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La niña de 1,85 de estatura que quiso robar un balón

Ángeles Araújo. Exjugadora del Celta

Ángeles Araújo. // Ricardo Grobas

El baloncesto femenino tiene una importancia capital en la historia del deporte vigués. El Celta de los años setenta y ochenta se cuenta entre sus más brillantes luminarias. Entre los asistentes a la presentación del libro "Breves relatos de deportes" estuvieron Ángeles Araújo y Ángeles Liboreiro, protagonistas de esa etapa dorada, cuando el Real Club Celta contaba con sección de baloncesto y comenzó a discutir los títulos de Liga y Copa a Barcelona (Piceff, Picadero, Evax, Íntima, Comansi...) y Madrid (Canoe).

La generación que logró aquellos éxitos estaba esencialmente formada por jugadoras viguesas, que llegaron a las canchas de baloncesto de muy diversos modos, algunos de ellos como absoluta casualidad del destino. Resulta especialmente divertido ese instante de revelación de Ángeles Araújo. Estudiante en el instituo de Coia, ella y su comadre, del Santa Irene, tenían 14 años y habían salido a dar una vuelta por la zona de Traviesas. Un griterío, el bullicio propio de la juventud, las atrajo. "Y entramos". ¿Dónde? En el pabellón de As Travesas", cuenta y los asistentes se giran hacia su imponente figura.

Era hora de escuelas deportivas municipales y un montón de niños y niñas estaban jugando al baloncesto. Ángeles y su amiga se metieron en el grupo, como quien no quiere la cosa, hasta que un entrenador, Paco Martínez, fijó su atención en la longilínea joven. "Vino hacia mí", narra Ángeles. Martínez, que después se convertiría también en uno de los históricos entrenadores del baloncesto vigués, con títulos bajo el brazo, simplemente iba a preguntarle de qué equipo era. Pero la adolescente no se detuvo. "Cogí el balón bajo el brazo y salí corriendo; pensaba que me iba a echar la bronca por colarme allí".

Ángeles medía 1,85. Estatura todavía elevada hoy en día y descomunal para la época. Su imagen se le quedó grabada al entrenador. Luego, Martínez la localizaría en Patos, en Nigrán, donde los padres de Ángeles veraneaban. Y ese mismo año ingresaba en una "operación altura" de la Federación Española de Baloncesto. Y en el Celta juvenil.

Después, títulos, internacionalidades y en 1984 el último campeonato conquistado por su generación, la Copa en Santiago y ella como capitana. Tras retirarse se haría policía, igual que otras compañeras.

Y ahora, su hija, María Pérez Araújo, también milita en el Celta Selmark y ha sido subcampeona del mundo con España en categorías de formación.

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