diferentes larvas, peces, crustáceos... Organismos que son importantes económica y ambientalmente. Eso los hace muy importantes. Mi mirada es a través de los microplásticos, que son los de menos de cinco milímetros. Es muy complicado evaluar los impactos porque no se puede hablar de microplásticos en general. Yo estudio plásticos limpios y redondos y no se aprecia impacto. Sin embargo, si lo evaluamos junto a otros contaminantes como el petróleo, que absorben los microplásticos, se vuelven un vehículo hacia los organismos plantónicos. Es importante no ver los microplásticos como un enemigo en sí, sino como un vehículo y un factor extra en la contaminación marina.

–¿Cómo es su trabajo diario?

–Trabajo principalmente en el laboratorio, aunque también hice algo de trabajo de campo. Hice por ejemplo una investigación en Groenlandia, donde tuve que pasar mes y medio. Fue para analizar unas especies en concreto y tuve que desplazarme hasta allí. También estuve en Ghana, para conseguir también allí las plantas con las que trabajo. Después, todo eso se analiza en el laboratorio.

–¿Cómo se ha acostumbrado a la vida en Dinamarca?

–Era un país en el que estaba interesada y quería venir a trabajar aquí si había posibilidad. Me gusta como es la sociedad aquí, aunque cuando ya llevas muchos tiempo le empiezas a notar más defectos. Lo más duro es el tiempo que hace y la oscuridad. Todo son grises y nubes. Aunque sea de Galicia es complicado de llevar.

–Hablamos con usted en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿cómo ve desde su experiencia la situación de la mujer en este mundo?

–Creo que va aumentando el número de mujeres que nos dedicamos a esto o que tenemos el valor de hacerlo, porque no es un mundo nada fácil. Es algo que también se nota en Dinamarca y así lo muestran las estadísticas. Creo sin embargo que se sigue habiendo cierta discriminación. Veo detalles y situaciones que desprenden machismo por todos lados. Otro problema es que las mujeres no llegamos a alcanzar grandes puestos. Hay muchas estudiantes de grado pero no hay muchos altos cargos en las universidades ocupados por mujeres. Es una situación que va mejorando, pero poco a poco.

–¿Nota diferencia en ese sentido entre España y Dinamarca?

–No, es parecida. La sociedad en ese sentido es parecida a la española. Aunque el sistema en general pueda funcionar mejor, el comportamiento de la gente no es muy diferente.

–¿Qué le diría a una niña o a una joven cuya ilusión sea meterse en el mundo de la ciencia?

–Es un trabajo que puede tirar un poco para atrás y que necesita mucha devoción. Igual que otros muchos trabajos necesita mucho tiempo y es sacrificado en algunos aspectos, especialmente si tienes que andar viajando. Hay muchas cosas que no te permiten organizarte como en otros trabajos. Yo les diría que si tienen esa vocación que busquen referentes, que cada vez hay más. Que busquen mujeres que se están dedicando a esto y que vean que sí que podemos. No nos podemos dejar influenciar por lo que nos dice nuestra familia o personas que piensen que no podemos hacerlo por ser mujeres. Deben pensar por sí mismas. Puede ser duro a veces pero también es un mundo que vale la pena.

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