Triunfo vital para un Peixegalego que sale a flote después de seis derrotas seguidas. El equipo marinense logró sobreponerse a los zarpazos de un Cáceres que se resistió a dejarse remontar, pero una gran segunda parte forjada a base de carácter e intensidad, le otorgó su tercer triunfo del curso.

El Peixe fue incapaz de comenzar mandando. Desde el principio demostró unos acuciantes problemas en la anotación. El Cácares estaba cómodo en A Raña. Montado en su racha ganadora como local, el conjunto extremeño jugaba con confianza.

Un 0-12 en contra en los últimos minutos del primer cuarto puso el encuentro muy cuesta arriba para el Marín, que comenzó a transformar cada ataque en una guerra individual de la que salió siempre perdedor. Javi Llorente pidió tiempo ante una sangría tan grande y tan solo una canasta de Derksen rompió la sequía para mandar el encuento con un 10-17 en el marcador al segundo período.

El Peixe necesitaba reaccionar y en cuanto entendió que debía volver a actuar de modo colectivo, encontró de nuevo oxígeno en el partido. El cuadro local echó el cerrojo en la zona, no consintió tiros asequibles de tres y eso le ayudó a ir recortando diferencias en el marcador, pese a su nulo acierto desde el perímetro.

No fue hasta mediado ese segundo cuarto cuando la escuadra peixista encontró su primer triple, salido de la muñeca de Simeón. El Marín se acercaba a dos puntos (24-26) gracias también a los buenos minutos de Bauza, pero en los instantes finales, el Cáceres volvió a demostrar el acierto exterior que acreditaba y recuperó un colchón de ocho puntos que Kobre transformó en seis (34-40) al cazar y machacar un rebote agónico sobre la bocina.

El Marín tenía que imponerse desde el principio tras el paso por los vestuarios y no quiso dejar escapar ni un segundo. Tras un tanteo igualado, un parcial de 5-0 con un triple de Mugica y otra canasta de Derksen colocó el encuentro 41-45. El equipo pontevedrés volvía a estar cerca de la remontada, pero un nuevo arreón del Cáceres volvió a distanciarle a diez (43-53) gracias al acierto de Parejo desde fuera.

Fuerzas de flaqueza

Todo parecía perdido. Pero una vez más, el Marín sacó fuerzas de flaqueza e impulsado por su afición, logró recortar distancias. Ésta sería la definitiva. En un gran final de tercer cuarto, la escuadra local aumentó su nivel de intensidad en defensa y eso le permitió rentabilizar mejor sus ofensivas. La fluidez volvía a estar presente y una canasta interior de Cain a falta de dos segundos mandaba el encuentro muy parejo al último cuarto (56-58).

Esta vez, el conjunto local no iba a dejar escapar vivo a su rival. El Peixe estaba en la cresta de la ola y los triples imposibles dejaron de entrarle al Cáceres. Cada jugada era defendida como si fuese la vida en ello. A Raña era una caldera y al rival le faltaba el aire que le sobraba al cuadro peixista, encabritado.

El Marín hizo daño desde la pintura aprovechando que sus enemigos ya no llegaban a las ayudas. Cain empató por fin y en la siguiente acción puso a su equipo por delante (62-61). Cabanas sumaba en sus pocos minutos y cada ofensiva era un suplicio para el Cáceres, que no pudo ni arañar a un Peixe que ya tenía claro que la séptima derrota no podía llegar y amarró un triunfo que es oro.