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Balonmano - Primera Nacional Masculina

La victoria del panadero cojo

El portero Kevin García, héroe en la primera victoria del Rodosa Chapela tras 21 partidos al jugar lesionado la segunda parte contra el poderoso Ingenio

Kevin, a la izquierda, se acerca al corrillo de celebración.

Kevin García se ha despertado a las dos y media de la madrugada, como cada día, para acudir a la panadería canguesa donde trabaja. Esta mañana de lunes se le hará eterna. Terminará la jornada con la pierna derecha envarada, rígida como un madero de deriva. No le pesa el dolor, sin embargo. Le ha salido bien al trueque. “Alivio y esperanza”, resume el marinense.

“Alivio y esperanza”, repiten en el vestuario del Rodosa Chapela. Palabras que rara vez se han pronunciado recientemente en la sufrida entidad. La temporada chapeleira quedó marcada por el luto desde verano con la renuncia al banquillo de Fran Teixeira, que anticipaba su fallecimiento. Obligados a reconstruir la plantilla de Primera Nacional desde cero, Miguel Sánchez dimitió como entrenador en febrero con un solo punto en el casillero. La primera victoria llegó este domingo bajo la batuta de Manuel Fernández Lago, al vigésimo primer intento. Ha sucedido contra pronóstico, ante un candidato al ascenso. La heroicidad se encarna en Kevin: portero con pasado en Asobal, que retomó el balonmano en diciembre por amistad, a sus 38 años, escatimándole al sueño, y que en la segunda parte ante el Ingenio realizó paradas prodigiosas estando cojo. Probablemente una épica estéril en lo clasificatorio. El descenso se mantiene como probable. Kevin advierte: “Nunca se sabe”.

Nada se le puede reprochar a Miguel Sánchez. Todo en el Chapela se ha hecho por amor. Él había militado en el club de los 8 a los 42 años como jugador y entrenador. Regresó desde Porriño a petición de la directiva. Heredar a Teixeira era una pesada carga. Los fichajes se realizaron a la desesperada. El 21-42 inicial ante el Gourmet Ampate reflejaba la pesadumbre. Le siguieron goleadas amplias y partidos que se escaparon en el último suspiro. Incluso el único empate (24- 24), en diciembre en casa del Magope, resultó amargo. Los chapeleiros habían entrado en el último minuto con ventaja de dos goles.

Cambio de timonel

Miguel decidió echarse a un lado tras perder 38-25 en Lanzarote, el 30 de enero, y a Manuel Fernández Lago, entrenador del equipo de Segunda Autonómica de la SAR, le sonó el móvil aquel martes. Estaba en el gimnasio del pabellón de Redondela, preparándose para dirigir un entrenamiento. Manuel, de 47 años, siempre había colaborado en las categorías inferiores de la SAR salvo una experiencia en Autonómica en Salceda. Solo había catado Primera Nacional como ayudante. La oferta chapeleira le hizo pensar en “abandonar la zona de confort”.

–Lo voy a comentar –respondió.

La directiva de la SAR esta reunida en el pabellón. “Me animaron”, agradece.

–Prueba, es una oportunidad.

Una última charla con su mujer acabó por decidirlo, a sabiendas de la dificultad del reto. Por primera vez en su vida entró como inquilino en el pabellón Manuel González Soto; dedicado al presidente fallecido en 2019, otro llanto del club. Allí se encontró “con gente experimentada y de calidad”, asegura. “Me dije: ‘Oye, hay nivel, van últimos pero el equipo es bueno’”. Admite, claro, que el ambiente era depresivo: “El problema era más de confianza. Es una dinámica complicada. Nunca me había encontrado en una situación así, de coger un equipo a mitad de temporada. No sabes por dónde empezar a corregir”.

Entre los veteranos que recibieron a Manuel se cuenta Kevin García. Nacido en Marín, se mudó a Cangas siendo adolescente para incorporarse a la cantera del Frigoríficos, con el que jugó en Asobal. Ceuta, Carballal, Ribeira y Puertollano fueron otras estaciones. En el Acanor Novás es un referente histórico. Lo ficharon en 2013. Lideró a la escuadra al ascenso a Honor Plata en 2018 y la posterior permanencia. Lo dejó porque la mayor exigencia le resultaba incompatible con el oficio de panadero en el que se había iniciado y con sus anhelos familiares. “Allí estaba muy a gusto, pero tengo dos niñas pequeñas y apenas podía disfrutar de ellas. Para entrenar en O Rosal salía a las 18.00 y llegaba a casa a medianoche. Trabajaba toda la mañana y en algún momento había que dormir”.

