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Un “abismo” de nueve metros

Los investigadores estudian si el cadáver aparecido en el pozo de Porriño estuvo sujeto al fondo con dos piedras

Guardia Civil y Bomberos trabajan en el pozo donde apareció un cadáver el domingo. | // ANXO GUTIÉRREZ

Técnicamente el abismo sería una profundidad sin fondo, y el pozo de Porriño donde el domingo fue hallado un cadáver no tiene más de nueve metros, pero es en sí un abismo por las incógnitas que esconde.

La zona se encuentra afectada por el curso del río Louro, de hecho está dentro de la Red Natura 2000 y desde que fue construido, en la parte frontal izquierda de la nave, tuvo agua de verano e invierno. El truco es que unos 5 metros están por debajo de capa freática, que en esa zona, muy cercana a As Gándaras de Budiño, está casi a flor de suelo.

Y precisamente ahí, cinco metros debajo del agua, todo parece indicar que se intentó esconder el cuerpo de un delito.

Nada se sabe todavía de la identidad del hombre fallecido, pero el departamento de criminalística de la Guardia Civil y los investigaciones forenses comienzan a afinar teorías. Una de ellas es que el cadáver pudo haber permanecido un tiempo debajo del agua sujeto al fondo con unas grandes piedras que fueron atadas a sus muñecas y antebrazos. Con el paso de los meses y la descomposición, los antebrazos y las manos se deshicieron, no solo por la putrefacción, sino por la propia fuerza del cuerpo hacia arriba en el momento de las descomposición y la formación de diversos gases, que finalmente liberaron el cadáver de sus ataduras y le hicieron flotar sobre el agua. Eso explicaría la posición rígida del cuerpo y el hecho de que prácticamente ya no tuviese manos.

Además de las piedras, los efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas, que llegó desde A Coruña, sacó del pozo el lunes una maraña de telas amasadas que vistas en el laboratorio resultaron ser básicamente el pantalón que vestía la víctima. Allí fueron halladas unas monedas de euro que estarían dentro de uno de los bolsillos y también se encontraron dos llaves. La primera, y que centra ahora las pesquisas de los investigadores, es la de un Renault, probablemente un Megane antiguo, y la otra de un remolque. Otro de los objetos descubiertos en el “abismo” fue una azada, sin mango. Tanto las llaves como la azada podrían no tener que ver con los hechos, pero fundamentalmente la llave del Renault es una de las mejores pistas para la identificación.

En el estudio también se supo que el cadáver no tenía cicatrices ni tatuajes que pudiesen aportar datos sobre su identidad. Cuando se encontró estaba saponificado, es decir, prestado una hidrólisis a consecuencia de llevar mucho tiempo en el agua.

Fue hallado por la nueva propietaria de la nave cuando se dirigió al pozo para saber si había agua junto a un operario que realizaría trabajos de pintado de las instalaciones.

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