Cuenta el presidente del Rápido, Manolo Seoane, una escena que presenció en Balaídos siendo niño. En un Celta-Barcelona, después de una parada descomunal de Padrón a remate de Kubala, Ramallets le pidió al árbitro que detuviese el partido. El portero del Barcelona se encaminó entonces hacia el otro lado del campo y felicitó a Padrón levantándole el brazo como a un boxeador victorioso. Después regresó a su arco.

Es una historia que encaja en el perfil geológico de Ramón Allegue Martínez, pobrense de nacimiento y boucense de adopción, Padrón por el origen familiar y Tigre, contra lo que se supone, por un personaje de la película "La guerra privada del Mayor Benson". Padrón heredó el celtismo de sus mayores y se prometió ser portero del club para que su hermano no volviese a llorar por perder un derbi. Rechazó irse al Barcelona, cuando el presidente, Manuel Prieto, ya había cerrado un acuerdo con el secretario técnico azulgrana, José Samitier. Jugar en el Celta era todo lo que anhelaba y por eso jamás se le ha cerrado la herida de su despido en 1962, que sangra como reciente. Solo duele así lo que se ama.

Tan gigante fuera como dentro de la cancha, rebelde e idealista, se arruinó con un cine en A Pobra. Ha escrito guiones para la Televisión de Galicia y ensayos sobre la Costa da Morte: "Mar tenebroso" y "El mar de la muerte"; también dos novelas, "La sandalias del Apóstol" y "El camino del milenio", de temática jacobea.