Desde su apertura hace casi cuatro años, el Centro de Xestión do Coñecemento Arqueolóxico que alberga el Pazo de Liñares contaba con dos líneas: por un lado, un área para la investigación, en el que los arqueólogos disponían de excelentes laboratorios para catalogar hallazgos de distintos yacimientos. La labor de los cinco profesionales remató hace meses, tras inventariar en torno a 120.000 piezas, de modo que esta área está cerrada y, por tanto, solo está en activa la zona expositiva, que sí puede visitar el público y que cuenta con algunas piezas de la zona.

A decir verdad, la zona expositiva de este centro arqueológico y el encanto que tiene de por sí la casona, inaugurada en 2014 tras tres años de reformas, son ahora mismo los únicos reclamos con los que cuenta Liñares, a la espera de ver en qué queda la reapertura del Museo Galego da Marioneta. Esta exposición cerró en mayo de este año por decisión de Viravolta Títeres y como respuesta a la tardanza para conseguir la declaración de las instalaciones como museo. Por el momento, el actual gobierno aprobó en junta la contratación de la redacción de los pliegos técnicos para licitar el plan museológico y museográfico de una colección mucho mayor de la que podía contemplarse en las salas de Liñares y que cuenta con decenas de marionetas de diversas partes del mundo, así como títeres articulados, que los convierten en piezas únicas.