No es el cielo de París lo que ilumina a Rafa Nadal. El español dio "un paso adelante" en Roland Garros, en su primer partido con el flamante techo de la central desplegado en la central de París, el escenario de sus mayores glorias, que sigue siéndole propicio.

El mallorquín sigue su hoja de ruta en una temporada muy peculiar, en la que afronta su torneo favorito sin apenas referencias, porque la pandemia le ha privado de casi toda la gira sobre tierra batida.

En ese panorama, con solo tres partidos en Roma y una derrota en cuartos de final contra el argentino Diego Schwartzman, su plan pasa por crecer en París, en busca de la excelencia que debe llegar a medida que la entidad de los rivales sea más importante.

El de ayer, el italiano Stefano Travaglia ya fue de más peso, según el propio Nadal, que confesó haber tenido que dar un paso adelante para derrotarle, más agresivo, más certero en los golpes importantes.

Una receta que le funcionó de maravilla y que en menos de hora y media le llevó a sumar un 6-1, 6-4 y 6-0.

Como en la tierra no hubo noticia, los ojos de los pocos espectadores se fijaron en el cielo o, mejor dicho, en el techo de la central, que por primera vez desplegaba sus 15 toneladas mientras actuaba el español.

No cambió gran cosa. Nadal siguió sintiéndose en su casa y el único elemento que parece perturbarle es el frío, que ha convertido en su fantasma pero que, por ahora, parece combatir sin problemas.

El español se medirá por un puesto en cuartos al estadounidense Sebastian Korda, un jugador procedente de la fase previa que está causando sensación en París.

Primero porque es hijo del finalista de 1992 y ganador del Abierto de Australia seis años más tarde, el checo Petr Korda.