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La Vuelta pasó entre susurros

La victoria del belga Tim Wellens tuvo más de clandestina que de espectacular, sin aficionados jaleándole

La serpiente multicolor de la Vuelta a España, a su paso por GaliciaBRAIS LORENZO

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Entre susurros pasó la Vuelta por Ourense. Veinticinco años esperando un final de etapa en la ciudad para que las restricciones por culpa del Covid alejen a los aficionados del momento de disputarse la victoria. Ganó un belga, Tim Wellens, el más astuto entre los siete que alcanzaron la llegada escapados, después de algo más de cuatro horas y media por delante de un canadiense, Michael Woods, y de un checo, Zdenek Stybar. El mejor español fue Marc Soler, quinto a once segundos. De Ourense se fue de rojo, como vino, Primoz Roglic, con Carapaz y Carthy completando el cajón si la carrera hubiese terminado en el Seminario. El mejor español continúa siendo Enric Mas, quinto a casi tres minutos y medio del liderato. Según llegaron se marcharon, camino de Mos, punto de partida de la siguiente etapa, hasta Puebla de Sanabria.

La jornada se abrió con mala cara, el positivo, en Lugo, de un periodista extranjero que llevaba pocos días siguiendo la carrera. Ajeno a la denominada ‘burbuja de la carrera’, corredores y organización, un test dictaminó que era positivo, por lo que fue aislado al igual que su único contacto directo, con el que compartió vehículo. Ya es mala baba que el positivo se confirme camino de Ourense, hace un cuarto de siglo el pelotón partió hacia Zamora con un puñado de bajas por culpa de una intoxicación.

Llegada vacía

Lejos esta Vuelta 2020 de aquellas en las que en las líneas de meta se apiñaban los aficionados. Porque nada hay más emocionante que una llegada masiva, con los ciclistas más veloces tirando de riñones para conquistar la victoria. La nueva normalidad era esto, cunetas prácticamente vacías y seguidores pegados a la tele y los periódicos.

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Así fue el paso de la Vuelta a España por LalínÁngel Graña / Xan Salgueiro

Y gracias, porque la etapa entre Lugo y Ourense estaba programada para septiembre y al menos ha podido hacerse realidad. Los corredores ya otean Madrid en el horizonte, el domingo.

Ciclismo y aficionados van inexorablemente unidos por un cordón umbilical que va más allá de la mera competición. Pero los llamamientos a no acercarse por la línea de llegada en el Seminario fueron unánimes, previo paso a prohibirlos. Directamente. Otra cosa no, pero el ourensano es de los que rara vez saca la cabeza para decir algo. Se acata y punto. Aunque haya que esperar otros veinticinco años. Antes, el que viene, la carrera española partirá desde Burgos.

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