Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

fútbol - Preferente Autonómica Norte

La mentira de Gelucho

El Estudiantil ha sabido esconder sus carencias y abrazar sus virtudes para asentarse en el ascenso

Fon y Jacobo celebran un tanto del capitán Colón durante esta temporada. // Bernabé

El invicto Noia visitó el pasado domingo el campo de San Martiño. Tras acaparar elogios por su impecable primera vuelta, el líder ponía a prueba la solidez de su perseguidor, aquel al que todos auguran un protagonismo efímero. El resultado final fue una victoria de los repudiados sobre los elegidos, un triunfo que pone el foco sobre un equipo que hasta ahora había vivido a la sombra de los grandes sin que nadie se percatase de lo que ese grupo de ignorados podía hacer.

El bloque creado por Gelucho no es el mejor de la categoría, ni el segundo, ni el tercero, y sin embargo sorprende y gusta con facilidad. Tiene lo que todos desean, la naturalidad para hacer fácil lo que es realmente difícil. Ese pequeño club nacido en su día en las parroquias de la zona de Loimil es hoy una amalgama de jugadores con perfiles muy similares y con muchas carencias en su concepto. Los de San Martiño no tienen un nueve ni extremos al uso y sin embargo poseen mucho gol (son el tercer equipo más goleador de la categoría). Tampoco tienen la fuerza y altura en la medular o en el centro de la defensa de otros rivales y sin embargo son el equipo menos goleado junto al Noia.

El secreto de su éxito es tan difícil de entender como fácil de apreciar y surge de varios elementos, muchos de ellos introducidos por el técnico compostelano para crear su farsa. La primera y más evidente es su capacidad para aceptar y abrazar aquello que los hace más fuertes. Los estradenses no tienen fuerza pero se hacen fuertes por la acumulación y por generosidad en las ayudas. Pueblan la zona central con tres centrales y dos jugadores de corte defensivo por delante, una barrera imposible de superar con una buena concentración. La trampa se completa con un gran trabajo en el balón parado defensivo y un meta de gran nivel para terminar de sellar su portería.

Con cinco jugadores cerrando el carril central, sin nueves y sin extremos, la mentira de Gelucho se abraza a la anarquía y a aquello que sí posee. Lo primero son carrileros generosos en el esfuerzo, tan buenos defensiva como ofensivamente. Los Fafú, Jacobo, Mateo o Alberto recorren incansables la banda para hacer el trabajo de dos. Lo otro que posee son medias puntas. El Estudiantil no tiene nueves, así que juega sin ellos. Brais Calvo, Colón, Matelo -el más delantero de todos ellos- o los recién llegados Juanín y Gorka conforman una línea ofensiva móvil, de gran calidad y al mismo tiempo muy difícil de marcar.

Esta ilusión creada por Gelucho en una adaptación a lo que tiene se complementa con dos aspectos claves. Por un lado existe una fe inquebrantable en aquello que propone. El Estudiantil conoció a Gelucho al finalizar la pasada temporada y sus cambios llevaron al equipo a la permanencia. Este año, la confianza en sus ideas son totales. A favor del técnico compostelano juega además su carácter adoctrinador. Gelucho dirige a nivel colectivo, pero al mismo tiempo enseña a nivel individual. El técnico pasa gran parte del partido adoctrinando a los jugadores, especialmente a los más jóvenes, en los movimientos que deben hacer en cada momento.

El otro factor que completa al Estudiantil es su estado físico. El trabajo de Manuel Blanco se deja notar en un equipo capaz de poner un ritmo más alto que sus rivales y de mantenerlo durante más tiempo. Ese factor ayuda al despliegue físico que realizan en cada partido sus carrileros e incluso jugadores como Brais Calvo o Colón lucen con punto más de velocidad.

Con los jugadores claves rindiendo a su mejor nivel, el equipo ni siquiera se ha resentido con bajas tan importantes y largas como las de Matelo o Fafú. Los resultados no positivos han ido ayudando además a la confección de un grupo mucho más unido y compacto dentro del vestuario que en temporadas anteriores, dejando además atrás el estado de nerviosismo continuo que se vivía en el club dentro del plano directivo.

El Estudiantil tiene ahora margen para soñar. Lo hará sin presión y con la confianza de que nadie podrá adivinar jamás hasta donde llega su verdad y su mentira.

Compartir el artículo

stats