El Balonmán Chapela ha despedido un 2021 desgraciado, marcado por la desaparición de Fran Teixeira. No es la primera muerte prematura, de colosos en vigor, que lloran los chapeleiros. El luto de la década se inició en 2012, con Gerardo Méndez, y se prolongó en 2019, con Manuel González Soto. “Llevamos una racha...”, lamenta María González, hija de Manuel, cuya presidencia heredó. “El club se ha ido quedando huérfano sin su experiencia”.

La dirigente, pese al dolor, garantiza la supervivencia de la entidad, que se ha volcado con la cantera. Se apoya en colaboradores como Miguel Sánchez, el entrenador que se ha empeñado en lograr la permanencia en Primera Nacional con el equipo sénior masculino, actualmente colista. “En los momentos difíciles hay que dar la cara y tirar para delante”, defiende Sánchez.

Gerardo Méndez falleció en enero de 2012, de manera repentina, a los 53 años. Era entrenador del primer equipo femenino y autoridad indiscutible en el balonmano gallego; igualmente hombre de confianza de Manuel González Soto y Fran Teixeira. El primer golpe a la trinidad chapeleira. Soto falleció en 2019, también en enero, a los 69. Mantuvo la presidencia, que había ostentado durante dos décadas, hasta el último día de su batalla contra el cáncer. La misma enfermedad que le descubrieron a Fran Teixeira en 2017. El técnico de las glorias de Asobal había vuelto a Chapela para dirigir al equipo masculino en circunsancias más modestas durante las últimas catorce temporadas. Solo en el pasado julio desistió. Fallecía en agosto, a los 62.

Méndez, con la insignia de oro del club, y Soto.

Pilares que se tambalean

“No sé si es que tenemos un imán para las enfermedades. Ellos son los casos más recientes. Antes se nos murieron unos cuantos entrenadores entre cáncer e infartos”, recuerda María González, que no dudó en asumir el control del club. “Están siendo años duros. Yo ya estaba ahí con ellos, ayudando. Pero no es lo mismo estar a la sombra que tener la responsabilidad. A veces sientes que te viene un poco grande y te saturas. Está claro que por los chavales se hace lo que sea. Hay que estar al pie del cañón”.

“Son golpes duros, que hacen tambalearse los pilares”, reconoce Miguel Sánchez, que ha tenido que gestionar las últimas urgencias. Criado en el Chapela, de los 8 a los 42 años como jugador y entrenador, ejerció de ayudante de Fran Teixeira durante un lustro antes de mudarse al Porriño. La directiva chapeleira lo reclamó a finales de julio. La familia de Teixeira, sabedora de que encaraba la fase terminal de su enfermedad, lo había convencido de que se retirase. Sánchez aceptó el reto, consciente del peso que asumía: “Tengo la responsabilidad de sustituir a un monstruo como era Fran, con su palmarés y los éxitos que había cosechado en el Chapela. Y en el aspecto de corazón, me siento en el banquillo de mi club de toda la vida, sabiendo en qué circunstancias estaba. Pero en estos momentos es cuando la gente que realmente quiere al club tiene que demostrarlo”.

Con Teixeira, el Rodosa se había acostumbrado a competir por la fase de ascenso a Honor Plata, disputarla e incluso subir, como en 2013. El escenario, más allá de la pérdida de su magisterio, había experimentado un vuelto radical cuando Sánchez asumió el cargo. “Me llamaron cuando ya la plantilla debía estar hecha y requetehecha. De los jugadores del año pasado no se quedaba ninguno. Estamos pagando los platos rotos ahora”.

El Rodosa es colista, con un empate y doce derrotas. La directiva asume tal rendimiento. “Tienen la mano abierta. Son los primeros que entienden la situación y cómo se fueron sucediendo los hechos”, agradece Sánchez. “El tema de Fran ya fue inesperado y muy duro. Estamos intentando rearmarnos. Dentro del club existe la máxima confianza y con la salvedad de que somos conscientes de que no pasa nada si bajamos, la vida continúa y hay que seguir trabajando de cara al futuro. Tenemos los pies en el suelo en la parte económica, más en estos tiempos de COVID, y miramos hacia dentro, hacia la cantera”.

La fibra sensible

Nadie arroja la toalla. Sánchez ha pulsado resortes sentimentales. Pablo Casal, Kevin García, Pablo Galiano y Rubén Figueirido se reincorporan de manera inmediata. “Estamos planificando a ver si somos capaces de salvar la categoría”, anhela Sánchez y la presidenta secunda su optimismo: “Era complicado construir un equipo competitivo. Creo que las cosas mejorarán en la segunda vuelta. Ninguno de los chavales había competido en esta categoría. Calidad hay. Faltaba experiencia. Un veterano al lado siempre ayuda mucho, te da más confianza en ti mismo”.

“Sigue habiendo gente dentro del club que intentará tirar adelante”, promete Sánchez. “Costará con el primer equipo, es lo que nos preocupa más a corto plazo, pero la base viene con fuerza de abajo. Muchos niños nuevos están entrando y se están consolidando los equipos. Desde ese punto de vista podemos estar tranquilos. Sabemos que a medio y largo plazo el futuro está asegurado”.

Familiares de Manuel González Soto, en el acto de bautizo del pabellón con su nombre. RICARDO GROBAS

María González destaca en esta proyección el papel de Anunciación Davila, Tita. Pionera como futbolista, mentora en el balonmano de estrellas como Begoña Fernández y Estela Doiro, la viguesa se ha hecho cargo de la cantera. “La de Tita ha sido una incorporación superimportante”, ensalza la presidenta. “Es una persona que lleva toda la vida en el deporte. Había dejado el balonmano un poco de lado. Contactamos con ella y se vino. Por su forma de ser, estamos teniendo una muy buena acogida por parte de las bases”.

El Chapela ha incrementado hasta doce sus escuadras, que en la estructura femenina culmina con el Cíes Obra Civil, en Territorial. Más de 200 canteranos, en total, con una zanja en juvenil que es el próximo reto a cubrir. “Si el club sigue así, vamos a ir consiguiendo cositas. Hay que trabajar. Veníamos de unas bases muy flojas, con pocos equipos y pocos niños. La cosa va a mejorar”. A nivel personal, convocará asamblea este año: “Si otra gente se presenta, bienvenido sea. Yo me ofrezco a ayudar. Esto fue un parche por mi padre. El Chapela no es el Madrid ni el Barça. Implica mucho desgaste. Siempre escuchas críticas, pero nadie viene a ofrecerse a echar una mano. Mientras nos dejen estar, seguiremos luchando”.

“Creo que el Chapela es de esos clubes que han conservado hasta el último momento la esencia de la mejor época del balonmano gallego, y gran parte de esa esencia la aportaban el incansable Gerardo Méndez, el valiente Manuel Soto y el osado e irrepetible Fran Teixeira”, relata el presidente de la Federación Gallega, Bruno López. “Han tenido la suerte de disfrutar y aprender hasta el último segundo de estas figuras tan valiosas y carismáticas. Es un club que está hecho de otra pasta, ellos ahora no están pero de algún modo siguen aquí. Nuestra mejor historia sigue viva y lo hará durante muchos años”.