Amador Lorenzo (Bueu, 1954) tiene el privilegio de haber defendido la camiseta de los dos “grandes” del fútbol español y en su época en el F.C.Barcelona, entre 1980 y 1986, coincidió con Diego Armando Maradona. El astro argentino vistió la camiseta azulgrana dos temporadas, de 1982 a 1984, tiempo suficiente, como reconoce el portero bueués, para dejar una huella imborrable.

–¿Cuáles son sus sentimientos tras conocer la muerte de Diego Armando Maradona?

–La verdad es que es muy triste. Ayer [por el miércoles] me llamó un amigo a eso de las cinco de la tarde para decirme que Diego había muerto y fue una gran tristeza. Para el mundo del fútbol y para el mundo en general.

–¿Cómo era el Maradona que usted conoció durante esas dos temporadas en Barcelona?

–Era un jugador muy joven, no era todavía un número uno mundial porque aún no había explotado del todo pero sí que ya era un crack. Era impresionante verle entrenar y jugar, lo que era capaz de hacer y lo diferente que era a todos los demás. Hacía cosas tan diferentes y con tanta naturalidad que lo que pensábamos todos es que era imposible hacerlo mejor.

–¿Y la persona?

–Era alguien muy solidario, sobre todo con la gente que más lo necesitaba. Eso es algo muy importante. Él venía de una familia muy humilde y nunca olvidó sus orígenes, llevaba la solidaridad a un grado sumo. También destacaría otra cualidad de él: ante la injusticia del poder siempre se rebelaba, sobre todo si era con los débiles. En el tiempo que estuvo aquí se enfrento a la Federación Española de Fútbol y a la FIFA. Eso ahora parece muy fácil, sobre todo con la cantidad de medios que hay, pero en aquel entonces estábamos hablando de principios de los años 80.

Una alineación del Barcelona con Amador (arriba, 3º por la izq.) y Maradona, (abajo, 2º por la dcha.).

–Supongo que de todos modos es imposible abstraerse de las condiciones que lo rodeaban, eso que se llama entorno.

–Cuando vino a Barcelona llegó con lo que nosotros llamábamos “Maradona Producciones”. Había todo un séquito de personas grabándole y pendiente de él desde la mañana a la noche. Eso es algo muy difícil de asumir con solo 19 años de edad. Su faceta solidaria y de ayuda a los demás tenía una doble cara: él ayudaba mucho, pero creo que ese entorno a él no lo ayudó. Siempre hay claroscuros.

–Los dos años en Barcelona no fueron precisamente los mejores, marcados por una hepatitis que le apartó de los terrenos de juego varios meses en su primera temporada y la famosa entrada de Andoni Goikoetxea, con la lesión que le provocó en el tobillo en la segunda. Aún así en 58 partidos anotó casi 40 goles.

–Deportivamente no fueron años de bonanza pese a que en el Barcelona teníamos a los mejores extranjeros de la liga: él y Bernd Schuster. Ganamos títulos como la Copa del Rey o la Copa de la Liga, pero no a nivel internacional. Las lesiones, era muy joven, la presión mediática... Todo eso no jugó a su favor.

–¿Cómo era Maradona en las distancias cortas?

–El lugar en el que era más feliz era el campo y con los compañeros. Costaba mucho echarlo de allí y los porteros éramos los que más lo sufríamos o lo padecíamos, en el buen sentido. Le gustaba mucho quedarse a tirar faltas y eso era algo que yo agradecía: no ibas a encontrar a otro jugador en el mundo que te las lanzase con tanta dificultad y así él te ayudaba a mejorar. En el campo se sentía realizado y lo veías como una persona alegre y normal. Yo creo que también le gustaba quedarse porque no quería enfrentarse a lo que venía después.

–¿Cómo recuerda su marcha hacia el Nápoles?

–Éramos conscientes de que se tenía que marchar para ver si cambiando el ambiente mejoraban otros aspectos, pero por desgracia ese cambio no ayudó mucho.

–Es imposible no caer en la comparación con Messi, más aún siendo los dos argentinos. ¿Es posible determinar cuál es el mejor?

–Son épocas totalmente diferentes y es difícil compararlos. La gran diferencia es que Messi lleva más de diez años a un nivel excepcional y Diego tuvo una temporada excepcional en Nápoles y un mundial, que prácticamente ganó él solo. No es que no tuviera las condiciones para tener esa continuidad, pero por las razones que fuesen no la tuvo. Y es una pena porque tenía todas las condiciones y cualidades.

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–En Argentina, donde el fútbol es una religión, se habla de él como Dios, igual que muchos medios de comunicación. ¿Que cree usted?

–Simplemente creo que a corto plazo va a ser un icono, que estará a la altura de los más grandes. A partir de ahora se destacará sobre todo lo bueno que había en él, como su fútbol y su carácter solidario. No es fácil lograr lo que él consiguió y siempre estuvo al lado del más débil. Es una persona que dejó huella en todos los que lo conocimos y no dejaba indiferente a nadie.