El Museo Municipal Ramón Aller de Lalín será escenario es tarde, a las 20.30 horas, de la inauguración de la exposición "Wili. Unha técnica salvaxe". La muestra dedicada a la obra del fallecido Antonio Taboada Ferradás, está comisariada por el lalinense afincado en Madrid, Ángel Calvo Ulloa.
-¿Cuántas piezas forman parte de esta exposición sobre Wily?
-Hay como 17 conjuntos, en realidad. Por un lado hay piezas sueltas, y por otro hay una pared toda llena de acuarelas y pinturas suyas. La parte de pintura son una especie de láminas archivadas por el propio autor. Lo que se hizo fue una selección que va desde el año 87 hasta el 2006, año en el que murió.
-¿Cuál es el grado de conservación de las piezas mostradas?
-Más o menos. Ahora mismo estaría todo perdido si la familia no contratara una empresa de restauración profesional de arte desde hace años. Es cierto, que hay muchas piezas deterioradas porque las estaba comiendo la carcoma. La exposición es como una demostración de fuerza total. Es decir, el trabajo sigue ahí y está en perfecto estado. Pero fue porque la familia pagó por su cuenta esos trabajos.
-¿Una exposición así sería imposible sin su colaboración?
-Totalmente. Ahí el tema es su familia y la asociación de amigos del artista, que son colaboradores. Se ofreció todo y se abrió el taller. Realmente, esta exposición está dividida en dos partes distintas: Lo que es la exposición del museo y un libro de 112 páginas cuya publicación estuvo coordinada por Misha Bies Golas. Entonces, la familia puso a disposición todo el material que había, vinieron la semana pasada de Vigo de la empresa de los restauradores con las piezas que llevaban allí desde hace tiempo. Se hizo una selección para la planta baja del museo, y en la zona en forma de "L" se trabajó con la idea de Wily de que las esculturas interactuasen entre sí y, también, con la idea del taller. Además, hay un recorrido por su trayectoria, con unas tallas de los años 2004 y 2005.
-¿La exposición muestra la magnitud de Wily como artista?
-Pienso que entre la exposición y el catálogo, que se complementan, junto a un texto explicativo en la sala, se puede acceder dentro de la plástica a una introducción a lo que es la figura de Wily.
-A Wily no le gustaba que le comparasen con Leiro, ¿lo situaría a su mismo nivel desde el punto de vista de su concepción del arte?
-Wily ganó un premio en el 86 con una escultura en la Bienal del Araguaney, que era un certamen importante entonces, y realmente sus primeras piezas son de esa época. Con Leiro podría tener más que ver con la producción de esos años porque era todo tallado, con gubia, barnizado y poca policromía. Lo que pasa es que después sí que hay una ruptura total con una escultura más a la alemana. Era gran admirador de Leiro, pero le pudo fastidiar en su momento por el temor al encasillamiento. A mi Wily me interesa mucho porque pertenece a la generación posterior a Atlántica, muy silenciada con gente interesante como Din Matamoro o, de aquí, con Salgueiro o Aymerich.
-¿Qué es lo que más le interesa como comisario de la muestra?
-Llega un momento en que no concibes unas sin las otras. Lo que me gusta es que se trata de un trabajo muy fresco. Yo defiendo que Wiliy es una figura vital e importantísima dentro de su período, y que contiene la parte pasada de la escultura gallega como la parte posterior y seguro que influiría más si fuese más considerado. No hay que reivindicarlo porque sea una figura local, si no porque tenemos la suerte de que es de aquí.
-¿Es necesario reivindicar un museo dedicado sólo a Wily?
-Sería totalmente necesario que tanto el Concello de Lalín como Cultura se mojen en eso porque el compromiso a priori de la restauración de su obra no se cumplió. Tiene un taller fantástico donde se podría hacer una obra para mostrar las obras restauradas.
