La Xunta de Galicia destinará el año que viene 2,63 millones de euros a la concesión de ayudas para prevenir y paliar los daños ocasionados por la fauna salvaje, a través de cuatro líneas de subvenciones públicas diferentes. Un informe de la Consellería de Medio Ambiente, llevado al Consello da Xunta del miércoles, recoge el contenido y los aspectos principales de este paquete de compensaciones, que se convocarán de forma escalonada a lo largo de las próximas semanas. Salen a comienzos de año para cubrir dos períodos críticos para el sector: la siembra y la recogida del maíz.

Según sus estimaciones, en 2021 se podrán conceder alrededor de 3.000 subvenciones a propietarios de explotaciones ganaderas (incluídas las apícolas) que puedan sufrir ataques de lobos o de osos y a agricultores profesionales o de autoconsumo afectadas por el jabalí. En los cuanto a los daños del lobo, la convocatoria del próximo ejercicio contará con una partida de 646.224 euros, lo que supone un incremento del 61,5% respecto a los 400.000 consignados este año. Las cuantías variarán en función de las especies afectadas y de los tramos de edad, oscilando entre los 26 euros de un ejemplar de ganado ovino o caprino adulto y los 1.817 de una vaca de raza autóctona de entre 2 y 6 años de edad. Estos importes podrán incrementarse en un 30% en determinados concellos indicados en la propia orden y en un 10% en aquellas explotaciones en que se haya comprobado la aplicación de medidas preventivas evaluadas de forma favorable. También serán subvencionables los gastos veterinarios, de eutanasia y animales abortados como consecuencia del acto de depredación.

En cuanto a los desperfectos del jabalí, en 2021 se reservan 1.447.300 euros. Las cuantías de las ayudas, en función de la superficie afectada, podrán llegar hasta 2.000 euros por beneficiario, 300 euros por encima del máximo fijado para el año que termina.

Asimismo, se convocará la orden de prevención de ataques de la fauna silvestre, dotada con 480.000 euros, un 37% más que los 350.000 que había este curso. Un total de 300.000 euros serán para evitar daños del lobo: 200.000 para adquisición de perros protectores y defensores del ganado, pastores eléctricos y cierres móviles de valla electrificada y los restantes 100.000 para la compra e instalación de vallados fijos. Otros 150.000 euros se destinarán a prevenir destrozos del jabalí mediante la adopción de alguna de las medidas señaladas anteriormente.

En cuanto al importe de las ayudas para prevención de daños, se calcularán en función de un baremo fijado en la propia orden atendiendo a diferentes aspectos. En todo caso, podrá ser de hasta 500 euros por perro, hasta tres pastores eléctricos y 600 euros o hasta ocho mallas y 800 euros por explotación; en el caso de cercas fijas, se subvencionará un máximo de dos vallados con hasta 1.500 euros cada uno, mientras que en los de malla ganadera o cinegética metálica se podrán cubrir dos por un montante global de 3.700 euros.

Otra de las novedades es el presupuesto reservado (60.000 euros) para prevenir e indemnizar daños causados por el oso pardo, circunstancia que afecta, principalmente, a la provincia de Lugo.

Toda la prevención sería necesaria solo para Deza

“La prevención se queda cortísima, esa dotación sería la necesaria para una comarca como la de Deza”, afirma el biólogo Martiño Nercellas. El esfuerzo en la búsqueda de soluciones para la coexistencia entre lobo y ganadería pasa por “diseñar y aplicar un ambicioso plan de medidas preventivas, para lograr asentar y normalizar una cultura de manejo y vigilancia del ganado que haga difícil que puedan producirse daños”, apunta este lalinense experto en el lobo. La dotación de 300.000 euros es “un pasito más”, pero “muy insuficiente para aplicarlo en todo el territorio gallego”. La partida de 646.000 euros para compensar daños es la más elevada de siempre y, dado el valor de las reses afectadas por ataques en los últimos años, “semeja acertada”.

Evitar “un vicio creciente de una economía del lobo”

Pero Nercellas sostiene que este tipo de pagos propician la relajación en el manejo y la vigilancia del ganado y puede crear “una picaresca de cobros indebidos, daños simulados y malas prácticas sanitarias de abandono de animales enfermos para echarle la culpa al lobo”, lo que acaba perjudicando a quien realmente precisa esas indemnizaciones. A su juicio, para evitar, en los sucesivos años, “un vicio creciente de una economía del lobo, de más ayudas, más daños, más ayudas, más daños...”, la actuación de la administración debería ir “en el sentido de dirigir la mayoría de los recursos hacia la prevención para reducir daños, con el consiguiente decrecimiento de los pagos” por este motivo.