Estreno de 'Feud: Capote vs. the Swans'

Truman Capote y sus amigas de la alta sociedad: de la traición al ostracismo

'Feud: Capote vs. the Swans', que HBO Max estrena el miércoles, cuenta con un reparto estelar encabezado por Tom Hollander, Naomi Watts y Diane Lane 

Naomi Watts (Babe Paley) y Tom Hollander (Truman Capote) en 'Feud: Capote vs. the Swans'.

Naomi Watts (Babe Paley) y Tom Hollander (Truman Capote) en 'Feud: Capote vs. the Swans'. / HBO MAX

Juan Manuel Freire

La primera entrega de 'Feud', otra serie antológica del megaproductor Ryan Murphy, cocreador de 'American horror story', entre otros mil títulos populares, se centró en la conocida enemistad entre las actrices Joan Crawford y Bette Davis, que alcanzó su cenit de intensidad durante el rodaje de la mítica '¿Qué fue de Baby Jane?'. Jessica Lange, una habitual en territorio Murphy, era Crawford. Susan Sarandon se quedaba con Davis. Dar continuación a tan glamurosa contienda iba a ser complicado; de hecho, Murphy y sus productores descartaron proyectos sobre Carlos y Diana y los debates del icono conservador William F. Buckley con el liberal Gore Vidal, quizá porque no hacían falta en un mundo donde ya existen 'The Crown' y el documental 'Best of enemies'. 

Un camino se abrió ante ellos gracias a 'Capote's women', el libro de Laurence Leamer sobre el escritor Truman Capote y las damas de la élite social neoyorquina con las que congenió, a las que traicionó y que, finalmente, acabaron enviándole al ostracismo. Escrita por Jon Robin Baitz y dirigida casi íntegramente por la leyenda viva del cine 'indie' Gus Van Sant, la serie de ocho episodios 'Feud: Capote Vs. the Swans' (HBO Max, desde el miércoles, día 7) es una traducción visual, apropiadamente lánguida, de ese relato de la lenta espiral descendente del autor de 'Desayuno con diamantes'. 

El actor británico Tom Hollander (villano gay de la segunda temporada de 'The White Lotus') aborda (y borda) un personaje ya encarnado antes por Philip Seymour Hoffman y Toby Jones en, respectivamente, 'Truman Capote' e 'Historia de un crimen', ambas películas sobre el proceso creativo de 'A sangre fría', su famosa novela de no ficción sobre el brutal asesinato de una familia de Kansas. Aquí el afán es, sobre todo, explicar el epílogo de ambas películas: qué fue de Capote tras aquel gran éxito, por qué no volvió a publicar otro libro y acabó muriendo en 1984 por complicaciones derivadas de su alcoholismo

Capote, accesorio y salvavidas

Para aquellas mujeres bellas, glamurosas y elegantes, expertas en maneras y moda, Capote era "un accesorio deslumbrante en su mesa de comedor", según nos dice el propio Hollander en rueda de prensa virtual. Pero no lo tenían ahí solo para poder fardar de tener en casa a uno de los mejores escritores de su generación. Él sabía elevarles el ego, les recordaba que eran más listas que unos maridos poco atentos: "Estaba llenando un gran vacío en sus vidas emocionales", dice el actor. "Ellas sacaban mucho de aquello. Hasta que todo se torció". 

La publicación en 'Esquire' de un extracto de 'Plegarias atendidas', la que Capote pretendía que fuera su obra magna, una especie de revisión estadounidense de 'En busca del tiempo perdido', dejó noqueada a varios cisnes. El capítulo 'La Côte Basque 1965' se basaba en parte en la triste relación de Barbara 'Babe' Paley (Naomi Watts, de nuevo en territorio Murphy tras 'Vigilante') y su marido, Bill Paley (Treat Williams), el fundador de la cadena CBS, que le era infiel. Explica la propia Watts: "Babe abrazó su amistad con Capote como si fuera el mayor romance que hubiera tenido; sin sexo, pero eso solo ayudó a que fuera todo más profundo. Cuando llegó la traición, se desmoronó, igual que el resto, porque todas confiaban en él". 

En aquella crónica semificcional de asuntos de sociedad, el personaje que más indiscreciones parafraseaba era Lady Ina Coolbirth, trasunto de Nancy 'Slim' Keith (Diane Lane), icono de la moda por, así es, su delgadez y altura. "Creo que vio de lejos que Truman necesitaba ayuda y le ayudó en algunos momentos", recuerda Lane. Encargada en principio de llevar los acuerdos de Capote por 'A sangre fría', Keith acabó consiguiéndole al fiero Swifty Lazar como agente, colaborando así en que el escritor acabara llevándose más de dos millones de dólares por el libro. "Tuve acceso a sus memorias –cuenta Lane–, así que entiendo realmente bien la rabia de Slim; ella le dio poder, le hizo crecer, estuvo a su lado en su época formativa". 

El reparto de cisnes se completa con Chloë Sevigny como C. Z. Guest y una recuperada Calista Flockhart (muy poco vista desde los primeros días de 'Supergirl') como Lee Radziwill; además, tenemos a Demi Moore como Ann Woodward, aspirante fallida a miembro del clan, y Molly Ringwald como Joanne Carson, que nunca pretendió serlo, ni lo fue, y quizá por ello vemos convertida en algo así como la última amiga de Capote. 

Tono apesadumbrado

El veterano dramaturgo y guionista Baitz, creador de 'Cinco hermanos' (cuyo reparto lideró la propia Flockhart), ha descrito esta historia como "la caída mortal de un hombre desesperado". De modo que no, no esperen la comedia negra, muy negra y caricaturesca, de la anterior 'Feud'; esta entrega es más dramática, de tono a veces casi fúnebre, aunque a los más cinéfilos les divertirá la referencia a 'La burla del diablo', cuyo guion coescribió Capote con y para John Huston, o la recreación del rodaje de 'Un cadáver a los postres', un quién-lo-hizo en clave paródica con Capote como dueño de la mansión donde se desarrolla el enredo. 

Pero a Ryan Murphy parecía interesarle menos Capote que los cisnes, a quienes describe como "las primeras 'influencers', solo que no hacían 'posts' sobre ello". El productor quería hablar de "una generación de mujeres, en la que incluiría a mi propia madre, atrapada entre 'El show de Dick Van Dyke' y la píldora, muy frustrada en muchas ocasiones con la misoginia de la sociedad". Según Murphy, "en la sociedad de diez años después, estas mismas mujeres habrían tenido negocios o marcas de éxito". Si la serie tiene ese tono apesadumbrado, debe ser porque, al fin y al cabo, habla de "lo más deprimente del mundo: el potencial perdido".