Kevin García celebra el ascenso del Acanor con el capitán, Manu Martínez. RICARDO GROBAS

Al balonmano ha ido retornando desde ese paso atrás “por amistad”. Singularmente por la de Pablo Casal, institución a su vez en el Chapela, que se lo pidió en verano de 2020 cuando les falló otro portero. “Me picó el gusanillo. Les conté que podía implicarme dentro de lo que me permitiesen mi trabajo y mi familia”. Retirado a la conclusión de la campaña, Casal lo volvió a reclamar en diciembre pasado. “La situación del club es complicada”, expone. “Los veteranos no vinimos como salvadores. Hemos vuelto a echar una mano”.

A Kevin, pese a su brillante trayectoria, no le asustó la condición de colista. “Cuando volví, la empresa ya era muy complicada. Pero un deportista está acostumbrado a pelear, sea lo que sea. Personalmente lo que hago en esta situación es salir a cada entrenamiento y cada partido a dar lo máximo.Cuando entro en el campo, no sé si voy último o primero ni si juego contra el último o contra el primero. Voy a jugar. Esta semana se demostró”.

Lo dice por lo bueno y lo malo. El Rodosa Chapela doblaba tarea. El sábado recibía al Luceros, de la zona baja y con ausencias, en la 21ª jornada. Perdió por 25-33. “Al descanso íbamos uno abajo, pero las sensaciones ya eran raras”, admite Manuel Fernández Lago. “La segunda parte fue un desastre: pérdidas de balones, muchas dudas... No reconocí al equipo”. Porque el nivel de juego había ido mejorando, al punto de haber perdido el derbi con la SAR de penalti con el tiempo cumplido (“un partido más emotivo; había visualizado ganar, empatar o perder, pero no de esa manera. Fue duro”). Todo esa edificación parecía haberse desmoronado. Poco cabía aguardar del partido del domingo, contra el Ingenio, aplazado en su día. Los canarios, tras derrotar al Granitos Ibéricos 27-29, contaban con los dos puntos para auparse a la tercera posición.

“Nos vinimos arriba”

Ni siquiera Manuel acierta a explicar exactamente el milagro dominical en el González Soto. El Rodosa ganó 31-26. “Nos vinimos arriba. No sé qué cambió en menos de 24 horas”. Su asombro se incrementa en un detalle crucial. Lois, segundo portero, no pudo asistir por un problema personal. En el minuto 29 Kevin salió corriendo del banquillo, tras un ataque sin portero, para intentar evitar un gol desde media cancha. Y notó un pinchazo en la pierna derecha, que ya arrastró tras el descanso. “En el momento que salía un balón fuera teníamos que ir a cogérselo para que sacara. Le daba para dar dos pasitos a un lado y a otro. Su actuación en la segunda mitad, estando sano, también hubiera sido buena. Cojo como estaba, fue espectacular. Mostró un compromiso brutal. Hay gente veterana como él y Casal que han vuelto al cien por cien. O como Rubén, con niños pequeños pero siempre al pie del cañón. Son de sombrerazo. Tú te ves arrastrado y te tienes que poner a su altura. Los jóvenes no se pueden relajar. Les tiran de las orejas. ”,

Kevin recuerda bien el tirón en los isquios, “al cuarto paso”. Arriesga un diagnóstico: “No creo que llegue a rotura. Será una contractura fuerte”. Conviene, en todo caso: “No debería haber seguido jugando, pero estaba solo. Se dieron las circunstancias. Si lo piensas friamente, no le encuentras lógica. Acabé de jugar a las 12.00, paseé con la familia por la tarde, me acosté, me levanté a las 2.30 y he trabajado toda la mañana”.

–Tú estás loco –le suelen decir los compañeros.

“Puedes pensar que no merece la pena”, contraviene. “Es la mentalidad de un deportista. Estamos acostumbrados a convivir con el dolor. Cuanto estoy metido, a mí hay que pararme”.

El relato merece un final feliz, con la permanencia, o al menos uno abierto, que concluya ya y deje el futuro a la imaginación. Pero concluirá a mediados de mayo, seguramente con el descenso. El mayor triunfo del Rodosa Chapela no ha sido sobre el Ingenio sino seguir en pie derrota tras derrota, sosteniéndole la mirada al espejo. “Por los chicos, que tanto han trabajado desde agosto”, arenga Kevin. Manuel promete: “Este equipo peleará hasta donde le dejen”.

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