Duelo de contrarreloj en la cumbre

Vingegaard y Pogacar se juegan el triunfo definitivo de la ronda en la penúltima cita alpina

Pogacar y Vingegaard,en plena lucha enla etapa del domingo.  // Efe

Pogacar y Vingegaard,en plena lucha enla etapa del domingo. // Efe / Sergi Lóipez-Egea

Sergi Lóipez-Egea

Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar se la juegan hoy en la penúltima cita alpina con un Carlos Rodríguez que buscará afianzarse aún más en el tercer puesto de la general. Será una etapa cronometrada que es casi una cronoescalada.

Había una vez un ciclista con unas piernas tan y tan delgadas que lo primero que se preguntaban quienes estaban a su lado era que cómo podía ser capaz de subir las montañas tan deprisa, lanzarse como si montase una MotoGP de las que tanto le apasionan en un descenso y ser el único que se atreve a respirar unos minutos el aire de Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar cuando aceleran en los Alpes.

Las piernas de Carlos Rodríguez parecen las de un adolescente que está creciendo y no las de un escalador puro y nato, que además desde que era niño afronta una contrarreloj como si fuera un especialista, por lo que, si a la crono de hoy le añadimos un toque de montaña, casi una cronoescalada, entonces no debería haber problema alguno para aguantar y hasta ampliar el seguro en la tercera plaza de la general.

Carlos se siente abrumado en el hotel de carretera, eso sí con la majestuosa imagen del Mont Blanc, donde estará hasta mañana. La televisión francesa le ha montado en el parking un plató improvisado. Han aprovechado los trípodes de los focos para agarrar una cuerda de donde cuelgan, como si se estuvieran secando al sol, los maillots conmemorativos del Tour, el amarillo de Vingegaard, el blanco de Pogacar, que Rodríguez llevaría mañana, aunque prestado, si el astro esloveno se pone líder, y el del Ineos, el equipo que ahora se resiste a soltarlo al Movistar porque necesita un líder consistente para la ronda francesa del año que viene.

Se respira Tour por todos lados. “Parece que lo que hago tiene mucha repercusión. Pero yo como estoy en carrera no me percato. Aquí todo se magnifica más”.

Posiblemente, Rodríguez atraiga principalmente a la prensa española, aunque son muchos más los que charlan con él en las afueras del hotel. El Ineos, aunque sea un equipo británico, también es medio español. Hasta 10 personas, casi la mitad de la escuadra desplazada al Tour, son españoles, entre corredores (Carlos, Jonathan Castroviejo y Omar Fraile), director (Xabi Zandio), preparador físico, nutricionista, mecánicos y masajistas; vamos, que entre ellos hablan más castellano que inglés.

Él atrae porque un tercer puesto en la general de este año ante dos prodigios como son el primero y el segundo de la general es algo inaudito. “Están varios escalones por encima de mí, pero voy a intentar mejorar”. Vingegaard, en cambio, se encierra en su hotel de lujo, en el centro de Saint Gervais les Bains, localidad que vive de las aguas termales, el esquí y el ciclismo.

Pogacar se ve favorito

Tadej Pogacar prefiere decantarse hacia la videoconferencia para atender a todos los que quieren saber sus planes para los dos días alpinos que todavía quedan en la escena del Tour (el miercóles se celebra la etapa reina de la carrera con la durísima ascensión al Col de la Loze), y sobre todo de la contrarreloj. “Me encaja, pero no voy a dejar caer todas las bombas de golpe. El año pasado cometí errores, pero ahora estoy disfrutando de la pelea con Jonas”. Se ve favorito. Es una contrarreloj fantástica para él, pero también para Vingegaard. Sólo están separados por 10 segundos.

Sin embargo, Vingegaard parece haber crecido desde que subió el Puy de Dôme, mucho más convencido de sus fuerzas en la cita alpina. Es una contrarreloj abierta como un libro por su resultado incierto entre dos fuera de series y donde Rodríguez, con sus piernas delgaduchas, tratará de estar lo más cerca posible del dúo dinámico del Tour.