Real Madrid 3 - Barça 2

Un MVP insospechado en un clásico entre pantallas futuristas y con gol fantasma

Lucas Vázquez brilló en el clásico en que el Bernabéu estrenó su espectacular marcador de 360 grados y que tuvo, como casi siempre, polémica arbitral

Panorámica del Bernabéu durante el clásico Real Madrid-Barcelona.

Panorámica del Bernabéu durante el clásico Real Madrid-Barcelona. / Juanjo Martín

Sergio R. Viñas

Estrenaba el Santiago Bernabéu, en la noche que acabó siendo la del clásico (Real Madrid 3 - Barça 2) que sentencia LaLiga, su marcador de 360 grados, un espectacular anillo de pantallas mirando hacia el césped, techado desde el inicio del partido una vez más, con otros diez monitores a la espalda, mostrando el partido a los aficionados que abarrotaban las gradas para el clásico. Había curiosidad por el debut tecnológico y en verdad respondía a cualquier expectativa creada. Salvo a una.

Ya a los cinco minutos del partido, los presentes en el coliseo blanco se dieron cuenta de que la experiencia no iba a ser completa. Muchos miraron hacia arriba a ver la repetición del gol de Christensen, de la cantada de Lunin. Pero en esos monitores no se emitía repetición alguna, no hasta pasados un buen puñado de minutos tras cada acción. Así que, cuando se acercaba la media hora y el VAR se pegó dos minutos revisando el gol fantasma de Lamine Yamal, los aficionados recurrieron al 'fact check' de toda la vida: girarse hacia la tribuna y preguntar a gritos, "¿pero ha entrado o no?".

La concesión de ese gol sin duda hubiera agitado los cánticos de "Barcelona corrupción" y "corrupción en la Federación" que fueron salpicando el hilo de musical del partido, quebrado de inicio por el minuto de silencio en tributo a Luis Gil, director de competiciones y de la oficina del jugador de LaLiga, cuyo fallecimiento, a los 48 años, se conoció minutos antes de que arrancara el clásico.

El Madrid sufre en los córners

Pero no, el taconazo de Lamine, no había entrado, o al menos Sánchez Martínez no encontró ninguna imagen de TV que acreditara que sí lo había hecho. Pero lo que se había entrado para entonces era el pánico madridista hacia los saques de esquina de su rival. En Manchester, cuatro días,

. Pero en este clásico, el Barça no solo marcó en el primero del que dispuso, sino que cada uno de ellos era una tortura blanca.

Lucas Vázquez, en el Real Madrid - FC Barcelona.

Lucas Vázquez, en el Real Madrid - FC Barcelona. / Juanjo Martín

Quizá fuera, al menos en parte, por la falta de defensas puros en la alineación de Ancelotti, pues solo Rüdiger respondía a esa definición entre quienes comparecieron de inicio con la camiseta blanca. Añoró el Madrid a Mendy, sobre todo el parcela defensiva, pues Lamine jugueteaba demasiado a menudo con Camavinga, brioso, eso sí, cuando contaba con yardas por delante y el balón en sus botas.

FermÍn desafía al Bernabéu

Volvió a quedar patente, ya en la segunda mitad, en el segundo tanto del Barça. Lo marcó Fermín, sí, que había saltado al campo por Christensen en el descanso, que se subió a la barrera de publicidad para desafiar al público local con los brazos abiertos tras su momento de gloria. Lo marcó el canterano, sí, pero todo nació en una desatención de Camavinga hacia Lamine, el jugador que colocó el centro que Lunin repelió y Fermín, sí, empalmó ante la pasividad de Tchouaméni y Rüdiger.

Estaba opositando en ese momento el adolescente azulgrana a ser el MVP del último clásico de la temporada, sin duda el más afilado del equipo que, en ese momento, iba ganando. Pero resultó que, en la otra punta del campo, trazando la diagonal perfecta, el más insospechado de los candidatos levantó el dedo y reclamó para sí el galardón.

Celebración de uno de los goles del Real Madrid ante el Barcelona.

Celebración de uno de los goles del Real Madrid ante el Barcelona. / Juanjo Martín

Fue Lucas Vázquez, quien había provocado el penalti de la primera mitad, 'maradoneando' sobre la línea de fondo. Cancelo, a un cuarto de hora de final, volvió a ponerle la alfombra roja para su encumbramiento. Desatendió el centro pasado de Vinicius como quien ve pasar desde la parada un autobús que no es el suyo y el canterano blanco no desaprovechó la oportunidad para marcar el empate que deja la Liga virtualmente sentenciada.

Pero es que todavía la quedaba la guinda al gallego, ese centro raso en el descuento que se paseó por el área y con el que Bellingham, como hizo en el clásico de Montjuïc, le concedió la victoria al Real Madrid cuando el empate parecía un hecho. Gol, asistencia y un penalti forzado. El domingo soñado para un Lucas Vázquez que lideró a un equipo que, ya irremediablemente, será el ganador de esta Liga. De hecho, la afición blanca ya piensa en la siguiente temporada. "Xavi quédate, se escuchaba en el Bernabéu los compases finales.