“Hubo momentos buenos y momentos malos, pero al final fueron 50 años muy bonitos”. El 11 del 11 de 2022 quedará marcado para siempre en la memoria de Consuelo Almeira. En el mismo día en el que cumplía 65 años, esta vecina de Cesantes dejó atrás la empresa a la que dedicó toda su vida y a la que vio siempre “como una familia”. Partenón (Sagres SL), histórica firma del textil de la localidad fundada por Adriano Marques de Magallanes, despidió ayer con honores a Chelo, como la conoce todo el mundo, una de las trabajadoras más longevas de la empresa situada en la calle Prego de Montaos, bajo el antiguo viaducto. Por sus manos pasaron desde las primeras ropas de aguas para marineros con las que trabajó a principios de los 70, a los uniformes que visten en la actualidad los cuerpos de seguridad de medio mundo. “Voy a echar de menos a las compañeras, porque son maravillosas”, comenta.
Chelo empezó en la empresa con tan solo 15 años, cuando su nombre todavía era Plastilandia. “Iba a ir a trabajar a la camisería [la factoría de Regojo], pero como en ese momento no había sitio, Doña Rita [Regojo] me propuso ir a la fábrica de Don Adriano”, recuerda. Pasados siete meses le dieron la opción de trasladarse a la ya desaparecida fábrica, “pero en aquel momento ya estaba muy a gusto con las compañeras y el trabajo”.
Su etapa la comenzó en las anteriores instalaciones, al lado del Miramar. “Se hacían trajes de marineros, de aguas. Había costura y máquinas de soldar, y yo estaba en una”, explica. Con los primeros pedidos para uniformes de policías, antes de la llegada del actual dirigente (el hijo de Adriano, Alejandro Marques de Magallanes), pasó a la máquina de planchado. “El cambio fue grande, pero las compañeras éramos las mismas y nos ayudábamos las unas a otras. Maruja, la encargada, también nos ayudó mucho a formarnos”, señala.
En aquel momento ponía los escudos y las letras que iban en los uniformes, una etapa que recuerda con cariño. “Éramos como una familia”, insiste Chelo, que recuerda a Rita Regojo como “una persona muy humana”. “Siempre quería ayudar a los demás”, comenta la ya extrabajadora de Partenón, que solo tiene buenas palabras para Adriano: “Pasamos por alguna crisis, pero para eso Adriano siempre sabía salir de ellas. Y nunca nos dejó de pagar, ni se retrasó”.
Almeira deja marca entre los que compartieron horas de trabajo con ella en Partenón, y como explica ella, su vida estuvo y estará siempre vinculada a la firma. “Nunca me imaginé que se fuese a convertir una empresa tan grande”, dice con una mezcla de nostalgia y orgullo. De hecho, todavía guarda el sobre en el que recibió su primer sueldo. “Me casé en Partenón, tuve hijos en Partenón y no fui abuela porque mis hijos no quieren”, añade con una amplia sonrisa, casi permanente en ella.
El propio Adriano, a sus 97 años, no quiso faltar al acto de despedida. Ante las decenas de trabajadores de la empresa, y sentado al lado de la homenajeada, tuvo unas emotivas palabras de cariño, que resumió en varias ocasiones con un “Chelo no se va, Chelo se queda”, por la huella imborrable que deja atrás su carácter cercano, su simpatía y su compañerismo.