Ciclismo - O Gran Camiño

Vingegaard cabalga sobre la tormenta

Tercera etapa y general para el danés en una subida al Aloia acortada por la meteorología

Vingegaard inicia su ataque en una
 jornada marcada por el temporal.
 // Luis Ángel Gómez

Vingegaard inicia su ataque en una jornada marcada por el temporal. // Luis Ángel Gómez / Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

El avión no podía sobrevolar los montes porque circulaba a ras del suelo y montado sobre una bici. En medio de la tempestad, un azote de viento y agua, un tormento pedalear en estas circunstancias, un corredor surgido del frío y acostumbrado en su Dinamarca natal a entrenar bajo estas circunstancias, de nombre Jonas Vingegaard, dos Tours lo contemplan, se impuso en O Gran Camiño atizando a todos, como hizo el año pasado, para comenzar el curso ciclista demostrando que aparte de la ronda francesa lo quiere ganar todo.

A Jonas Vingegaard, al que realmente habría que denominar a partir de ahora como Vingegaard Hansen, porque amparándose en la ley danesa ha incorporado a su apellido el de su mujer, sólo disfruta ganando como ha demostrado en Galicia. La emergente carrera ciclista ha disputado estos dos últimos años ocho etapas. Dos de ellas no han contado en la general porque una se canceló por la nieve y la otra se corrió sin tiempos, pero las otras seis, tres en 2023 y otras tres en 2024, las ha ganado Vingegaard y en los seis casos sometiendo, sin contemplaciones, a todos los rivales a los que no ha dado ni un soplo de libertad, mucho peor que el viento que ha ido soplando durante los cuatro días en los que se ha corrido O Gran Camiño.

Dicen en el Visma, su equipo, hasta el año pasado Jumbo, que aún está al 80% de su capacidad física, porque todavía es febrero y porque le aguarda un final de invierno y principio de primavera, con dos carreras, Tirreno-Adriático e Itzulia. Sólo hay dudas de que pueda ganar la ronda vasca porque allí se han apuntado Primoz Roglic y Remco Evenepoel –en Euskadi se frotan las manos– y el triunfo lo tendrá un poco más apurado.

El pelotón, camino del Aloia.

El pelotón, camino del Aloia. / Luis Ángel Gómez

En Galicia se ha paseado entre árboles que se movían como si no quisieran seguir enganchados a las raíces y con los paraguas que se giraban del revés derrotados por la fuerza del viento. A él le ha dado igual, como si hubiese hecho 20 grados y el día invitase a salir en bici. Atacó en Lugo, en Ourense y en Pontevedra, y sólo se tomó el inicio de A Coruña en paz y tranquilidad porque la contrarreloj no servía para la pelea por la general debido al viento casi huracanado y se tomó el día casi en plan cicloturista.

Quien ha tratado de seguirlo, ha sucumbido en el intento. Casi un honor aguantarle unos metros y sentir su aliento. “Me pasó como una moto”, decía David de la Cruz en la salida de Ponteareas. Sucedió el penúltimo día de carrera, el sábado, cuando Vingegaard superó a los fugados camino de su segunda victoria.

Ha dado igual que en Galicia estuvieran ciclistas como Richard Carapaz, todo un campeón olímpico y ganador del Giro, o el andaluz Carlos Rodríguez, todavía muy verde de forma en esta época del año. Ha tenido, eso sí, una mención especial Egan Bernal, un Tour y un Giro en su zurrón, porque el corredor colombiano, tercero en Galicia, no había pisado un podio desde que casi se mata cuando chocó con la parte trasera de un autobús mientras entrenaba en su país, en enero de 2022. Logró la tercera plaza en O Gran Camiño por detrás de Vingegaard y de Lenny Martínez, 20 años, la nueva esperanza del ciclismo francés, hijo y nieto de ciclistas. Su padre, Miguel Martínez, fue medallista olímpico de bicicleta de montaña en Atlanta y Sídney. Su abuelo es Mariano Martínez, contemporáneo de Eddy Merckx y Luis Ocaña, al que se le conoció en España como ‘El francés de Burgos’.

Vigengegaard fue todo un espectáculo en una jornada de mal tiempo que obligó a recortar la última etapa por el peligro de los descensos. La temporada no ha hecho más que empezar, pero el espectáculo con Vingegaard (y seguro que con Tadej Pogacar que debuta el 2 de marzo en la Strade Bianche, en la Toscana) está servido.

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La lluvia y los fuertes vientos obligaron a recortar el recorrido de la última etapa, de 158 a 132 kilómetros, finalizando en la primera subida al Aloia. En pleno ascenso saltó Vingegaard. Se rodó con mucha velocidad desde el principio, pese a que la salida real se retrasó tras un pinchazo en el recorrido neutralizado de Carapaz. La meteorología impidió además la retransmisión. Vingegaard asegura que “fue peor el viernes, por el frío, y por supuesto el año pasado cuando nevó. Hoy llovió mucho, pero las temperaturas no eran tan bajas. Lo hubieran sido si hubiésemos tenido que descender”, además de peligroso “por el viento. En algunos lugares era como si los árboles se fuesen a caer sobre la carretera”. El danés valida que la organización acortase la jornada. “Ha sido la mejor decisión. Así pudimos llegar a meta y todo el mundo estuvo contento”. Él lo está, desde luego: “Estoy satisfecho con mi estado de forma. Ha sido un gran inicio de año”. Pero lamenta que O Gran Camiño haya tenido mala fortuna con el tiempo por segunda edición consecutiva.