Con sólo diez minutos de retraso con respecto al horario previsto comenzó el emotivo acto de anoche, puesto que minutos antes muchos de sus vecinos y amigos ya habían casi completado el patio de butacas del recinto lalinense. La tarde, infrecuente para esta época del año, se tornó en una jornada casi invernal de ésas que tanto gustaban a Pepe Cuiña y que ni mucho menos restó afluencia a la cita. En el hall del auditorio se agolpaban representantes de distintos partidos y compañeros de viaje político del homenajeado que quisieron acompañar a su familia el día en el que era nombrado Fillo Predilecto de Lalín.

Aunque no hubo sorpresas de última hora y estuvieron presentes la mayoría de los cargos institucionales y políticos que más o menos habían anunciado su presencia, algunos de sus paisanos echaban de menos una mayor representación del gobierno autonómico, de ese ejecutivo del que tomó parte Cuiña durante más de una década. El clima que se respiraba recordaba, en parte, a los multitudinarios actos que, en sus momentos de mayor poder en la Xunta, convocaba el político de Lalín en su localidad; en los que salía al atril aupado por sus paisanos y con un cierto aire de orgullo ante sus compañeros de partido porque las sillas se habían agotado de nuevo.

Ayer fue algo así. Entre las más de 600 personas que abarrotaron el auditorio, se encontraban muchos de sus vecinos y amigos. Entre otros, estuvieron: el presidente autonómico del PP, Alberto Núñez Feijoo, el secretario general, Alfonso Rueda, o los diputados Gustavo de Arístegui y Ana Pastor. Los que no faltaron fueron la mayoría de los populares con los que Cuiña sentía una especial empatía como José Luis Baltar, su hijo José Manuel, Pablo Crespo, el ex alcalde de Ortigueira, Antonio Campo, Roberto Castro, o el ex presidente autonómico Gerardo Fernández Albor. Asistió el diputado autonómico socialista Ismael Rego y su compañera, la lalinense Soledad Sánchez, mientras que el BNG estuvo representado por Carme Adán.También estaban los portavoces del PSOE y BNG, Manuel González Aller y Francisco Vilariño, además de la corporación y empresarios dezanos y foráneos como José María Farto. Tampoco faltó el obispo de Ourense, Luís Quinteiro.